Un cráter que desafía las teorías sobre meteoritos
La huella del asteroide que se estrelló en Perú en septiembre pasado desconcierta a los científicos
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El 15 de septiembre de 2007, una bola de fuego atravesó el cielo y se estrelló cerca de la localidad peruana de Carancas. Cuando llegaron allí, los científicos encontraron un agujero en el suelo de casi 20 metros de ancho que, seis meses después, sigue desconcertando a los expertos.
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Poco después del suceso, algunos de los lugareños que se habían acercado al cráter experimentaron dolores de cabeza y náuseas, lo que desató todo tipo de especulaciones. No fue el único misterio en torno al meteorito. Tras los primeros análisis de los materiales que se encontraron en el cráter y sus alrededores, los científicos descubrieron que no había restos metálicos.
A 24.000 kilómetros por hora, la atmósfera se convierte en un escudo casi infranqueable. El rozamiento, imperceptible para los habitantes de la Tierra, ralentiza los objetos que tratan de entrar y los calienta hasta hacerlos saltar en pedazos. Por eso, sólo los más duros, los hechos de metal, son capaces de pasar lo bastante intactos y a la velocidad suficiente como para provocar un cráter como el de Carancas.
Extraño comportamiento
“Normalmente, con un pequeño objeto como éste, la atmósfera lo desacelera, y en ese caso, haría un hoyo, pero no un cráter”, explicó el geólogo de la Universidad de Brown (EEUU) Peter Schultz, uno de los investigadores que han estudiado el caso sobre el terreno. Sin embargo, el meteorito de Perú mantuvo su velocidad e impactó 40 o 50 veces más rápido de lo que cabría esperar. Además, pese a ser un objeto rocoso, el que provocó el agujero en Carancas resistió la entrada en la atmósfera como un solo bloque. Los investigadores tratan de explicar desde entonces cómo lo logró.
Esta semana, durante la 39 Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria en League City, Texas (EEUU), Schultz ha presentado una hipótesis que podría cambiar las teorías sobre lo que los pequeños meteoritos no metálicos pueden hacer.
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Hasta ahora se creía que todos se desintegraban antes de golpear la Tierra. Habitualmente, los meteoritos estallan y se dispersan cuando entran en la atmósfera, pero en este caso, según Schultz, los fragmentos del objeto permanecieron unidos dentro de la bola de fuego hasta el momento del impacto contra el suelo.
Debido a la gran velocidad a la que se desplazaba, los pedazos del meteorito no fueron capaces de superar la onda de choque que, a modo de membrana, lo envolvió cuando atravesó la atmósfera. En lugar de dispersarse, los pedazos “se reconstituyeron en otra forma”, afirma Schultz.
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La nueva disposición habría hecho del meteorito un cuerpo más aerodinámico que redujo la fricción y le permitió no perder velocidad.
“En parte, las teorías previas habían pasado por alto la posibilidad de impactos como éste [meteoritos rocosos] porque todos los pequeños cráteres cuyos creadores se han podido identificar han sido golpeados por objetos de hierro o que contenían hierro”, indicó a National Geographic el investigador de la NASA Kevin Zahnle .
“Sin embargo, una simple teoría sugiere que al menos algunos de los pequeños cráteres fueron hechos por piedras, ya que la mayoría de los meteoritos son piedras”, concluyó Zahnle.