Este artículo se publicó hace 14 años.
Sudáfrica, dos realidades y una misma pasión por los "bafana bafana"
La pasión por el Mundial y la selección de Sudáfrica une estos días a dos comunidades que conviven en un país en el que todavía son patentes las diferencias raciales y la falta de comunicación entre blancos y negros.
En una granja situada cerca de la localidad de Vlakfontaine, a unos 85 kilómetros al noroeste de Sudáfrica, un grupo de hombres negros se preparan para ver el partido.
Sentados sobre unos sacos de grano, estos ocho trabajadores agrícolas y un niño esperan impacientes el inicio del partido inaugural de "su" Mundial, que enfrenta a Sudáfrica y México, pero la señal de televisión apenas permite ver y oír algo entre tantas rayas y ruido.
Ante este imprevisto, uno de ellos, el más habituado a tratar con las máquinas, se sube al tractor situado estratégicamente junto a la antena e intenta orientarla con las indicaciones de sus amigos que esperan en el interior del granero.
La vestimenta es la habitual de los trabajadores, un calzado tosco pero abrigado y un mono azul que necesita un buen lavado, aunque dos de ellos, padre e hijo, lucen con orgullo la camiseta de la selección de Sudáfrica.
El primero de ellos, Serame Williams Diale, explicó a Efe que tiene un "buen presentimiento" sobre los "bafana, bafana" y sueña con que Sudáfrica "gane el Mundial y el trofeo se quede en el continente africano".
"Si Sudáfrica gana algo lo voy a celebrar con mi familia, los compañeros de trabajo y amigos", aseguró Serame poco antes de que todos se pongan en pie para cantar el himno de Sudáfrica dentro de ese granero lleno de herramientas de trabajo y olor a pienso.
Lo tienen todo preparado, algo de bebida y una buena ración de chuletas de cordero en una parrillada improvisada para matar el hambre de goles y celebrar una posible victoria.
Unos pocos kilómetros más allá, el dueño de la granja en la que trabajan, Wessel Pistorius, de origen alemán, se reúne con otros propietarios de fincas y hoteles de la zona para una de las pocas cosas que les une hoy en día con la mayoría de la población, el gusto por las barbacoas y la selección de su país.
El local, totalmente diferente, con dos camareros sirviendo tras una típica barra de un "pub" cervezas y otras bebidas alcohólicas de marca.
En el exterior, este grupo de hombres prepara sobre unas brasas bien vivas sabrosas salchichas y hermosos trozos de carne de ternera como las que se crían en los campos de los alrededores.
Uno de ellos, Kobus Van Zyl, explica que suelen hacer este tipo de reuniones a menudo y que el inicio del Mundial es una buena ocasión para que los amigos se reúnan para comer una parrillada.
"Estamos preparando un fuego decente, mezclando madera y carbón, para lograr unas buenas brasas para empezar con la barbacoa", indica mientras un compañero muestra orgulloso la carne que será servida cuando finalice el juego.
Mientras tanto, Sudáfrica y México inician un Mundial de fútbol que, sin duda, puede contribuir a unir sentimientos de dos comunidades que viven separadas en un mismo país.
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