Este artículo se publicó hace 13 años.
Relato surrealista sobre una gira de verano con grullas, policías y Elías Querejeta
Buenas tardes, documentación del vehículo y carnet de conducir, por favor. ¿Ocurre algo, señor agente?
¿Dónde se dirigen?
A Burgos, nos ha parado porque el coche es negro, ¿verdad?
Abran el maletero.
No, no creemos en eso, ¿ha oído usted a las señoras de Imodaba?
Salgan todos del vehículo.
Salimos todos, los gordos y los finos, los elefantes y los cocodrilos, una de las grullas se quedó un rato mirando fijamente a la radio sin pestañear mientras sonaba What's Love Got to Do With It, de Tina Turner, mientras el grullo (así es como dijo que le llamáramos) le regalaba una pluma a una gallina que ni siquiera habíamos visto.
¡Elías! ¡Elías! ¿Es usted Elías Querejeta?
Elías: El mismo. Había reconocido entre ustedes al gran Karl Marie Petrov, pero como soy un adelantado a mi época suelo ser prudente, porque pensé que quizás ni ustedes mismos sabían de su presencia.
Karl Marie: No, no, hemos venido todos a comer para la convención de "indies maduros con barba blanca y gorra que ven los conciertos con las manos sujetando los codos", siéntese por favor, le presento: a mi derecha, Victor Schindler.
Elías: ¡Ah!, ¿tiene usted familia germana?
Victor: No, somos todo chicos.
"Meta a todos esos animales en el vehículo, llevo esperándoles horas y ya no sé qué hacer para que la cebra deje de hacer bromas a los coches"
Elías: Es una pena.
Karl Marie: A mi derecha, señor Garuccio, dedicado a la escrupulosa ocultación de su obra sonora, con gran destreza, por cierto; la existencia de su último álbum es una incógnita.
Sr. Garuccio: Me pregunto si me permitiría no darle mi CD, estos días estoy de promo.
Elías: Por supuesto, me encargaré personalmente de que no lo escuche ninguno de mis conocidos.
El señor Feco de Laudo resultaba sencillamente impresentable, así que pidieron la comida: zancarrón para todos.
Elías: Los torreznos están exquisitos.
Schindler: Empresa especializada en la fabricación, instalación, mantenimiento y modernización de ascensores y escaleras mecánicas.
Por favor vuelva a meter todos esos animales en el vehículo, llevo esperándoles horas y ya no sé qué hacer para que la cebra deje de hacer bromas a los coches.
Continuamos para bingo sin nada que destacar. A nuestra llegada, el vestíbulo del hotel se había transformado en un crucero y las recepcionistas se afanaban en repartir salvavidas a todos sus huéspedes. Esteban cogió dos. (Recepcionistas).
Mientras tanto, los técnicos ya se habían despeinado, todo listo para la prueba.
Prueba superada, comienza el concierto, cientos de cabezas sonrientes miraban hacia el Sr. Feco de Laudo, atentos a cualquiera de sus movimientos, que eran muchos. Al verle sin camiseta, una chica le prestó su sujetador, y el Sr. Feco, aunque pensó que tal vez debería acudir a un gimnasio, se lo puso sin rechistar.
Todos dentro y fuera del escenario bailaban y se divertían, fueron felices y comieron estofado con unas patatas bastante buenas tardes.
Todos menos la grulla.
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