Este artículo se publicó hace 15 años.
Valladolid redescubre la vocación rupturista y provocadora del Grupo Zaj
El arrebato rupturista y provocador que desde 1964, año de la fundación del Grupo Zaj, ha caracterizado a este movimiento de vanguardia disconforme con el arte de su tiempo, redescubrirá la ciudad de Valladolid hasta el próximo 24 de enero a través de un conjunto de serigrafías de gran tamaño.
Hasta una treintena suman esas obras de arte, cedidas para la ocasión por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y que en su día puso en sus manos el coleccionista italiano Francesco Conz, editor de buena parte de las obras del Grupo Zaj, un movimiento artístico "prácticamente desconocido en España, incluso para el especialista".
Así lo ha testimoniado este mediodía, durante la presentación de la muestra, Javier López-Roberts, subdirector del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que la ha definido como "provocadora, controvertida y peculiar", ya que su contemplación "no deja indiferente a nadie" al margen de gustos o predilecciones estéticas.
Dos compositores españoles, Juan Hidalgo y Ramón Barce, más uno italiano, Walter Marchetti, instituyeron Zaj en 1964, al que tres años más tarde se sumó la 'performer' Esther Ferrer, Premio Nacional de Artes Plásticas, y posteriormente José Luis Castillejo para expresar su rechazo "antes y aún ahora" hacia el arte de vanguardia en boga.
"Ponen en cuestión el arte contemporáneo, al que se enfrentaron y todavía se enfrentan", y encarnan valores "que no responden a los estereotipos clásicos", ha manifestado López-Roberts acerca de unos creadores que "sacan su visión de las cosas, de los sentimientos, de los momentos".
En ningún caso, ha aclarado el subdirector del Círculo de Bellas Artes, "han pretendido dar consignas ni aleccionar, de decir lo que es bueno o malo: es una forma de ser y de estar".
Las serigrafías, de tamaño mural, juegan con frases y piezas geométricas de diferentes colores, tamaños y formas.
En medio de la exposición destacan varios pianos de colores, uno de ellos de cola, con teclados de diferente concepción artística y que remiten al origen musical del Grupo ZAJ, aunque sus integrantes extendieron sus disconformidad hacia la literatura y las artes plásticas.
El piano, según López-Roberts, opera como "símbolo burgués y genio musical", ha añadido.
El Zaj, influido en gran medida por el neodadaísmo y el zen, participó también de la obra del compositor americano John Cage, a quien Hidalgo y Marchetti conocieron en 1958 y que representó una fuente de inspiración definitiva en su gestación, según fuentes de la organización.
Cuando Hidalgo y Marchetti se establecieron en España, a partir de 1960, entraron en juego una serie de circunstancias que propiciaron el nacimiento del grupo: el impulso que la vanguardia vivía en estos momentos afectó tanto a la música como a la literatura y las artes plásticas, cuyas iniciativas entraron en contacto.
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