Este artículo se publicó hace 13 años.
Teoría de lo invisible
La realidad se inventa. Incluso más allá: hasta la verdad podemos inventarla. Lo decía Antonio Machado. La lección del maestro se la han aprendido bien los herederos de sus enemigos de entonces. Esos herederos cumplen a rajatabla una de las normas más estrictas del cinismo: digamos mentiras a mansalva para construir la verdad. La machacona insistencia en las consignas que protagonizan los voceros del PP no es más que eso: la virtud es lo que ellos ofrecen y representan mientras los otros lo único que pueden mostrar es la inhóspita rabia de los perdedores.
Al abrigo de un poderío que parece no tener fisuras (ni Gürtel ni leches), se dedican a incordiar la realidad (ya en sí misma bastante rara) y dibujar un paisaje en que la única tabla de salvación que se tiende sobre las alborotadas aguas de las crisis es la suya. La razón está de su parte y todos los demás habitamos el más atrabiliario de los delirios. En las campañas electorales, lo razonable sería que los medios públicos de comunicación respetaran las diversas opciones ideológicas y políticas y presumieran de no inventar interesadamente la verdad sino de dotarla de la nobleza que esa verdad se merece.
Desde que el PP gobierna la Generalitat Valenciana, Canal 9 se ha convertido en la frontera que divide la dignidad del oficio periodístico y la más absoluta de las desvergüenzas. Cierto que en la etapa socialista se asentó un modelo de televisión frívolo y chabacano, incluso con una dosis provocativa de censura lingüística, que sirvió de pie para quienes vinieron luego. Eso no lo olvidamos, faltaría más. Pero lo de ahora riza todos los rizos de la destroza moral en lo que toca a exigir seriedad a un medio que no es de un partido ni de un gobierno sino de todos y cada uno de nosotros.
La realidad de Canal 9 no es la realidad sino la catadura rufianesca de una infamia. Su nómina se amplía cada día con militantes o simpatizantes del PP cuyo único mérito profesional es precisamente ese: la lealtad inquebrantable a quien les suelta la pasta todos los meses. La verdad les importa una mierda a los responsables y gregarios de ese submundo furibundamente sectario que después de los debates electorales marcados por la ley dejará a los partidos de izquierda tumbados en la cuneta de la invisibilidad televisiva. Y luego llega Cospedal y dice que TVE no es neutral, que sus modelos son Canal 9 y Telemadrid. ¡Menuda vista tiene la señora, menuda vista!
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