El único objetivo de las autoridades de San Francisco era evitar disturbios en el paso de la antorcha olímpica y lo lograron: la ruta fue totalmente modificada a última hora para sorpresa de manifestantes y medios de comunicación.
En una operación que se mantuvo en completo en secreto, los organizadores cambiaron el trayecto de la antorcha despistando a los miles de manifestantes contra la política exterior china que se habían concentrado en la ciudad.
La jornada recordó al juego del gato y el ratón y durante parte de la carrera los relevistas y el fuego olímpico recorrieron San Francisco en un convoy compuesto por autobuses y coches de policía.
En un momento parecía que la llama cruzaría el Golden Gate, símbolo de la ciudad, una ruta que había sido considerada en un principio, pero, a la vista del caos que produjo el paso de la llama olímpica por París y Londres, se descartó por ser complicada.
El convoy tomó finalmente otro camino y circuló varios kilómetros hasta llegar al aeropuerto, desde donde la antorcha será transportada a su siguiente parada, Buenos Aires.
La ceremonia de despedida prevista se suspendió y fue sustituida por un breve y discreto acto en la terminal aérea.
El recorrido comenzó como se esperaba, en el puerto de la ciudad, pero minutos después la primera relevista entró en un edificio del muelle y permaneció allí durante varios minutos para desconcierto general.
Poco después, un convoy compuesto por varios autobuses y coches de policía salía del edificio con la llama en su poder y circulaba por las calles de la ciudad por un recorrido totalmente diferente al previsto.
El convoy paró en la avenida Van Ness, una de las principales arterias de la ciudad, y dos relevistas bajaron de uno de los autobuses con la antorcha, comenzando realmente con la carrera.
Escoltados por tres "capas" de efectivos policiales -agentes corriendo, en bicicleta y en moto-, los corredores realizaron el relevo de la antorcha a lo largo de la avenida a un ritmo bastante lento.
La calle, a varios kilómetros del recorrido previsto inicialmente, estaba completamente libre de manifestantes contra el Gobierno chino y sólo había en ella vecinos del barrio muy sorprendidos de encontrarse de pronto con la llama olímpica.
Tan sólo unos manifestantes aislados con banderas tibetanas lograron enterarse del trayecto y aproximarse a la comitiva, pero fueron interceptados inmediatamente por la policía sin que se produjeran disturbios.
En un momento de la carrera cuatro policías inmovilizaron en medio de la calzada a un joven con camiseta negra, pero se desconoce el motivo o a qué organización pertenecía.
Mientras, miles de personas, entre ellos centenares de manifestantes contra la política de China en el Tíbet y la provincia sudanesa de Darfur, esperaban inútilmente a la antorcha a lo largo de la ruta inicialmente prevista.
En la plaza donde en principio debía terminar el relevo de la llama una gran pantalla permitía a los asistentes seguir al menos la trayectoria del fuego olímpico.
Entre los manifestantes que esperaron en vano a la comitiva olímpica se encontraba Angie McPhaul, de la organización Save Darfur Coalition.
"Han acudido miles de miembros de nuestra organización desde todos los puntos del país", dijo McPhaul a Efe antes de iniciarse el relevo y aseguró que, al menos su grupo, no planeaba ninguna acción violenta.
Lo mismo señalaron dos miembros de la agrupación "Campaña Internacional por Tíbet" que esperaban la llegada de la antorcha portando banderas tibetanas.
"Sólo vamos a manifestarnos pacíficamente", comentó a Efe una de ellas mientras mostraba un papel con la ruta de la antorcha -esa que nunca se produjo- que su organización distribuía a los miles de miembros llegados a San Francisco.
Junto a los opositores a la política exterior China también había miles de personas con banderas del país asiático y pancartas a favor de los Juegos -alrededor de un 20 por ciento de la población de San Francisco tiene orígenes chinos-, pero no se produjeron disturbios ni peleas.
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