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El Vía Crucis de la favela

Los habitantes de A Rocinha, en Río de Janeiro, representan una Pasión de Cristo realista y alejada de los tópicos religiosos

HENRIQUE MARIÑO

La favela de Rocinha es una ciudad vertical que se extiende por el morro más popular de los muchos montes que quiebran el cielo de Río de Janeiro.

En Semana Santa, sus vecinos intentan arrinconar en uno de los cajones de su memoria las penurias diarias para celebrar su particular vía crucis, que convierte esta villa miseria brasileña en el escenario de la Pasión de Jesucristo.

Actores y vecinos se confunden entre la multitud para narrar las últimas horas de Jesús. En apariencia, nada que difiera de un Viernes Santo de cualquier lugar del mundo, excepto por un factor determinante. En la Vía Sacra de Rocinha, la mayor favela de Brasil, confluyen realidad y ficción.

Así, junto a los actores de la Compañía de Teatro Roça Caçacultura, intervienen vecinos que, de alguna forma, purgan sus males y pecados durante la representación. Corrupción, delincuencia y vicios personales se entremezclan con las clásicas estampas de Semana Santa.

En años anteriores, por ejemplo, los soldados romanos eran representados por militares con fusiles, una crítica a la represión que sufren los habitantes de esta comunidad, que pretende huir de la imagen que relaciona la favela con el tráfico de drogas. Judas, por su parte, ha llegado a ser encarnado por borrachines arrepentidos de las faltas provocados por la cachaça. Y así.

La celebración, seguida desde 1992 por miles de personas, trasciende la temática religiosa al abordar el vía crucis como una reflexión sobre la cultura y la vida cotidiana de los habitantes del barrio, según los responsables de la iniciativa, que pretenden desembarazarse también de la asociación entre clase popular y violencia. Y demostrar, además, que en la necesidad también aflora la creatividad y la iniciativa propia.

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