Ahorrar agua no solo es importante para nuestro bolsillo, ya que un menor consumo se refleja en una factura más económica cada mes, sino que resulta fundamental para el cuidado de nuestro planeta. Nadie puede dudar de que el agua es uno de nuestros bienes más preciados y que no debemos desperdiciarlo.
Para ayudarte en esta labor, te ofrecemos estos consejos sobre cómo regar tus plantas para ahorrar agua, sin olvidarnos de aquellos que disfruten de un jardín.
Reutiliza el agua
Hay una forma de ahorrar agua que, en ocasiones, se pasa por alto. Nos referimos a su reutilización. No debemos olvidar que las plantas no necesitan agua potable, por lo que puedes reutilizar agua de lluvia o agua que has utilizado para aclarar o limpiar, siempre y cuando no tenga jabón o detergente.
También puedes aprovechar el agua de cocer alimentos, el agua del deshumidificador en caso de que dispongas de él o el agua del grifo que dejas correr mientras no sale caliente.
Por lo que respecta al agua de lluvia, si tu vivienda te lo permite, puedes colocar una regadera o un cubo en la terraza, el balcón, el patio o el jardín para recogerla y, después, utilizarla para regar. Otra opción es preparar un barril o recolector de agua.
Selecciona un sistema de riego eficiente
Entre los distintos sistemas de riego que puedes instalar para ahorrar agua, el más eficiente es el de goteo. El sistema de goteo es un método que puedes adoptar tanto para las macetas como el jardín o el huerto, sea del tamaño que sea. Contribuye a mantener el nivel de humedad y no es necesario disponer de mucha presión de agua.
No obstante, si cuentas solo con un par de plantas o un pequeño grupo de ejemplares en macetas puedes utilizar una regadera midiendo muy bien el agua a derramar y aprovechando la que recoges de la lluvia o de otros usos.
En lo que respecta al césped, si no quieres desperdiciar agua, olvídate de la manguera y programa y coloca los aspersores por el jardín de una forma adecuada, de manera que sea derramada en los sitios exactos y no termine por paredes, caminos o ramas. Tendrás que comprobar con frecuencia que está bien ajustado para no llevarte una sorpresa a la hora de regar el jardín. Por último, un buen truco para saber si el césped necesita ser regado es caminar sobre él: si tus huellas quedan marcadas, el césped pide agua.
Elige el mejor momento para regar las plantas
De poco servirá el sistema de riego elegido si lo haces a pleno sol y con altas temperaturas, que solo conseguirán que la mayor parte del agua se evapore y no llegue a tocar el suelo. Lo mejor es regar cuando no hace viento en el exterior, ya que este contribuye a que la mitad del agua se vaya para otro sitio, así como regar en las primeras horas del día o al atardecer. Además del ahorro de agua, evitarás que las gotas sirvan como una lupa y quemen las hojas de las plantas si hace calor.
De igual modo, si se trata de plantas de exterior y ha llovido durante la noche o por la mañana, ten en cuenta que es muy probable que no necesites regar, así que ahorra agua para otro día.
Coloca un suelo acolchado
Si formas un lecho a los pies de la planta, con corteza de pino, gravas, mantillo, paja o similar, contribuirás a que se mantenga la humedad y el agua no se evapore a gran velocidad. Esta opción resulta especialmente útil en los jardines, grandes macetaas y jardineras. Además, si dejas las ramas bajas y no las podas, la humedad del suelo también se mantiene, por lo que solo debes eliminarlas cuando sea estrictamente necesario.
Agrupa las plantas según sus necesidades
Si en tu casa hay muchas plantas o un buen jardín y tienes la posibilidad de distribuirlas gracias al espacio del que dispones, ten en cuenta que su colocación también contribuirá a que ahorres agua. Si agrupas las especies que necesitan una cantidad similar te facilitará el riego por zonas o incluso la colocación más adecuada de algún sistema de goteo.
Organiza así una zona húmeda, otra intermedia y otra más seca. Además, aquellos ejemplares que necesiten más agua es conveniente colocarlos cerca del césped, ya que este tiene que ser regado con frecuencia.
Asimismo, debes tener en cuenta que las plantas autóctonas se adaptan por completo al entorno, por lo que necesitarán menos agua, mientras que las de otras zonas climáticas pueden requerir mayor cantidad. Además, la flora autóctona contribuye a cuidar el medio ambiente, proteger la biodiversidad y evitar las especies invasoras.