Este artículo se publicó hace 10 años.
El traslado del cadáver de Excalibur se salda con dos heridos entre gritos de "asesinos"
Gritos de "asesinos" despidieron al perro Excalibur en las puertas de la urbanización de la localidad madrileña de Alcorcón donde vive su dueña, la auxiliar de enfermería infectada de ébola. El cadáver del animal, que fue sacrificado dentro de la vivienda por miembros del laboratorio de Seguridad Biológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, fue trasladado a una incineradora de Paracuellos del Jarama en una furgoneta blanca a la que se le habían tapado las lunas para impedir que se viese el interior del vehículo. Se cumplía así la orden de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ratificada por un juzgado de la capital, que había ordenado matar al perro y luego incinerarlo.
"Desgraciadamente no ha quedado más remedio", declaró el consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, en la Asamblea de Madrid. Una opinión que no comparten las asociaciones en defensa de los animales ni el marido de la auxiliar de enfermería, aislado en el Hospital Carlos III, que rechazó el sacrificio cuando fue consultado al respecto. Fue necesario entrar por la fuerza al piso, donde Excalibur permanecía solo, pues sus dueños están ingresados.
Dentro, fue sedado antes de su sacrificio para evitar que sufriese, según un comunicado de la Consejería de Sanidad, que asegura que el cuerpo fue posteriormente introducido en un dispositivo precintado de seguridad biológica y trasladado para su incineración. "De acuerdo con los hallazgos científicos disponibles", justificó la Consejería, suponía "un posible riesgo de transmisión de la enfermedad al hombre".
Durante la salida, una manifestante sufrió un desmayo y otro resultó herido, por lo que tuvo que ser trasladado en ambulancia a un centro médico. Unos activistas aseguran que fue golpeado por la policía, mientras que otros testigos, citados por Efe, afirman que se hirió al caer al suelo cuando arrancó la furgoneta. El hombre, de unos treinta años, quedó tendido inconsciente en el asfalto sobre un charco de sangre, procedente en apariencia de una herida en la cabeza (vídeo).
Amanda Romero, portavoz de la organización Igualdad Animal, criticó la agresividad de la policía y el establecimiento de un cordón policial alrededor del edificio. "Llevamos aquí todo el día y no nos iremos", afirmó poco antes de la salida de la furgoneta, consciente de que Excalibur no era entonces más que un cadáver. Aun así, los activistas concentrados trataron de evitar la salida aferrándose al vehículo.
Protesta contra el sacrificioDesde esta mañana, un grupo de personas protestó ante el edificio contra el sacrificio del animal, cuya salida, al filo de las 18.30 horas, desató la rabia de los manifestantes, controlados por los antidisturbios, que desplazaron cinco furgonetas al lugar. A primera hora, hubo intentos de la policía de dispersar a los concentrados y, cuando los agentes abortaron una sentada, una mujer mayor se cayó al suelo y fue trasladada a un centro médico con dolores en un brazo.
El retraso del traslado del perro se retrasó toda la mañana a la espera de que se resolviesen un recurso contra la orden autonómica, que fue rechazado, y una solicitud de suspensión como medida cautelar, según indicó a Efe el abogado del Pacma, Daniel Dorado. Además, los bomberos municipales exigieron trajes con la protección adecuada antes de entrar en la vivienda.
Pedro Campos, portavoz de CCOO en el Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid, cree que la manera de actuar fue "una barbaridad" y defiende que el perro debería ser puesto en cuarentena. "Sacrificarlo para desviar la atención no tiene sentido", añade Campos, quien ha criticado la "improvisación" y la falta de información a la que se enfrentaron sus compañeros de Alcorcón.
"Quiero dejar claro que los bomberos de la CAM no han participado en la apertura de la puerta, aunque esta mañana preguntamos a la Jefatura si disponíamos de protocolos para el ébola y simplemente nos dijeron que el oficial de guardia nos informaría llegado el momento". Campos insiste en que, aunque cuenten con material específico para riesgos bacteriológicos, no saben cómo actuar ante las enfermedades infecciosas. "Si nosotros no tenemos protocolos de actuación, estoy seguro de que los bomberos de Alcorcón tampoco, porque es un parque más pequeño", concluye.
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