Este artículo se publicó hace 15 años.
Polémica sobre los sensores de velocidad del Airbus siniestrado ante la cautela oficial
Los investigadores del Airbus siniestrado entre Río de Janeiro y París pidieron hoy prudencia sobre las causas de la catástrofe, frente a la ola de acusaciones que apuntan a los fallos en los sensores de velocidad como origen del accidente que ocasionó la muerte de sus 228 ocupantes.
"Estamos recogiendo elementos. No se ha establecido por el momento una relación directa entre los fallos en los sensores de velocidad y el accidente", reiteró hoy a Efe un portavoz de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), apremiado ante el alud de artículos de prensa que apuntan a esos artilugios como los causantes de la tragedia.
A la espera de que se encuentren las cajas negras, buscadas con ahínco por un submarino nuclear francés, los investigadores tienen que conformarse con analizar las informaciones de radio que emitió el avión minutos antes del accidente.
De ellas se desprende que los sensores fallaron y que los pilotos desconocían a qué velocidad viajaban.
Esos errores les obligaron a prescindir del piloto automático y de otros instrumentos electrónicos de vuelo, lo que dificultó su pilotaje en una latitud complicada, desde el punto de vista de la meteorología.
Pero en la BEA consideran que todavía es prematuro concluir que ese fallo fue el motivo del accidente y llaman a la prudencia.
Tampoco las tienen todas consigo en Air France, propietarios del avión, cuyo director general, Pierre-Henri Gourgeon, afirmó que no está "convencido" de que los sensores de velocidad sean los causantes del siniestro.
Más osados, los diarios franceses parecen haber encontrado en esos instrumentos el motivo que provocó la tragedia.
El periódico "Le Figaro" cita a varios expertos en accidentes de aviación para concluir que el desconocimiento de la velocidad obligó a los pilotos a volar "a ciegas".
En esas condiciones, el aparato pudo alcanzar una velocidad demasiado alta para sus capacidades, lo que pudo causar que las piezas más expuestas a presiones aerodinámicas cedieran.
Eso explica, según estos expertos, el gran tamaño de los restos del avión encontrados en aguas del océano Atlántico, que hace pensar que el avión no se desintegró tras estrellarse contra el agua.
Los fallos en los sensores de velocidad de los Airbus A330 y A340 no son algo nuevo, ya fueron señalados en el pasado, y están relacionados con la presencia de agua congelada en los mismos, lo que les inutiliza.
La mayoría de esos fallos han sido suplidos por los pilotos siguiendo un protocolo de actuación previsto por Airbus para estos casos.
Cada avión está equipado con tres de estos sensores y, cuando los datos que envía cada uno de ellos son demasiado dispares, entonces se considera que hay una "incoherencia" en los mismos y el sistema del aparato no los tiene en cuenta.
Los pilotos deben manejar el avión sin ayuda automática. Es lo que sucedió el pasado día 1 en el AF447.
Aunque Airbus insistió en que se pueden pilotar estos aviones sin la asistencia puntual de los sensores, propuso a sus clientes unos más evolucionados ante los fallos detectados.
Air France decidió el pasado 27 de abril cambiarlos en sus 35 aviones A330 y A340 para evitar esos fallos.
Pero el centenar de instrumentos que pidió al industrial Thales no llegó hasta tres días antes del accidente en el Atlántico, sin tiempo para colocarlos en todos los aparatos, según su director general.
Tras el accidente, la compañía francesa aceleró el programa de recambio, que espera tener culminado antes de que termine la semana.
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