La próxima cita será el 30 de abril y España espera estar presente
Brasil dice que "es bienvenida" y Francia, que "seguro" que estará. Sarkozy afirma que la cumbre ofrece "respuestas estructurale"» para afrontar la crisis
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Los líderes del G-20 se volverán a reunir el próximo 30 de abril. España, muy probablemente, tendrá billete para esa reunión. "España es bienvenida", dijo Celso Amorim, ministro de Exteriores de Brasil, que ostenta hasta final de año la presidencia del grupo. Más rotundo fue el presidente francés, Nicolás Sarkozy, cuya intervención fue decisiva para la presencia de Rodríguez Zapatero en Washington. Dijo que España estará "seguro" en las próximas cumbres para reformar el sistema financiero internacional. Zapatero agradeció las palabras del presidente galo: "Yo siempre me fío del señor Sarkozy" dijo.
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La participación española podría ir más allá de la asistencia a las cumbres, para formar parte del grupo por derecho propio. El ministro brasileño llegó a apuntar que "puede ser que el G-20 se convierta en un G-22", aludiendo a la posible entrada de España, y de otro país en desarrollo.
Los líderes europeos destacaron la importancia cobrada por el grupo tras la reunión. El G-20 se creó en 1999, tras la crisis asiática, como un espacio de encuentro de los ministros de Finanzas de países desarrollados y en desarrollo, y hasta ayer no había celebrado ninguna reunión de jefes de Estado y de Gobierno. Por eso, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que la cumbre de Washington ha sido histórica y representa un cambio en el panorama político mundial. Lula subrayó que la importancia ganada por el G-20 no supone el fin del G-8, pero se quedará como "un club de amigos". El presidente francés, Nicolas Sarkozy, que propuso que la próxima cumbre se celebre en Londres, subrayó igualmente que "el G-20 es visto ahora como el organismo relevante".
Sarkozy también calificó de “histórica” la reunión de este sábado porque de ella salen "respuestas estructurales" a la crisis financiera y económica pese a los diferentes puntos de partida de los países participantes y a la resistencia de EEUU a una mayor regulación. El presidente galo admitió que "no fue fácil" convencer al presidente estadounidense de aceptar estos compromisos, aunque subrayó que Bush es un "socio leal".
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El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, explicó que la cumbre de Washington sienta las bases de un "nuevo gobierno mundial" basado en los "principios de la economía social de mercado". "El deseo es evitar una recesión mundial profunda", señaló. Y recordó que Bruselas presentará el 26 de noviembre un plan de recuperación de la UE para coordinar los esfuerzos de estímulo de los Estados miembros.
El gran ausente de la reunión fue el presidente electo de EEUU, Barak Obama, quien, en una alocución radiofónica, celebró la celebración de la cumbre, pero sobre todo destacó la necesidad de acometer planes de estímulo económico dentro de su país. El próximo inquilino de la Casa Blanca reclamó del Congreso de EEUU “un pago inicial de un plan de rescate para crear empleos, aliviar la estrechez de las familias y ayudar a que la economía crezca”.