Este artículo se publicó hace 14 años.
La ciencia del dolor gana el Príncipe de Asturias
Un israelí y dos estadounidenses reciben el galardón de Investigación 2010
Los Premios Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica reconocieron ayer la labor de tres investigadores poco conocidos por el gran público pero que son expertos en una de las sensaciones más universales: el dolor.
Se trata de los neurobiólogos estadounidenses David Julius y Linda Watkins, y el israelí Baruch Minke, quienes, por caminos diferentes, han desvelado nuevos mecanismos que ayudan al cerebro a percibir sensaciones como el calor o generar alertas en forma de dolor cuando hay una agresión externa o interna.
"Estoy entusiasmado, se trata de un premio muy prestigioso", explicó ayer a Público Minke, que conoció su galardón a través de un correo electrónico enviado por la mañana por la Fundación Príncipe de Asturias.
Receptores TRPMinke dijo que dedicará los 50.000 euros que corresponden a cada uno de los tres premiados a seguir investigando los receptores TRP, una familia de proteínas que lleva estudiando más de 15 años y que es responsable de generar dolor. Minke las descubrió hace años en moscas de la fruta, mientras su colega David Julius identificó la forma humana de las mismas. "Ahora podemos estudiar las características de estas moléculas y comenzar a desarrollar nuevos medicamentos para aliviar el dolor", añadió Minke.
Los tres premiados se impusieron a otras 34 candidaturas
"Es fantástico recibir este premio", explicó Julius. "Varios de mis colegas en este campo trabajan en España, así que es especialmente agradable recibirlo ahí", añadió. Linda Watkins, investigadora de la Universidad de Colorado (EEUU), hizo otra aportación clave. Descubrió que las neuronas no son las únicas células cerebrales responsables de generar y transmitir señales de dolor. Su trabajo demostró que la glia, el andamio en el que se agarran las neuronas, también es clave en este proceso. El descubrimiento ha permitido explicar por qué ciertos fármacos contra el dolor no funcionan como debieran o por qué el cuerpo acaba desarrollando resistencia a ellos.
"Es un premio clave para la investigación básica de calidad de la que salen caminos nuevos hacia aplicaciones para paliar el dolor", explicó César Nombela, uno de los miembros del jurado, que otorgó el premio por unanimidad tras un día de deliberación. Los tres premiados se impusieron a otras 34 candidaturas, entre las que había varios investigadores españoles. Entre ellas, la que más lejos llegó fue la de José María Ordovás, un experto en la conexión entre nutrición y genómica que investiga en la Universidad Tufts de EEUU. Los otros dos grandes finalistas eran el experto en genética Fred Gage, que investiga el desarrollo neuronal en EEUU, y la microbióloga Rita Colwell.
"Incluso en la actualidad el estudio del dolor no es considerado como una disciplina en sí misma, sino como un efecto secundario del cáncer o la inflamación", lamentó Minke. "Pero el dolor es una enfermedad que persiste cuando se ha eliminado la causa primaria", añadió. "Este premio ayudará a poner nuestro campo en el candelero", concluyó.
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