La turca premiada en el Festival de San Sebastian abre 'La caja de Pandora'
'7 minutos' es la comedia española romántica para treintañeros que esta semana se las verá en las pantallas con 'Cleaner', lo último de Samuel L.Jackson
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LA CAJA DE PANDORA, por Sara Brito
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Era sólo cuestión de tiempo que la directora turca, Yesim Ustaoglu , decidiera hacer un filme en el que el alzhéimer fuera una metáfora central. No en balde, la memoria (colectiva e individual) y la identidad son dos de las preocupaciones de esta mujer de 49 años, arquitecta y cineasta destacada de la nueva ola de cine turco. Si en Journey to the Sun (1999) se trataba de un viaje al Kurdistán turco que ponía de manifiesto la memoria devastada de un pueblo, en ‘Waiting for the Clouds' (2003), la directora examinaba, a través de la historia de una mujer turca que decide reconocer sus raíces griegas, las paradojas que brotan del choque entre identidad y política. Ahora, en La caja da Pandora, con la que, contra todo pronóstico Ustaoglu ganó la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián, la pregunta central es quién olvida más: una anciana de 90 años con alzheimer o sus hijos, que ya no recuerdan quiénes son.
La caja de Pandora es un drama familiar que pone en juego a tres hermanos de cuarenta y tantos años que se reúnen para buscar a su madre, presuntamente perdida en la aldea de montaña cerca del Mar Negro en la que vive. Una vez juntos, no tardará en ponerse de manifiesto la tensión entre ellos, como si se hubiera abierto la caja de Pandora. A la falta de comunicación y a las frustraciones que carga cada uno, se suma el que parece el mayor de los problemas: la enfermedad degenerativa de su madre, que les obliga a llevársela a Estambul y alejarla del lugar en el que creció y donde desea morir. Paradójicamente, y a pesar de su galopante pérdida de memoria, la anciana será la única que parezca tener control sobre su vida, y también la que vaya entregando lecciones como panes a sus hijos, perdidos y ahogados en sus respectivos vasos de aguas.
Al filme, que se impuso en Donosti a otro retrato familiar, la aplaudida Still Walking, de Hirozaku Kore-eda, le salva un humor fino y la verdad en el retrato de una clase media maniatada y amargada. Y como no, la presencia rotunda de Tsilla Chelton, la actriz francesa que compartió con Mellisa Leo (Frozen River) el premio a Mejor Actriz en Donosti, por su papel de la madre/abuela aquejada de alzheimer. Pero, a pesar de haber cautivado a un jurado presidido por Jonathan Demme , La caja de Pandora está lejos de ser la mejor obra vista en aquel Festival. El tono no acaba de cuajar, ni en su vertiente contemplativa ni en la más costumbrista. Los subrayados dramáticos tampoco le hacen un favor, ni logran emocionar más allá de la presencia de Chelton (siempre emotiva). Ustaoglu incide una vez más en la pérdida de las raíces en una modernidad que es casi tan tediosa, como algunos pasajes de su filme.
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LA ACTRIZ
Ustaoglu buscaba para el personaje de ‘La caja de Pandora' era una "mujer montaña". Después de un año, dio con Tsilla Chelton, una actriz francesa de 90 años, con seis décadas de interpretación a sus espaldas, pero apenas premios. En teatro, su repertorio ha estado unido a Ionesco, de quien ha representado once obras durante cinco décadas. En cine, ha trabajado, entre otros, con Chabrol, aunque es en la televisión donde ha realizado gran parte de su carrera.
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Nueva producción (es un decir, se estrena con dos años de retraso) surgida al rebufo de C.S.I. (en este caso aderezada con un poco del ‘soft gore' de Dexter), Cleaner se aprovecha del tirón de la criminalística para rebuscar en el ‘neo noir'. Al final, lo único ‘noir' es la piel de Samuel L. Jackson y lo único ‘neo', que la mayor parte de la acción (como en clásicos del género como Reservoir Dogs o La última seducción), sucede de día. El director parece olvidar que más allá de una estética, el género policíaco es una ética: la que marcan los tipos malos que acaban siendo buenos a su manera y las mujeres tan bellas como desesperadas. Por más que se esfuerce, Samuel L. Jackson, el protagonista, nunca supura maldad a los ojos del espectador, ni Eva Mendes perversa seducción. Si a ello le sumamos un argumento en el que las pistas falsas son más falsas que los pechos de Yola Berrocal obtenemos un thriller demasiado insustancial.
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EL DIRECTOR
El finlandés Renny Harlin tiene encima el sambenito de haber dirigido uno de los mayores fiascos de la historia reciente de Hollywood (La isla de las cabezas cortadas, 1995). Sin embargo, con poco dinero (no es el caso de ‘Cleaner') se las apaña mejor que bien. Su próximo estreno será 12 Rounds, con el wrestelmaníaco John Cenna, calificada por algunos como una copia de La jungla III (anabolizada). No en vano, el mejor filme de Harlin hasta la fecha ha sido La jungla II.
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Ya era hora de que el cine de género español fantaseara con los No-Do, los siempre inquietantes noticieros franquistas. Y tenía que ser Elio Quiroga, el canario que en 1996 sorprendió dentro y fuera de España (sí, también a Quentin Tarantino) con la original Fotos, ópera prima que adelantó el boom del cine de terror en nuestro país. Pero, francamente, el realizador de La hora fría (2006) se mueve en No-Do hacia un territorio más conformista, menos personal y más deseoso de cuajar en el cine comercial.
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Quiroga plantea la historia de Francesca (Ana Torrent, alegra su regreso) que se muda con su marido y su bebé a un caserón que esconde una historia de viejos milagros acallados por la iglesia, pero de los que quedan grabaciones secretas. El filme responde uno a uno a los cánones de las películas de casa encantada, pero sin novedad alguna. Interesante es su espíritu anticlerical, su lectura política y su factura visual, pero la previsibilidad y un final sin fuerza dejan un regusto agridulce.
EL DIRECTOR
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Después de tres filmes estimados entre los aficionados al género, pero no tanto por la taquilla, Quiroga busca un plan B. El canario podría seguir los pasos de Juan Carlos Fresnadillo y pasar a engrosar la nutrida diáspora de jóvenes cineastas españoles que están preparando proyectos en Hollywood (Luis Berdejo o Gonzalo López Gallego por poner dos ejemplos). Quiroga está leyendo guiones y ha adelantado que ha mantenido reuniones con Michael Bay (Transformers), entre otros.
TE QUIERO TIO, por Carlos Prieto
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Tras parir algunas de las comedias juveniles (o comedias a secas) más tronchantes de los últimos años (Paso de ti, Lío embarazoso o la imprescindible Supersalidos), la factoría auspiciada por el productor y director Judd Apatow ataca de nuevo con una parodia sobre un tema que ya estaba presente en su filmografía anterior -la amistad masculina- pero que no había sido parodiado hasta ahora de un modo tan frontal y consciente.
Aconsejado por su futura esposa, un hombre sin amigos decide echarse unos colegas como Dios manda antes de casarse. La cosa, claro, se le irá totalmente de las manos. Tras una primera parte repleta de gags delirantes sobre la ridiculez de ciertas convenciones y costumbres masculinas, el filme abandona finalmente su línea más ácida para caer en algunos tics de la comedia romántica más convencional y conservadora. Conclusión: los últimos filmes de la factoría Apatow basculan entre la carcajada brutal y el agotamiento de la fórmula.
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EL REPARTO
Parte de la plana mayor de la Nueva Comedia Americana se da cita en Te quiero, tío . Encabezan el reparto del filme dos rostros inevitables en cualquier producto de la factoría Apatow: los ya célebres cómicos americanos Paul Rudd (Paso de ti) y Jason Segel (Lio embarazoso), apoyados para la ocasión por Rashida Jones (Las novias de mi novio), Jaime Pressly, de la serie de culto Me llamo Earl, Jon Favreau (Como en casa en ningún sitio) y J.K. Simmons (‘Spider-Man 3').
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SIETE MINUTOS, por Carlos Prieto
Enredos amorosos en torno a un grupo variopinto de hombres y mujeres que se apuntan a una agencia de citas rápidas para buscar pareja. Pese a que cada uno busca una cosa diferente -uno acaba de ser abandonado por su esposa, otra le pide demasiado a la vida, un tercero oculta un oscuro secreto y, como colofón, un cuarto, que vive con un hombre, no está seguro si le gustan las mujeres- todos acabarán triunfando de un modo u otro. Vodevil a la española coescrito por la actual ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que, en lugar de apuntarse a la comedia juvenil desaforada que ha arrasada en los últimos meses (Mentiras y gordas, Fuga de cerebros), se zambulle en la comedia romántica costumbrista para treintañeros, practicada antes por directores como Emilio Martínez Lázaro o Fernando Colomo (y su, al parecer, incombustible comedia madrileña). Nada nuevo bajo el sol. Atentos a la taquilla.
EL REPARTO
Reparto repleto de rostros conocidos de la comedia española reciente: Luis Callejo (El club de los suicidas), Pilar Castro (Gente de mala calidad) o Cristina Alcázar (Al final del camino). Les acompañan Toni Acosta (Luz de domingo), ganadora del premio a la mejor actriz de reparto en el Festival de Málaga por su papel, y los televisivos Juan Manuel Cifuentes (El síndrome de Ulises), Pedro Casablanc (Hospital Central) y Antonio Garrido.