Este artículo se publicó hace 15 años.
Testimonios contra la Policía por la muerte acaecida en Londres
Los agentes, presuntamente, golpearon al británico antes de sufrir un infarto
Un residente de la City de Londres que murió por fallo cardiaco durante la manifestación del G-20 del miércoles fue víctima de la violencia policial, según han declarado varios testigos. Los testimonios ponen en cuestión la versión de Scotland Yard, que relacionó la muerte de Ian Tomlinson con causas exclusivamente naturales.
La autopsia policial indica que Tomlinson sufrió un infarto, que causó su muerte. No participó en la manifestación, como se creyó en un principio, y se vio envuelto en los disturbios junto al Banco de Inglaterra cuando regresaba a casa del trabajo. Su muerte es objeto de una investigación de la Comisión Independiente de Quejas a la Policía.
Según el dominical The Observer, asistentes a la manifestación aseguran que Tomlinson fue aporreado por la Policía antes perder el conocimiento. Los testigos coinciden en que los antidisturbios actuaron con agresividad contra la víctima, empujándole violentamente y golpeándole "muy cerca de la cabeza", tal y como sugiere una fotografía publicada ayer, en la que se ve a Tomlinson en el suelo, a pocos pasos de seis agentes con porras.
El artículo cuestiona también que los manifestantes lanzasen botellas contra dos agentes paramédicos que acudieron en su socorro, tal y como sostiene la Policía.
Los agentes acorralaron a los manifestantes junto al Banco de Inglaterra, sin permitir la entrada o salida de la zona. El encierro duró siete horas, dando pie a enfrentamientos intermitentes.
Polémica por la táctica ‘Kettle’La Policía empleó en la City de Londres la llamada táctica ‘Kettle’, una polémica maniobra que consiste en acordonar a todos los asistentes a una manifestación. El cerco, según explica Scotland Yard, impide que elementos radicales se dispersen del núcleo pacífico de un acto de protesta.
Evita también la fusión de distintas concentraciones. La ‘Kettle’ es un aparato casero para hervir agua y, como sucedió en Londres, no calma los ánimos, sino causa ebullición.
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