Este artículo se publicó hace 12 años.
Rajoy elude hablar sobre el proceso soberanista catalán en el Senado
El portavoz socialista, Marcelino Iglesias, define como "gran chollo" las promesas electorales incumplidas en su primer año de gestión al frente del Gobierno
La última sesión de control al Ejecutivo en el Senado de este año tuvo tintes de fin de curso, pero sin traca ni músicas. Ni siquiera tuvo un color definido, salvo que se habló mucho de Catalunya en las preguntas al presidente del Gobierno aunque sin sorpresas. Rajoy sabe que por mucho que se desgañite, que tampoco es su especialidad, no va a hacer nuevos conversos para su causa, así es que ha decidido no gastar fuerzas en vano.
El senador socialista y ex presidente de la Generalitat, José Montilla, le hizo un serie de reflexiones bastante sensatas y de sentido común sobre lo que está pasando en Catalunya con la deriva soberanista, que dijo no compartir ni suscribir, pero al mismo tiempo advirtiéndole que el resultado electoral h dado una mayoría absoluta de quienes se proclaman soberanistas. "Esto tiene todavía arreglo; usted está obligado a arreglarlo", sentenció Montilla al acabar sus siete minutos de intervención, siempre sin variar su tono, el monocorde. Previamente, el ex presidente de la Generalitat catalana había dicho que la opción para Catalunya no es la independencia, "pero tampoco el retroceso del progreso autonómico". Eso sí, puso como riesgo evidente "la fractura en el seno de la sociedad civil", lo cual consideró que debí evitarse.
El presidente del Gobierno no se complicó la existencia con ese tema, espinoso donde los haya, en estos momentos de final de curso. "Yo le aseguro que trabajaré en pro de un proyecto compartido. No es bueno el retroceso autonómico, yo no lo propongo ..., y a partir de ahí podemos hablar de muchas cosas, de todo lo que se me plantee, pero siempre respetando la ley".
Catalunya también estuvo presente en otra de las preguntas, la formulada por el portavoz de CiU, Joan Vilajoana. Paradójicamente, el representante de la coalición nacionalista estuvo más conservador que el senador socialista, tal vez porque planteó la cuestión catalana desde un punto de vista económico, no tanto en torno a l presión soberanista. "Tenemos la sensación de que está ahogando económicamente a las comunidades autónomas, que está ahogando a Catalunya, señor presidente. Y nosotros no tenemos la capacidad de buscar el dinero que necesitamos como la tiene usted. Pero tenga por seguro - continuó Vilajoana - que si el Estado no nos facilita el dinero que necesitamos en Cataluña deberemos buscarlo en otra parte". No dijo dónde ni cómo, pero buenos entendedores ...
El presidente Rajoy no entró al trapo, ni por asomo. Se limitó a esgrimir todas las medidas estructurales que está acometiendo su Ejecutivo, especialmente en materia económica par salir de la crisis y la creación de empleo. "Pienso que ese es también el objetivo de la sociedad catalana", ha afirmado. En ningún momento el presidente perdió la compostura ni preció incómodo por el asunto catalán. Tampoco la bancada popular, llen a rebosar al igual que el resto del hemiciclo.
Algo más revuelta resultó la preguntó la pregunta formulada por el portavoz socialista, Marcelino Iglesias, también otro ex presidente autonómico. El senador aragonés metió presión a Rajoy sobre el resultado de su primer año al frente del Gobierno. En su opinión, "los españoles vivimos bastante peor que hace un año, somos más pobres", planteó a Rajoy. Iglesias habló que las promesas electorales formuladas por Rajoy y su partido constituyeron "un gran chollo, y eso es lo que a la gente le gustó. Ustedes le prometieron a la gente un chollo con la salida de la crisis sin el más mínimo rasguño, sin arañazos. Prometieron un chollo en toda regla".
Rajoy coincidió en que buscar culpables, como le reprochó el interpelante que había hecho el día anterior en Toledo, "no sirve para buscar soluciones, pero sirve para no cometer los mismos errores". Esa expresión hizo sonar una salva de aplausos en la bancada de la derecha. Fue el momento más tenso, pero sin excesos.
Las crudas y adversas cifras macroeconómicas que expuso Iglesias no cambiaron el rictus de Rajoy. El presidente se limitó, con gran eficiencia en el relato, a desgranar el conjunto de reformas estructurales, especialmente las de carácter económico, para salir de la crisis. "Eran necesarias y estaban en nuestro programa, como la laboral y la de eficiencia de las administraciones públicas", ha dicho.
Pero ha reconocido que otras reformas "no estaban en el programa electoral", y en ese punto sí, ha recurrido a la herencia recibido, con especial énfasis al déficit en las cuentas el Estado de finales del pasado año. "Sin esa desviación no las habríamos tomado", ha sentenciado.
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