Ryan, un ultra que hace las delicias del Tea Party
A pesar de su juventud (tiene 42 años), el candidato republicano a la vicepresidencia cumple a la perfección con todo lo que representa el Tea Party
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Después de Sarah Palin, el Partido Republicano no lo tenía muy complicado para encontrar a una persona más preparada para ser candidata a la vicepresidencia de EEUU. El problema llega cuando en política, para intentar aparentar una renovación, se coloca a la desesperada una cara joven que no hace más que enmascarar el mismo plan de toda la vida. Paul Ryan (Janesville, Wisconsin), el hombre elegido por Mitt Romney para ser su número dos en esta campaña electoral, representa, pese a tener 42 años, lo más rancio del conservadurismo estadounidense.
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De hecho, su visión en temas como el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo, las armas, la religión, el papel del Estado y la política exterior, no son tan diferentes a las tesis de la exgobernadora de Alaska -exceptuando que Ryan seguro que sabe que Corea del Norte no es un aliado de EEUU o que África no es un país-. Y de ahí que el Tea Party pueda pensar que ha colocado de nuevo a uno de los suyos en el camino hacia la Casa Blanca tras el sonoro fracaso de Ron Paul y Michele Bachmann en su competición por el liderazgo del partido con Romney.
La diferencia fundamental es que Ryan, al contrario que Palin, se ha ganado al partido con un plan sólido -y nocivo para millones de estadounidenses-: la austeridad elevada a la máxima potencia. Llegó a los 28 años al Congreso representando a Wisconsin y en 2010 fue nombrado presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes. Desde allí, el joven aficionado a la caza mayor y a machacar sus abdominales en el gimnasio le ha declarado una guerra abierta a Obama con su política económica.
En 2011 y 2012 presentó un presupuesto alternativo al del todavía presidente que, bajo el nombre de ‘El camino a la prosperidad', pretende recortar en la próxima década más de cinco billones que el Estado dedica a políticas sociales. Su credo es que cuanto más hace el Gobierno por fomentar el bienestar de sus ciudadanos a través de los subsidios, más los adocena llevando a todo el país a la catástrofe económica. Para sostener su teoría pone a menudo como ejemplo a la vieja Europa a la que culpa de su excesivo paternalismo como una de las claves de la actual crisis y ha utilizado en numerosas ocasiones durante la campaña una frase que en España resulta familiar: "No podemos seguir gastando lo que no tenemos".
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El primer punto de esa supuesta prosperidad sería acabar con la reforma sanitaria de Obama, que da cobertura a millones de pensionistas y desempleados. Al tiempo, Ryan pretende rebajar la carga fiscal a los más ricos, ya que según él ellos son el verdadero motor de la economía de EEUU y su riqueza y bienestar produce puestos de trabajo. Es decir, neoconservadurismo y neoliberalismo puro y duro.
Ryan ha atizado a Obama continuamente por su modo de hacer frente a la crisis, poniendo en duda que sus planes de estímulo y su rescate al sector del automóvil hayan servido para sacar al país de la crisis. Sin embargo, en 2008 votó a favor de salvar a los bancos algo con lo que puede que su autora de cabecera, la filósofa Ayn Rand, no estaría del todo de acuerdo.
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El candidato a la vicepresidencia está casado, tiene cuatro hijos y ha sido el segundo político más joven de la historia en llegar a Washington. Curiosamente, una beca estatal le permitió licenciarse en Políticas y Economía por la Universidad de Miami. Comenzó su carrera profesional en el negocio de la construcción de su familia, perdió a su padre a los 16 años de un ataque al corazón y pone a su madre como el ejemplo de superación que encarnan los estadounidenses.
Su principal punto débil es la política exterior pero aprueba la tradición militarista de la era Bush y apoyaría una guerra contra Irán por su programa nuclear. Es ultracatólico -aunque muchas voces de la Iglesia ponen en duda que su política económica respete los fundamentos cristianos- y sostiene sin reparos que la fe en dios debe marcar sus elecciones como vicepresidente. Al menos, Ryan no ha tenido la osadía de decir que el altísimo le ha puesto a la derecha de Romney. Al fin y al cabo, Palin sólo hay una.