Este artículo se publicó hace 14 años.
Series, televisión...y pasarelas de moda
De 'Los Ángeles de Charlie' a 'Gossip Girl', el estilismo adquiere gran importancia
Rocío Ponce
Quentin Tarantino dijo una vez que el éxito de una película está en que, al finalizar, el espectador quiera vestir como uno de los personajes. Ahora que las series viven una edad de oro, es buen momento para adaptar la frase del director y entender la influencia que ejerce la moda en las audiencias. Aunque no es una cuestión unidireccional, estas series se dirigen a determinados targets utilizando lo más in como reclamo.
Un fenómeno así acaba desarrollando proyectos como El Armario de la Tele, una tienda online que vende las prendas que aparecen en la pequeña pantalla. Su directora de marketing, Claire Poupin, opina que "la gente se interesa por estas series porque la televisión es un gran escaparate y los actores se han convertido en referentes de moda. Por eso queremos vestir como ellos".
Una de las primeras ficciones que prestó especial atención al vestuario fue Los Ángeles de Charlie. Esta producción emitida entre 1976 y 1981 enfundaba a Kate Jackson, Farrah Fawcett y Jaclyn Smith en las tendencias de la época para dar vida a unas detectives irresistibles. Una década después, Darren Star diseñó un producto destinado a convertirse en bombazo: Sensación de vivir, protagonizada por una pandilla de adolescentes pijos de Los Ángeles. En este entorno y como no podía ser de otra manera, los estilismos estaban más que estudiados como los grandes pendientes de Brenda, el look macarrilla de Dylan o las prendas vaqueras que no se quitaba de encima Brandon.
Una de las primeras ficciones que prestó especial atención al vestuario fue Los Ángeles de Charlie
La década de los noventa traería consigo otra gran sorpresa en clave de humor: Friends. Rachel, interpretada por Jennifer Aniston, se ponía lo que pocas se atrevían pero todas querían: lucía mechas, enseñaba el ombligo y hasta hubo una época en la que se olvidaba del sujetador. De un estilo descreído, el personaje evolucionó a uno más sofisticado, pasando de ser seguidora de tendencias a convertirse en referente.
A finales del siglo XX nació una it girl ficticia llamada Carrie Bradshaw, protagonista de Sexo en Nueva York y encarnada por Sarah Jessica Parker. De su mano, la serie logró tocar el cielo de la moda con sus estilismos y con una agresiva utilización de las marcas comerciales para embaucar a sus seguidoras. La culpable fue la estilista y diseñadora Patricia Field, que convirtió la serie en una auténtica pasarela.
Calzarse unos Manolos con un tutú y llevar un bolso de Louis Vuitton dejó de resultar tan lejano. "La ambientación de la serie da la excusa perfecta para colocar vestidos de grandes firmas en un contexto de streetstyle. Algo parecido sucede con las revistas de moda, que muestran prendas que no podemos comprar, pero que nos trasladan a un mundo de ilusión y sueño; al mismo tiempo que nos inspiran para adaptar esos estilos a nuestro armario", apunta Ariadna Ferret, autora del blog www.fashionisima.es.
Cuarta entrega de 'Gossip Girl'Carrie Bradshaw tuvo su final feliz más dos películas de propina. Los fans aún no se habían secado las lágrimas cuando apareció en 2007 su digna heredera, Gossip Girl, cuya cuarta temporada estrena esta noche en España Cosmopolitan TV. Sus protagonistas llevan una vida de excesos, lujo y glamour envueltos en Gucci, Loewe o Dior... sin llegar a la mayoría de edad. Tras sus estilismos se esconde Eric Daman, formado en la escuela de Sexo en Nueva York. Él ha llevado a la calle las diademas de Blair o el estilo chic de Serena.
"Este tipo de series reflejan el interés de diseñadores y marcas por democratizar la moda'"
"Este tipo de series reflejan el interés de diseñadores y marcas por democratizar la moda', que sus detractores ven como una pérdida del aura sagrada que la diferencia y caracteriza", opina Esperanza García Claver, Coordinadora del área de estilismo del IED Moda Lab.
Este fenómeno televisivo se hace evidente cuando se convierte en foco de contagio de una determinada moda. El movimiento va entonces no de la realidad a la ficción (un personaje que viste a la moda), sino de la ficción a la realidad (el personaje se convierte en gurú y referente). Un trasvase de valores, un proceso de transformación y de propaganda que hace que la calle adapte como propia la tendencia elegida.
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