Este artículo se publicó hace 13 años.
Rubén Blades vence a los elementos en Pirineos Sur
Figura imprescindible de la salsa, Rubén Blades ha deleitado este jueves a los 600 espectadores que acudieron a la jornada inaugural del festival Pirineos Sur, donde el artista panameño brindó una soberbia actuación a pesar de las inclemencias meteorológicas que caracterizaron la velada.
"Estamos impresionados por el frío, ¡Y eso que es verano! El calor lo tendrán que poner ustedes", señaló Blades al público que se dio cita en el escenario flotante del pantano de Lanuza, un lugar idílico salvo en días como el de hoy, con un frío que se calaba hasta los huesos por efecto de la humedad.
Pero ni todos los inconvenientes del mundo habrían doblegado el ánimo de Blades, impagable maestro de ceremonias que agasajó a los presentes con una manta cálida y salsera, combinación que el artista ha desarrollado durante sus cuarenta años de exitosa carrera profesional.
A punto de entrar en la edad de jubilación, Blades muestra una vitalidad que para sí quisieran muchos jovenzuelos. No había forma de resistirse a sus pasos de baile, sus gestos o sus ya sempiternas maracas, acompañadas a la perfección por la Orquesta de Roberto Delgado.
"La rosa de los vientos" fue la pieza encargada de abrir el repertorio, una locomotora desbocada que avanzó al ritmo de "Decisiones" y "Plaza Herrera", particular homenaje de Blades a su barrio de toda la vida, el mismo en el que ha residido desde que llegara al mundo en 1948.
Exministro de Turismo de Panamá, el cantante estremeció a sus seguidores con "Las calles", una composición de índole social que enlazó a las mil maravillas con "Ligia Elena". "Ojalá venga el día en que se valore a la gente por su carácter, no por el color de su piel", proclamó Blades entre los aplausos de su audiencia.
"Cuentas del alma" marcó el principio del fin, al que se llegó con "Muévete" y "Pedro Navaja", canción que convirtió a Blades en una estrella mundial. "Muchas gracias a todos por haber venido y por haber aguantado", concedió el artista mientras abandonaba su lugar bajo los focos.
Antes había sido el turno de Rão Kyao, veterano flautista lisboeta que sorprendió a propios y extraños con su atractiva mezcla de estilos musicales, un crisol en el que tienen cabida la música tradicional portuguesa, los sonidos indios y las influencias africanas.
Tras una bellísima introducción en solitario, el músico atacó "Suite Rafi" y "Rodinha na Eira", dos piezas sutiles y delicadas que no destacarían igual sin las magníficas aportaciones del percusionista Rui Oliveira y el guitarrista Antonio Pinto.
Si bien es cierto que se le olvidó el nombre del festival que le acogía, Rão Kyao no dejó pasar la oportunidad de ensalzar la propuesta de Pirineos Sur, un evento que "fortalece el coraje de la relación de los pueblos ibéricos".
Tristeza y nostalgia reclamaron su cuota de protagonismo en "Fado do Alentejo", mientras que "Venham mais cinco" funcionó como reconocimiento a José Afonso, autor de canción protesta que luchó contra la dictadura de António de Oliveira Salazar.
El artista había adoptado una postura extraña desde los primeros compases del espectáculo, pero no le quedaba otro remedio. "Tienen que disculparme si toco de lado, pero es que si les miro a ustedes, el viento se mete en la flauta", aseguró Rão Kyao, sin ser capaz de reprimir unas cuantas carcajadas.
El desenfreno corrió a cargo de "Festa do vino", una melodía que celebra la existencia de la bebida espirituosa, y el broche final llegó con "Toadabeira", "Dança dos montes" y "Palo Vinho d'alegria", pieza esta última que se encuentra entre los grandes clásicos del folclore luso.
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