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La poesía como "obra viva", un recital de Margarida Mestre en el Reina Sofía

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Una obra de arte "muy viva y humana", al tiempo que efímera, se cuela este fin de semana en el Museo Reina Sofía de Madrid: Un recital de poesía visual y musical de Margarida Mestre, el primer espectáculo para niños de la artista portuguesa.

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"Orgullosa", es como dice a Efe sentirse esta artista lisboeta de la 'performance' por tener el "honor" de representar su espectáculo "Tudo Gira" (Todo gira") en el Reina Sofía, y más aún por el hecho de que es la primera vez que este museo abre sus puertas al festival Teatralia.

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Consciente de la "responsabilidad" que eso supone, Mestre ha tenido la oportunidad ayer y hoy de "rodar" su espectáculo en las dos funciones para público escolar que ha ofrecido en la "acogedora" sala que el museo ha puesto a disposición del XIV Festival Internacional de Artes Escénicas para Niños y Jóvenes de la Comunidad de Madrid.

Su innovador recital poético, que representa por primera vez fuera de Portugal, está basado en la poesía para niños escrita por Jorge Sousa Braga (1957), quien escribe con desenfado y soltura una poesía desprovista de métrica, pero repleta de cadencias y ritmos.

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Unas cadencias y ritmos que Mestre buscó en un trabajo previo de "escucha intensa de la musicalidad de cada poema, en cada palabra, en cada frase", para luego, junto al músico Benjamin Brodbeck, encontrar los instrumentos "más adecuados al timbre de cada poema".

"Por eso -señala- en el espectáculo hay mucho contraste, unos poemas piden baladas y otros piden jazz o swing", pero, curiosamente, reflexiona, ninguno le pedía fado.

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Aquí, en sus recitales en el Reina Sofía, así como en el que ofrecerá el próximo martes en Alcalá de Henares, la acompaña en la parte de música en directo Antóniopedro, quien, por ejemplo, llega a tocar "una piña de piñones con el arco de un violín".

Además de la música y de su interpretación "oral, hablada, cantada y de modo rítmico" de los poemas, el espectáculo se complementa con el vértice de las imágenes que proporciona un vídeo creado por la artista Joana Faria, cuyo encaje en la obra es "fundamental".

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"Joana Faria ha hecho un trabajo de poesía visual, muy lindo, con momentos muy abstractos que se van desarrollando, transformando... y está todo en blanco y negro, salvo un momento en que es rojo. Tiene un lenguaje poético que no es usual", asegura Margarida Mestre.

Con esos tres lenguajes (la palabra, la música y la imagen), Mestre construyó la dramaturgia de la obra "como si fuera un viaje desde el universo, hasta la tierra y hasta nosotros, que pasa por las plantas y hasta dentro del cuerpo, de las venas".

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"La idea era de venir de lejos, y llegar muy cerquita, hasta dentro del cuerpo, y salir otra vez hacia la distancia", explica, convencida de que para los niños la contraposición cerca-lejos "tiene importancia, porque su universo es lo que está a su alrededor, su casa, su familia", y cree que proyectarles hacia el universo "les ayuda a encontrar otra manera de ver las cosas".

La edad recomendada por los organizadores (a partir de 4 años) le parece "acertada", ya que "a los 3, 4, 5 e incluso 6 años están empezando a escribir y para ellos el lenguaje es un juego", con lo que "se identifican mucho" con la manera en la que ella canta "las palabras y el lenguaje".

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La guinda al espectáculo la pone su vestuario, creado por ella misma, con una especie de esmoquin negro, sombrero de copa y unas alas blancas que se despliegan desde sus piernas.

"La idea era crear un personaje que no fuera muy lindo y un poco híbrido, que generase empatía por su manera de estar, de hablar, de relacionarse", explica, y le divierte que su cara pintada de blanco y su indumentaria hagan que los niños la confundan con un mago.

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"Los niños a veces me preguntan si hago magia y yo les pregunto '¿y tú qué crees?'. Ayer una niña me respondió: 'Sí, sí que la haces".

Catalina Guerrero

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