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Los babuinos y uno más

Robert Sapolsky narra en “Memorias de un Primate” sus andanzas por África oriental durante los 20 años que estudió una manada en el Serengueti

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Robert Sapolsky, en el Serengueti. UNIVERSIDAD DE STANDFORD

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MADRID. -Es verdad que los babuinos dedican la mayor parte de su tiempo a actividades sexuales promiscuas y a actividades sociales como espulgarse lo que se incluye en los tópicos, pero también resulta cierto que estos primates se maltratan asiduamente entre ellos, con lo que sería crueldad si habláramos de humanos, y que el tópico del jefe de la manada a quien todos los demás respetan no se cumple muchas veces.

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Primer plano de un babuino. GORDON E. ROBERTSON

El autor lo hace con gran ironía, muchas veces autocrítica y aparente sinceridad. Sus retratos, tanto de los masai en cuyo territorio habitaba, como de otros personajes que encontró en sus andanzas, bastante amplias, por África oriental, son lo suficientemente ricos como para sobrepasar los tópicos y proporcionar un retrato ameno e interesante de una zona que sigue siendo problemática.

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Claro que Sapolsky recuerda que él de pequeño quería estudiar a los gorilas, o si no, a los chimpancés, tan en boga en aquellos años por la labor de Louis Leakey, al que define irónicamente como “protector de primatólogas”. Su retrato de Dian Fossey, a la que conoció, es emocionante. La critica en muchos aspectos, también dice que se parece a Sigourney Weaver (protagonista de la película Gorilas en la Niebla basada en su vida) como un huevo a una castaña, pero reconoce irónicamente: “Realizó pocas aportaciones científicas dignas de mención, aparte de efectuar una serie de descubrimientos asombrosos a fuerza de perseverancia… era evidente que lo único que deseaba era ser un gorila más”.

Babuinos en África oriental. CHARLES J. SHARP

A lo largo de los años Sapolsky y muchos otros primatólogos desmontaron tópicos anteriores, como que a un jefe de manada sucede otro que le desafía y derroca tras bastantes años de ostentar el poder. Le tocó observar un largo periodo de inestabilidad que describe así: “Reinaba el caos, abundaban las intrigas y todo el mundo se pasaba horas enteras formando coaliciones que fracasaban en cuanto eran puestas a prueba (….) El número de peleas se disparó, al igual que la cifra de heridos. Nadie comía, nadie se espulgaba y el sexo cayó en el olvido(....). Los tres años siguientes fueron testigos de un desfile inacabable de machos alfa que solo fueron capaces de conservar su rango durante un breve espacio de tiempo”.

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