Un pueblo entero frente al espejo de la memoria
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"Venimos a ver algo de Franco". Josefina Tembleque, de 74 años, y su marido, han sido los primeros en entrar al centro cultural de Llanos del Caudillo (Ciudad Real). A los pocos minutos, comienzan a ocuparse las 440 sillas preparadas para la ocasión, algo más de la mitad de los habitantes del pueblo. Se percibe el interés ante el estreno del documental Los Colonos del Caudillo, en el que los cineastas Lucía Palacios y Dietmar Post han indagado en la experiencia colonizadora del franquismo narrando, a dos velocidades, la historia local de Llanos y la realidad de las víctimas de la dictadura en los últimos años. Tras la primera proyección pública del documental en Berlín, y su posterior exhibición en el Festival de Cine de Valladolid y en Buenos Aires, la cinta ha llegado al lugar de donde partió la idea original.
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"La línea social con la que se iniciaron estos pueblos estaba muy lejos de la realidad. Era un negocio", asegura Sánchez
Josefina (bajo estas líneas) afirma con orgullo ser una de los colonas pioneras. Tenía 15 años cuando llegó con sus padres y sus tres hermanos a este recién creado asentamiento del Instituto Nacional de Colonización, a principios de la década de los 50. Este organismo dependiente del Ministerio de Agricultura creó cerca de 300 pueblos a los que llegaron unas 50.000 familias para trabajar la tierra. Los colonos recibían una casa -que en ocasiones no estaba terminada-, una parcela de unas seis hectáreas, una pareja de mulas, aperos de labranza y dinero. En los 15 años siguientes debían entregar el 51% de su producción al Ministerio de Agricultura franquista. Este cobro se realizaba siempre y con independencia del resultado bueno o no de las cosechas. "Dar la mitad de lo que obteníamos al instituto era mucho; había que trabajar muy duro la tierra y se pasaba mal", cuenta Josefina a Público momentos antes de comenzar la proyección.
Para saber la cantidad producida por los colonos, el funcionario del ministerio medía las cosechas, a veces, con interés premeditado. "Se regaba por acequias, y peritaban la cosecha en esos surcos, donde el producto era mayor. Esa cantidad la multiplicaban y extendían por toda la siembra, dando un número mayor que el real", explica en el documental el actual alcalde de Llanos, Santiago Sánchez (PSOE). "Descubrimos que el Instituto Nacional de Colonización vendía los pimientos a 4,5 pesetas, y a los colonos se los pagaba a 2 pesetas. A finales de los años 50, el beneficio era de 3,5 millones. La línea social de la actividad con la que se iniciaron estos pueblos estaba muy lejos de la realidad. Era un negocio", añade Sánchez.
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El vecino Eugenio Bascuñana denuncia las obligadas directrices del Instituto, que les marcaba el tipo y el momento de la siembra durante los cinco primeros años. "Nos mandaban sembrar judía blanca a finales de julio, y así no salía nada. Se hacían muchas injusticias". Además, los vecinos debían estar disponibles para cualquier trabajo en el pueblo. "Una vez discutí con el ingeniero porque cada día mandaba a cuatro personas a hacer servicios, y un día me enviaron a mí a limpiar una cuneta. Le pregunté, ¿es que he venido aquí a hacer de caminero? Me negué y me pusieron cuatro faltas. Yo decía que era un campo de reconcentración, porque no podíamos despegar el pico ninguno y teníamos que hacer lo que nos decían. Así más de 30 años".
"Era un campo de reconcentración, porque no podíamos despegar el pico ninguno y teníamos que hacer lo que nos decían", denuncia Bascuañana Este descontento se reflejó a la hora de votar en las elecciones a partir la muerte del dictador, según aclara el sociólogo Cristóbal Gómez gracias a un trabajo estadístico en el que concretó que en los pueblos de colonización votaban más a la izquierda. La primera maestra de Llanos, Ana María Parrilla, lo explica en el sometimiento que habían vivido. "Como la votación era secreta, por primera vez pudieron abrir la boca, y expresarse sin significarse", señala.
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Las colonias franquistas se edificaron siguiendo el ideario de las cittá nuove de Mussolini, lugares para el "hombre nuevo", "antiobrero y antiurbano, ligado a la tierra y devoto al régimen del cual es deudor de todo: casa, tierra y trabajo", según principios del Instituto de Colonización. Los avances republicanos como la reforma agraria o el estado social fueron abolidos, y la situación económica en los años 40 y 50 era nefasta. La experiencia colonizadora pretendió paliar la extrema pobreza, pero no pudo evitar la fuga hacia zonas urbanas. De hecho, a los 14 años de la llegada de los primeros colonos, Llanos sólo contaba con una tercera parte de las casas habitadas, según los documentos consultados por los directores de la cinta.
Lucía Palacios y Dietmar Post, directores de 'Los Colonos del Caudillo'. / P.C.
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Palacios y Post plasman en su trabajo opiniones muy diferentes que reflejan el amplio espectro de sensibilidades ante la Memoria Histórica. Uno de estos testimonios es el del ex ministro franquista y gobernador civil de la provincia cuando se inauguró Llanos del Caudillo, José Utrera Molina, para quien se pide la imputación en el marco de la querella argentina contra los crímenes franquistas.
Utrera Molina no recuerda el acto inaugural de Llanos, pero sí expresa su apego al ideario falangista: "Yo le decía a Franco ‘estoy sirviendo al movimiento pero no renuncio a mi condición de falangista'; nací siendo falangista y moriré siendo falangista cuando dios quiera".
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Utrera Molina esquivó la invitación a la proyección de la cinta remitiendo una carta a los directores en la que subraya el "impulso social" que a su juicio fue la experiencia de colonización franquista.
El testimonio del expresidente Felipe González es otro de los incluidos en este largometraje documental que, desde su estreno, gira en el formato video fórum, con charlas tras la proyección. Tras la exhibición en Llanos, en la noche del sábado, tomaron la palabra ambos directores, el regidor municipal, el sociólogo Cristóbal Gómez, el periodista Ramón Orozco -como moderador del acto- y Raúl Herrero, ex preso político que explicó la actualidad de la querella argentina.
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Una decena de vecinas y vecinos vierten en la película sus diferentes visiones respecto al pasado y presente de este pueblo que, en 2004, votó si quería retirar el apellido ‘Del Caudillo', y el resultado fue que ‘no'. De hecho, al terminar la proyección, Josefina Tembleque se muestra "encantada", y reconoce que el documental describe de manera fehaciente "todo lo que hemos vivido y todo por lo que hemos tenido que pasar".