Este artículo se publicó hace 15 años.
Sarkozy se enfrenta a la segunda huelga general en seis semanas
Diputados del partido del presidente francés votan contra sus medidas económicas
Los ocho sindicatos franceses arrancaron anoche la segunda jornada de huelga general en dos meses para obligar al Gobierno a reorientar su política anticrisis en favor de los asalariados. El presidente francés Nicolas Sarkozy intentaba ayer hacer oídos sordos a la protesta de hoy, pero sus diputados lo desautorizaron: en la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional aceptaron una enmienda fiscal para tasar las fortunas en contra de la opinión del presidente.
La convocatoria de huelga arrancaba fuerte ayer, más fuerte que la precedente jornada del 29 de enero, según los sindicatos y la prensa francesa. Se espera un gran impacto en el sector público, transportes, enseñanza y hospitales. La sorpresa podría venir además del sector privado. Según un sondeo del instituto Ifop, publicado por el semanario Paris-Match, un 84% de los ejecutivos y profesiones liberales son ahora favorables a la protesta.
La gran incógnita es saber si las centrales, que presentan una plataforma conjunta y una unidad sin precedentes desde 1966, lograrán hoy igualar o superar la cifra de manifestantes de hace seis semanas. El 29 de enero, más de un millón y medio de franceses salieron a la calle para reclamar a Sarkozy aumentos salariales, el fin de las supresiones de empleo público, fondos para la formación profesional y la anulación del llamado "paquete fiscal", que suprimió buena parte de los impuestos a los más ricos.
"No he sido elegido para aumentar los impuestos", dice el presidente francésSeñal de que la Policía teme fuertes manifestaciones: La prefectura de París prevé no uno sino dos intinerarios de manifestación en la capital, algo que no ocurría desde mayo de 2002, cuando toda Francia se echó a la calle entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales para señalar con claridad que nunca permitiría que el neofascista Jean-Marie Le Pen llegara al Elíseo.
Sarkozy se ha colocado voluntariamente fuera de juego. Anteayer indicó que pase lo que pase no organizará nuevos encuentros con los sindicatos. Ayer se fue a la periferia norte de París, aquejada por un episodio de violencia juvenil, para intentar rescatar su discurso de mano dura. Hoy y mañana estará más en Bruselas que en París.
En una declaración improvisada el martes, hizo saber que "no he sido elegido para aumentar los impuestos". Respondió así a una damanda sindical cada vez más popular que pide suprimir el llamado "escudo fiscal Sarkozy" para las rentas altas, otros regalos fiscales a las clases adineradas. Con esto se podrían liberar 120.000 millones de euros sin agravar déficits, según cálculos del sindicato CGT.
El presidente empezó a quedarse sólo en ese punto ayer. Los diputados de la derecha accedieron a las demandas de la izquierda en la Comisión de Finanzas y aprobaron tramitar, hoy en el pleno, un correctivo presupuestario para instaurar una "nueva contribución excepcional del 5%" para las rentas superiores a 70.000 euros anuales.
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