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Sarkozy y Villepin dirimen su rencor ante un tribunal

El Correccional de París juzga si el ex primer ministro intentó hundir la carrera del presidente

ANDRÉS PÉREZ

El ex primer ministro francés Dominique de Villepin se sentó ayer por primera vez en su vida en el banquillo de los acusados de un tribunal penal de París, procesado por su presunta complicidad en la falsificación de un listado bancario que acusaba a Nicolas Sarkozy de tener fondos de reptiles ocultos en paraísos fiscales. Ahora, la presencia de un Sarkozy ya presidente de la República que sigue formulando una acusación particular contra Villepin ha disparado las alarmas sobre la independencia de la Justicia, en este escándalo de Estado de proporciones descomunales bautizado Clearstream 2.

'Aquí estoy por la voluntad de un hombre, por el ensañamiento de un hombre: Nicolas Sarkozy, que es presidente de la República. Saldré de aquí libre e inmaculado, en nombre del pueblo francés'. Las palabras de Dominique de Villepin sonaron alto y claro ante las puertas de la Sala 11 del Tribunal Correccional de París, en cuyo banquillo tendrá que sentarse cuatro semanas. Después la Justicia entregará un veredicto 'en nombre del pueblo francés', y no como en España 'en nombre del rey'.

La falsificación atribuía a Sarkozy cuentas secretas de sobornos

Entre el Rey y el pueblo

La diferencia entre rey y pueblo es importante. Sobre todo para el futuro de Villepin y la credibilidad de la República. Varias voces incluida la defensa se han alzado para señalar que el presidente debería abandonar en este juicio su acusación particular. Ya que es el número uno del Consejo Superior de la Magistratura, y tiene influencia sobre la carrera y la disciplina de cualquier juez. Además, dispone de inmunidad frente a cualquier imputación judicial.

Según la acusación particular de Sarkozy seguida en parte por el ministerio público, desde 2004 el entonces primer ministro estuvo alentando a los servicios secretos franceses a investigar como ciertos unos listados bancarios que ensuciaban a Sarkozy (entonces ministro de Economía), a sabiendas de que eran falsos. ¿Su objetivo? Hundir a un Sarkozy que entonces era el aspirante a la Presidencia, y que a punto estaba de cortar el paso al otro aspirante, el oficial, el propio Villepin.

Villepin sostiene que el presidente no puede ser acusación particular del caso

Según la defensa, el cuadro es muy diferente. Si bien efectivamente Villepin dio orden de investigar en 2004 (cuando sólo era ministro de Exteriores) unos listados bancarios que hoy se saben falseados, eso se debió a que parecían indicar una infiltración masiva de un pagador no identificado, relacionado con una venta de armas francesas a Taiwán, en el aparato de Estado francés al más alto nivel.

El que después se supiera que la cuenta a nombre de 'Nagy' y 'Bocsa' (patronímicos de Sarkozy a su nacimiento) era falaz, no es más que una desgraciada anécdota colateral, según la defensa.

En la peor de las hipótesis, documentada por algunos testigos de la Defensa y acreditada por los periodistas franceses mejor informados, sería el propio Sarkozy ministro de Interior de 2002 a 2004 y de 2005 a 2007 el que habría estado al corriente desde el principio de la maquinación, y habría manejado a un Villepin desprevenido para hacerle morder el polvo.

Con protagonistas así, y con una trama hecha de posibles cuentas bancarias cifradas, servicios secretos turbulentos y una rivalidad política a muerte entre dos hombres que representan dos visiones opuestas de Francia, Clearstream 2 va a ser el juicio de toda una época. La época en la que las ventas de armas de altos vuelos eran financiación de carreras políticas.

Pese a ese cartel de ensueño, hasta ayer los franceses se desinteresaban por completo del juicio, quizá convencidos de que una vez más todo quedará en agua de borrajas. Ahora que lo que está en juego es la independencia de la Justicia y el personalismo de Sarkozy, eso puede cambiar.

Uno de los cuatro abogados de Villepin, Henri Leclerc, subrayó ayer en la vista que, en Francia, 'la Justicia es independiente' y ' esta está garantizada por el presidente de la República', en tanto que número uno del Consejo Superior de la Magistratura. En el caso actual, como Sarkozy es acusación particular, 'un acusador corrobora la culpabilidad, con armas desiguales'.

Jueces apartados

La sospecha va doblada por otra que viene de más lejos. Los listados falsificados llegaron a manos de la Justicia en el marco del sumario por las comisiones que habrían sido pagadas para facilitar la venta de cinco fragatas francesas a Taiwán hace casi dos décadas.

Ese sumario quedó paralizado en octubre de 2006, cuando sólo había salpicado a segundones. Algunos jueces encargados de aquel caso, como Renaud Van Ruymbecke, fueron relevados de sus funciones al verse ensuciados por los listados que resultaron ser falsos. Los nuevos jueces instructores, ese mismo año, dieron prioridad a la investigación sobre la 'denuncia calumniosa', supuestamente destinada a torpedear a Nicolas Sarkozy.

 

 

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