Tanque lleno, cartera vacía
A pesar de la crisis, la afluencia de moteros en Jerez crece cada año
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En unos cuantos kilómetros cuadrados, fiesta y espectáculo para no parar: feria en Sevilla y Rota, motos en Jerez. El plus del puente hace del suroeste de Andalucía un hormiguero este fin de semana. Mucha gente pero poco dinero. La afluencia de moteros crece cada año. La romería de San dos ruedas gana en adeptos cada vez más: "Esto no me lo pierdo yo por nada. Nada de Romerijo a comer marisquito en el Puerto. Mucho bocata y lata de cerveza", reconoce un motero en un área de servicio a una media hora del circuito. Este año la curva más cerrada y peligrosa se llama crisis.
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Jerez. Tierra de vino, caballos y motos. Así es desde hace 23 años. No hay Gran Premio que concite esta expectación en el Mundial.
La marcha hacia la Catedral repite las imágenes de todos los años. Los fanáticos de Pedrosa, Lorenzo o Rossi son los amos del territorio. En la autopista un carril les pertenece, en la gasolinera un surtidor les alimenta en exclusiva, en los bares monopolizan las terrazas. Y ruido, mucho ruido. Todo el que pueden hacer 55.000 motos que han puesto rumbo el fin de semana hasta la primera prueba europea del Mundial. En los puentes sobre la autovía siguen atentos los aficionados que dan la bienvenida a los pilotos y esperan de propina alguna pirueta de los más osados. Pero este año, al menos en la carretera, la cosa parece estar más tranquila.
Fiesta, con control
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No es por falta de ganas pero un ejército de guardias civiles y policías peina estos días la carretera en busca del imprudente. Dos millones de euros cuesta el dispositivo que el Gobierno ha montado para organizar la concentración. El Ministerio del Interior movilizará 3.551 personas, 858 vehículos y siete helicópteros
El tiempo acompaña. 40 días antes del 40 mayo hay que quitarse el sayo por estos lares. El viento de levante trae la primera calor de la temporada. Los monos atados a la cintura y mucha agua para aliviar la temperatura. "Mucha gente se piensa que somos unos locos que venimos a emborracharnos y a hacer locuras. La mayoría venimos a ver el espectáculo sin jaleos", comenta una chica valenciana antes de arrancar su moto.
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Sin embargo, la tarde noche del jueves empieza el bullicio en algunas avenidas de Jerez que llevan hasta el circuito. Comienzan los primeros intentos de carreras y gymkhanas ilegales. El control sobre las calles jerezanas y del Puerto de Santa María es mayor cada año. Los imprudentes tienen cada vez más difícil encontrar un circuito donde exhibir sus excesos. En un área de servicio un valiente subido en el sillín intenta acelerar la moto con el pie ante los gritos de los presentes.
La crisis motera
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El calor viene bien para los moteros. "Venimos con intención de dormir en un camping o, si tenemos mucha suerte, en una pensión de las más baratas que haya. Venimos con más gasolina que euros", bromea un madrileño encima de una espectacular moto.
No se recuerda el año en que haya aún habitaciones libres de hotel en las localidades del entorno del circuito o que las inmobiliarias se hayan quedado llave en mano en espera de inquilinos para alquilar pisos durante el fin de semana. El negocio ha bajado en algunos casos en un 100%, un verdadero mazazo para el sector que sacaba buena tajada del Gran Premio. En Valdelagrana, una zona playera a pocos kilómetros del circuito, aún había el jueves estridentes carteles naranjas en busca de ocupantes para las viviendas.
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Desde las inmobiliarias cuentan que se ofertan apartamentos por la mitad de dinero que otros años, pero ni aún así se consiguen colocar. "Otros años podías ahorrar durante varios meses y pasarte aquí un fin de semana de rey, pero ahora mismo no me puedo permitir ese lujo. Hay que recortar presupuesto, pero venir, eso no falla", cuenta Juan, de Almería.
Aunque los moteros también se aprietan el cinturón, las ganas de fiesta no están en recesión. Nadie se reconoce pedrosista o lorenzista, son incapaces de quedarse con uno. Animarán al que vaya delante y pueda con el ogro Rossi.