Este artículo se publicó hace 15 años.
The Matrix, décimo aniversario del futurismo marcial
La película de los hermanos Wachowski ganó cuatro Óscar, recaudó 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del siglo XXI
Ganó cuatro premios Óscar, recaudó más de 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del futuro. La simbiosis entre espectáculo audiovisual y filosofía de The Matrix, todo un fenómeno de la ciencia ficción, cumple este martes diez años de su estreno.
Desde la cibernética imagen del comienzo, cuyas letras y números en verde sin orden aparente sirvieron luego como icónico fondo de pantalla para miles de ordenadores, hasta su trepidante y romántico desenlace, The Matrix, a pesar de su estreno en 1999, es puro cine del siglo XXI.
Thomas Anderson (Keanu Reeves), cuyo alias es Neo, descubre gracias a Morfeo (Laurence Fishburne), considerado el sujeto más peligroso por las autoridades, que el mundo en el que vive es una ilusión generada por ordenador, puesta ante sus ojos para ocultar la verdad.
Esa verdad es que los seres humanos son esclavos de las máquinas, que se rebelaron en un momento de la Historia. Como se explica en el filme, "existen campos interminables donde los humanos no nacemos. Se nos cultiva".
Mientras tanto, la población vive en una realidad virtual, la misma que distrae las mentes humanas (en una actualización del mito de la caverna de Platón) mientras los cuerpos son empleados como fuente de energía para mantener el funcionamiento de las máquinas.
Y ahí comienza la misión, repleta de símbolos cristianos, para Neo (anagrama de One, el elegido), que debe liderar la lucha por la libertad de la humanidad desde la ciudad de Sión, con la ayuda de Trinity (Carrie-Anne Moss).
"Imagino que ahora te sientes un poco como Alicia, cayendo por la madriguera del conejo", le espeta en su primer encuentro Morfeo a Neo, la misma sensación que se tiene al ver por primera vez este cóctel de referencias a títulos clásicos.
Aficionados y detractoresLos hermanos Larry y Andy Wachowski, directores y guionistas del filme, trufaron su obra, que posee tantos aficionados como detractores, con homenajes al cine que aman.
Ya sea con los dilemas acerca de la inteligencia artificial, como en Terminator, el aspecto visual (pasado por la túrmix cyberpunk) que recuerda a Blade Runner, el parásito que se introduce en el cuerpo humano, al contrario que en Alien, o la persecución por los tejados a lo Vértigo.
Este thriller, de atronadora banda sonora y repleto de imaginación, combina las premisas de la ciencia ficción tradicional con una tecnología en efectos visuales nunca vista hasta entonces.
Destaca la técnica llamada bullet-time photography, una extremada ralentización asistida por ordenador que registra hasta 12.000 fotogramas por segundo, usada en escenas como en la que Neo logra esquivar las balas de uno de sus enemigos.
Convergencia culturalA medio camino entre un relato futurista de Philip K. Dick y el cine de artes marciales de Hong Kong, el resultado final de la obra de los Wachowski abrió el debate sobre la convergencia cultural, entendida como una participación mucho más global en sus manifestaciones.
Alrededor de la franquicia (tras The Matrix llegaron The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions, ambas de 2003), se creó todo un imperio basado en cómics, webs, anime y videojuegos, que eran partes ineludibles a la hora de comprender todo el universo de la saga.
Esas piezas del puzzle, que hacían referencias las unas a las otras creando una narrativa común, llevaban la historia hacia terrenos inexplorados en la trilogía, lo que propició que la acogida de los dos siguientes filmes no fuera tan cálida, puesto que daban por sentado algunos detalles que el gran público desconocía.
Aleluya, la realidad era estoAsí lo explica Henry Jenkins, fundador del programa de Estudios Culturales de los Medios en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en el libro Convergence Culture: "Muchos críticos machacaron las secuelas porque no eran lo suficientemente lógicas en sí mismas y bordeaban la incoherencia", agregó.
"¿Crees en el destino?" "¿Crees que tienes el control de tu vida?" "¿Qué es la realidad?" Son algunas de las reflexiones que lanza la película a lo largo de sus 130 minutos, antes de que Neo, convertido en mesías, se dirija susurrante al espectador y emprenda el vuelo.
"Vengo a enseñaros un mundo sin reglas, sin controles, sin fronteras... donde todo es posible. ¿A dónde vamos después? Es una decisión que os dejo a vosotros".
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