Este artículo se publicó hace 15 años.
Los santos particulares de Eduardo Mendoza
El escritor presenta 'Tres vidas de santos', su primer libro de relatos
Un obispo desclasado, un hombre perdido en el desierto y un delincuente reciclado son los protagonistas de Tres Vidas de Santos (Seix Barral), el último libro de Eduardo Mendoza y el primero de relatos tras 34 años de intensa carrera literaria. Los tres relatos que contiene el volumen son lo más cercano a la escritura con fines terapéuticos que ha practicado Mendoza en su vida. "En mis novelas nunca he dicho nada que fuera del tipo personal, pero en este libro también hay elementos discursivos. En dos de los relatos hay un momento en que los personajes dan su opinión sobre el estado de las cosas. Esto no lo había hecho nunca y no lo volveré a hacer, es una escapada", explica el autorhoras antes de la publicación de su nueva obra.
De estilo diverso y escritos con décadas de diferencia, lo que da unidad a los tres cuentos es el título, en opinión de su autor. El tercero, titulado El malentendido, es el más reciente. Sus páginas son una reflexión sobre la literatura y su protagonista, Antolín Cabrales, suelta entre otras afirmaciones que "Cortázar es una fanfarronada". Mendoza confiesa que se siente satisfecho con ese personaje aunque subraya que "no se trata de un ajuste de cuentas".
Interesado desde sus inicios de escritor por los personajes que se sienten un poco fuera de este mundo y se cuestionan su lugar en él, Mendoza se entretiene hablando sobre la situación actual de la literatura. "Con tanta reflexión sobre el papel de la literatura y el libro electrónico vivimos un momento de ansiedad literaria. Ahora no sabemos qué significa la literatura, no sabemos dónde colocarla, aunque sabemos que no podemos prescindir de ella", dice.
Éxito de ventas en Polonia por sus novelas más cómicas, Mendoza confiesa, con una mirada divertida, que él sí sabe qué hacer con la literatura, "aunque lo mío no tiene mérito, es una necesidad biológica", añade. Educado en un colegio religioso y fascinado por la hagiografía, el escritor deja para cuando esté en una residencia la compilación de una antología de vidas de santos. Mientras tanto,Mendoza quiere continuar su largo relación de fidelidad con el género que le hizo famoso: la novela.
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