No, los pollos amarillos no son los mejores

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Muchos de nosotros somos conscientes de la importancia de mantener una alimentación equilibrada con productos naturales o lo menos procesados posible. Sin embargo, resulta frecuente que los mensajes publicitarios y las campañas de marketing de algunos alimentos nos lleven a dar por buenas algunas ideas que no lo son tanto.

De tal modo, se ha llegado a considerar que los pollos amarillos son mejores que el resto, como si el color fuera una de las fórmulas en las que hubiera que fijarse a la hora de comprarlos para tener la seguridad de que son de calidad. Sin embargo, los pollos amarillos no tienen por qué ser los mejores. Estos son los motivos que lo explican.

Pollos blancos y pollos amarillos

Pollo/Foto: Depositphotos

Con el tiempo se ha llegado a difundir la creencia entre los consumidores de que los pollos más amarillos que encontramos en el supermercado o en las tiendas son más saludables que el resto, como si eso fuera una señal de que han sido criados en libertad y alimentados de manera natural. Inconscientemente se relaciona al pollo amarillo con el pollo de corral.

También es verdad que los etiquetados que suelen acompañar a los pollos a la venta contribuyen a la confusión, tal y como los publicitan. De hecho, hay una tendencia generalizada a considerar que los pollos con aspecto más blanquecino se criaron en granjas extensivas y que su carne resulta menos saludable. Sin embargo, no es tan sencillo como pueda parecer. Al fin y al cabo, recuerda que al pollo se le agrupa en las categorías de carnes blancas, junto con la de pavo y la de conejo.

Alimentación de los pollos

Pollos
Pollos/Foto: Unsplash

La alimentación que se les da a los pollos es la responsable de su color. Como resultado, en ese sentido resulta indiferente si están en libertad en una granja tradicional o si se encuentran en una de carácter intensivo. El color amarillo lo aporta el comer mucho maíz, pues este tiene betacaroteno, el responsable de ese tono más amarillento del pollo. El maíz es el único cereal que lo contiene.

Por el contrario, aquellos pollos que están alimentados en mayor medida con trigo tienen la carne más blanquecina. Así que fíjate bien en el etiquetado sobre dónde y en qué condiciones se crio el animal, y dale menos importancia a la tonalidad amarilla. Al fin y al cabo, tampoco podemos ignorar que a la alimentación que se les da a los pollos se le pueden añadir aditivos para que resulten ser más amarillos. Estos aditivos son totalmente seguros, porque han de estar aprobados por las directivas europeas correspondientes. Sin embargo, recuerda que el color no te asegurará de que alimentados con un elevado porcentaje de maíz. De hecho, es posible que uno de esos aditivos sea precisamente el betacaroteno.

Pollos certificados

Pollo adobado
Pollo adobado/Foto: Pixabay

Por otro lado, también es cierto que según la región del país existe más tradición a la hora de consumir uno u otro tipo de pollo. En comunidades como Galicia, Cataluña y País Vasco se aprecia más el pollo de color amarillo. Incluso en tierras catalanas cuentan con la certificación Pollastre Groc Catalá, con la que se acredita que el pollo ha sido alimentado en un 65% con cereales, en su mayor parte, maíz. En la misma línea se encuentra la certificación de Pollo Gallego, y en la tierra vasca cuentan con el certificado de Pollo de Caserío.

Asimismo, de manera general, encontrarás en el mercado pollos con Certificado de Calidad Ecológica, con el cual se acredita que se criaron siguiendo un método tradicional.

Normativa europea

Granja con pollos y gallinas
Granja con gallinas y pollos/Foto: Pixabay

La normativa europea para el etiquetado de las carnes, cuando efectúa la categorización de los pollos, no hace distinciones del pollo en relación a su color amarillo o blanco. Esta se efectúa en función de cómo ha sido criado, que es lo que más debe importarnos en el momento de elegir unos u otros.

En consecuencia, se distingue entre pollos alimentados con un porcentaje determinado de cereales, en gallinero de interior de manera extensiva, en gallinero con salida al exterior y criados directamente en libertad. Estas categorías recuerdan a las que se utilizan para determinar de qué tipo de gallinas proceden los huevos que compramos, desde las criadas en exclusiva en interior en granjas intensivas hasta las criadas en total libertad.



Silvia Pato

Escritora y redactora gallega. Autora de los libros Las nueve piedras y El Libro del Único Camino, así como de numerosos relatos en revistas de género, colabora asiduamente con sus artículos y columnas de opinión en diversos medios digitales. Con la pasión y la curiosidad que la caracterizan, descubre el mundo a través de su historia, su cultura, sus lugares y sus gentes para difundir y compartir todo tipo de sensaciones y hallazgos. Porque todo viaje comienza con un solo paso.

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