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Cremas solares: así se almacenan en tus células (y en el mar)

No solo son dañinos para los habitantes del mar, sino que se acumulan en los tejidos del cuerpo humano y son imposibles de eliminar por las plantas de tratamiento de aguas residuales. Estos son los ingredientes de filtros solares que deberías evitar.

06/08/2022. Un bote de crema solar sobre la arena de playa, a 15 de diciembre de 2017.
Un bote de crema solar sobre la arena de playa, a 15 de diciembre de 2017. PxHere

Cada año, dejamos en el mar 14.000 toneladas de cremas solares, denuncia la química Silvia Díaz Cruz, investigadora del departamento de Química Medioambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua IDAEA-CSIC. En los últimos años, esta experta se ha dedicado a rastrear la presencia de los filtros UV en el medioambiente. Están en todas partes, desde cremas protectoras a maquillajes, pintauñas o champús. A partir de ahí, su viaje a todos los ecosistemas parece imparable.

Los científicos los han encontrado hasta en lechugas y otras hortalizas de huerto, según publicaba Díaz-Cruz en un artículo en la revista científica Talanta, en 2021. No es porque los agricultores quieran protegerlas de la radiación, no. Los filtros solares que dejamos en la ducha y en las piscinas (incluso que expulsamos con la orina) esquivan los controles de las plantas de tratamiento de aguas residuales y llegan al campo con el agua de riego, tal y como demostró Díaz-Cruz en huertos experimentales en Gerona.

Penetran al interior del cuerpo

La aventura empieza cuando nos los ponemos en la piel. Porque no se quedan ahí, sino que son absorbidos por el organismo. El equipo de Díaz-Cruz lleva años documentando su presencia en la leche materna, o en la sangre de la placenta o el cordón umbilical. En el cuerpo, actúan como disruptores endocrinos, nos dice la investigadora, relacionados con problemas de salud como endometriosis, peor calidad del semen, cáncer de próstata y mama, enfermedades cardiovaculares, obesidad y diabetes.

¿Y qué son esos filtros exactamente? Pueden ser compuestos orgánicos, que absorben la radiación y la transforman en calor. Entre ellos, están químicos sintéticos como la oxibenzona, el octinoxato, el homosalato o el octocrylene. Todos ellos catalogados como "contaminantes emergentes", es decir, tóxicos que aún no han sido regulados por la legislación sobre salud humana y protección medioambiental. O pueden ser filtros inorgánicos, que reflejan la radiación, como ocurre con el óxido de zinc o titanio.

Estos últimos solo son peligrosos cuando se incorporan en forma de nanopartículas, "algo que ha empezado a hacerse cada vez más, ya que se ha visto que en su versión nano no dejan la piel blanca al aplicarse y protegen mejor del sol", apunta Díaz-Cruz. La mala noticia es que las nanomoléculas –de un tamaño inferior a 100 nanómetros, es decir, la diezmillonésima parte de un metro– son lo bastante pequeñas como para colarse dentro de las células humanas. Qué hacen allí, es algo que todavía está por investigar.

Algas y moluscos sin escapatoria

Lo que sí se ha comprobado, por ejemplo, es que bloquean la capacidad de alimentarse y moverse en ciertos moluscos y que taponan los poros por los que se alimentan algunas algas. Quizá sean más conocidos los efectos de los filtros UV orgánicos, como la oxibenzona. Un estudio liderado por Nona S.R. Agawin, científica del departamento de Ecología Marina de la Universidad de Islas Baleares, acaba de demostrar cómo este compuesto, muy frecuente en las cremas que nos ponemos, es un peligro para nuestras costas.

Según sus conclusiones, publicadas hace un par de meses en Marine Pollution Bulletin, la oxibenzona se acumula en los rizomas –tallos subterráneos de donde brotan raíces y nudos donde se almacenan nutrientes– de la Posidonia oceanica, un alga común en el Mediterráneo, donde ocupa praderas submarinas de 12,247 de extensión y forma un ecosistema vital para mantener la salud del mar, clasificado como hábitat prioritario por los planes de conservación de la Unión Europea.

Contaminantes emergentes

Estudios similares sobre el daño que causan en los corales han llevado a prohibir este mismo compuesto, la oxibenzona, junto con el octinoxato y el octocrylene, en Palau: desde 2020, es ilegal introducirlos en el país y los turistas pueden ser multados si se les pilla en la playa con una de las cremas que los contienen. Poco antes, fueron prohibidos en el estado de Hawai, después de que un equipo de científicos en el que participó Díaz-Cruz dejara claro su efecto tóxico para el entorno marino.

Erizos de mar, fitoplancton, peces, crustáceos, moluscos, tortugas y mamíferos marinos también sufren sus consecuencias. Entre ellas, alteraciones en sus ciclos reproductivos y hormonales, problemas de desarrollo, estrés antioxidativo, daño de las membranas o reducción de la actividad metabólica, como recogía el biólogo marino E. Thorel en la revista científica Toxics, en 2019.

La solución pasa por mirar la etiqueta de ingredientes antes de comprar un protector solar. "El óxido de zinc y el dióxido de titanio son los únicos aprobados por la FDA (organismo que regula la salud de medicamentos y otros productos de consumo humano en EE. UU.) y los únicos que está probado que no tienen efectos tóxicos... siempre que no sean en formato de nanopartículas", nos dice Díaz-Cruz. ¿Y cómo sabremos eso? "Si esa nanomateriales, la legislación obliga a advertirlo en el envase", apunta. Además, podríamos plantearnos si tiene sentido embadurnarnos en exceso justo antes de entrar a la piscina o al mar.

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