El Santander prevé alcanzar 8.200 millones de beneficios
Emilio Botín guarda silencio en la Junta de Accionistas sobre sus problemas fiscales
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A la junta del Santander llegó el ruido de la calle. El de varias decenas de indignados que protestaban, entre otras cuestiones, por el olvido fiscal de Emilio Botín. Críticas a sus políticas que, posteriormente, dos representantes del 15-M expusieron en sendas interlocuciones en la reunión de accionistas.
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Sin embargo, el presidente del Santander guardó silencio. Tanto en su discurso como en el turno de respuestas a las preguntas de los accionistas, Botín evitó aludir a los problemas fiscales de la familia (la Audiencia Nacional estudia si regularizó correctamente los fondos que tenían en unas cuentas secretas en el HSBC). Ni siquiera la petición de dimisión como presidente del banco, rechazada en la votación posterior, formulada por uno de los accionistas, le animó a referirse a la futura investigación.
"Ese tema no pertenece al orden del día", contestó un Botín visiblemente enojado, al que uno de los accionistas le pidió que se tranquilizara y otro le llamó "maleducado" en un rifirrafe con el presidente. Son los habituales en las críticas de la junta. Fue el secretario del consejo el que trasladó la petición a la posterior votación.
Hasta entonces, la junta vivía bajo el ruido de la condena a Alfredo Sáenz, sentenciado a tres meses de prisión e inhabilitación para ejercer funciones en banca por el Tribunal Supremo (está recurrido ante el Constitucional y también solicitado un indulto). Tras escuchar la segunda petición de un accionista sobre el cese al consejero delegado del Santander, Botín rompió su costumbre de contestar a los asistentes al final del turno de preguntas. "Reitero que es el mejor consejero delegado de la banca internacional". La misma coletilla con la que el banquero cerró antes su discurso.
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"Sáenz ha prestado servicios importantísimos al sistema financiero español y al Banco Santander desde su incorporación", incidía Botín, quien explicó que el cese "no procedía en absoluto", puesto que no causaba ningún perjuicio ni al banco ni a ninguna de sus empresas.
El ruido fue desapareciendo tras un discurso en el que Botín también quiso referirse a la situación de España. "En el último año se han dado pasos importantes con el fin de recuperar la confianza en los mercados internacionales", incidió el banquero, que sintentizó en tres palabras el mandamiento que se debe seguir para salir de la crisis. "Reformas, trabajo y confianza". En ese sentido, citó como clave que se complete la reestructuración del sistema financiero, en el que el Santander puede comprar alguna caja. "Sólo consideraremos aquellas inversiones que encajen con nuestro modelo de negocio", explicó.
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Sobre la salida a Bolsa de algunas entidades, Botín aseguró que debe avanzarse "con rapidez". Además, dijo, "se debe asegurar su rentabilidad, lo que exige cuidar los márgenes y reducir los costes". Unos parámetros controlados en el balance del Santander, que en 2010 obtuvo un beneficio neto de 8.181 millones de euros (un 8,5% menos que un año antes). "Esperamos alcanzar en 2011 un beneficio neto en línea con el obtenido en 2010", adelantó Botín, que insinuó que el resultado del segundo trimestre mantiene las tendencias de los tres primeros meses del año, en los que ganó 2.108 millones.
"El comportamiento de la acción del Santander no se corresponde en absoluto con la trayectoria que marcan los resultados en estos años ni con la solidez de nuestro balance", aseveraba Botín, para dar una explicación a las continuas tensiones que vive la institución ante el comportamiento de la deuda soberana en los mercados.
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En este sentido, reiteró su "compromiso con España" dando respuesta a un accionista que le cuestionó sobre la posibilidad de que la institución cambiase la sede social de país, ante los problemas de la economía española y la pérdida de peso de la división nacional en los resultados. "Rotundamente no", respondió Botín, que ahondó en la diversificación geográfica como una de las grandes razones del "ejercicio excelente" en el difícil contexto de 2010.
Aun así, el banquero se felicitó de que, desde 2008, el banco haya repartido un total de 18.800 millones a sus accionistas. Este año se mantendrá el dividendo de 0,60 euros por acción.
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