La media España que no ha salido aún de vacaciones en agosto lo hace hoy, o en su defecto, prevé al menos disfrutar de un fin de semana de tres días. Pero no todo es una playa atestada de patas de calamar y olor a crema protectora. Vivir una jornada marinera con auténticos pescadores de las Rías Baixas, atravesar a pie una sierra milenaria a la búsqueda de vestigios neolíticos o recorrer pequeños pueblos que han servido de escenario para el rodaje de algunas películas españolas son una forma diferente de conocer Galicia.
Cuando más se disfruta es cuando la mar está calmiña”, advierte Toño Blanco mientras se enfunda su traje de agua, tras repartir chalecos salvavidas a los visitantes. Toño y su hermano Pablo llevan más de media vida embarcados. Son marineros desde hace 20 años. “De martes a sábado salimos a las seis; los lunes, a las cuatro de la mañana, porque tenemos que preparar la carnada para el día”, cuenta, sin dejar de manipular el cebo antes de lanzar las nasas. Los domingos, descansan.
Dirigido a romper la rutina del trabajo diario en alta mar y a revalorizar los trabajos de los profesionales de la pesca, nació hace dos años el programa Pescanatur, destinado a turistas que tienen interés por conocer cómo trascurre una auténtica jornada de pesca. “La idea es dar a conocer la labor que hace la gente del mar, tanto marineros, como mariscadoras”, explica Chus Besada, responsable del proyecto en la cofradía de O Grove (Pontevedra).Por las condiciones del mar y por la afluencia de turistas, el verano es la mejor época para apuntarse a alguna de estas actividades, que se desarrollan en distintos puntos de las Rías Baixas. “El buen tiempo que disfrutamos en la zona favorece bastante”, reconoce.
Cuenta Chus además que el origen de los turistas que demandan esta forma de ocio alternativo es bastante dispar: “Suelen ser personas que residen en zonas no costeras, en Madrid, Valladolid, Palencia”. “Los madrileños siempre vienen muy estresados, pero cuando se bajan del barco, salen como nuevos”, puntualiza, parlanchín, Toño mientras continúa largando nasas bajo la atenta mirada de Jon, un joven de Bilbao que supo del programa Pescanatur “a través de la oficina de turismo”. “Estábamos de vacaciones en la zona y nos enteramos de que se podía contratar esta excursión y como en el País Vasco no existe nada parecido y siempre me ha gustado mucho el mar, no me lo pensé”, explica satisfecho.
Son varias las cofradías que, como la de O Grove, ofrecen esta particular forma de hacer turismo. Los precios son para todos los bolsillos. Desde los cinco o diez euros que cuesta una visita a pie, guiada, de mano de las mariscadoras –esas mujeres que, cuando la marea baja, recogen a mano, uno a uno los frutos del mar, y que componen la imagen tradicional de los amaneceres gallegos– hasta los 45 euros de una visita que arranca a las 4 o las 6 de la mañana, en función de la ruta elegida, cuando los marineros lanzan amarras. Asistir a una subasta en la lonja o degustar los productos capturados a lo largo de la travesía son otra opción también para los turistas. Aunque en esta salida, Jon, el chico de Bilbao, prefiera jugar con el pulpo que ha caído en el cebo de los hermanos Blanco.
Ni en el cine todo es mentira ni todos los escenarios son de cartón piedra. Precisamente el paisaje de Galicia es uno de los lugares preferidos de muchos directores españoles para ambientar sus películas. Con algo de tiempo libre y si el clima acompaña, muchos cinéfilos inquietos encontrarán en estas tierras un lugar privilegiado para hacer un turismo que le haga revivir los buenos momentos pasados delante de la pantalla.
Mar adentro, de Alejandro Amenabar, dio la vuelta al mundo y se convirtió en la mejor promoción de los escenarios gallegos. Ganadora de un Oscar y 14 premios Goya, la película se rodó, entre otros lugares, en las rías de Noia y Arousa, a caballo entre las provincias de A Coruña y Pontevedra.Pequeños pueblos marineros, montes y playas acapararan gran parte de la atención de una cinta en la que el paisaje es un personaje más. En la parroquia de Xuño, por ejemplo, se puede visitar la casa ficticia de Sampedro. Y pocos kilómetros más allá, en Boiro, se encuentra la casa en la que falleció.
Esta zona de la costa denominada península de O Barbanza cuenta con hermosas lagunas. Precisamente es en la playa de As Furnas donde Amenábar recreó el accidente de Sampedro, un kilómetro de playa y rocas en una zona paradisiaca. La carretera de salida de Xuño ofrece además un recorrido cuya panorámica es similar a la que el cineasta recrea en el vuelo ficticio del protagonista de la película.
La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda, con el inolvidable Fernando Fernán Gómez, se rodó en la llamada Galicia mágica, en el interior, entre Lugo y Ourense. En ciudades medievales como Ribadavia y Allariz, en el monasterio de la Ribeira Sacra y en los espectaculares cañones del Sil. Los escenarios principales se situaron precisamente en la villa ourensana de Allariz, que cuenta con uno de los cascos históricos mejor conservados de Galicia. La plaza, la finca donde se celebró la verbena, el convento de Santa Clara, se encuentran en Allariz. Las termas de Ourense bien merecen también una visita.
El lápiz del carpintero, de Antón Reixa, fue rodada íntegramente en Galicia y, al igual que La lengua de las mariposas, está basada en un libro de Manuel Rivas. Reixa optó por las principales ciudades gallegas para su rodaje. El casco histórico de Santiago de Compostela y el centro de A Coruña y Vigo aparecen en el filme. La película Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa (Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 2002), está rodada en la ciudad más industrial de Galicia, Vigo. El muelle de Bouzas fue el escenario donde ahogaba sus amarguras el inolvidable Santa (interpretado también por Javier Bardem), que daba vida a un parado de larga duración.
El mismo barco que toma el protagonista del filme para cruzar la ría, el mismo que aparece en los carteles de la película, se puede tomar para visitar la vecina Cangas o las paradisíacas islas Cíes.
Dos horas, agua, calzado y ropa cómoda es todo lo que se necesita para retroceder 7.000 años en el tiempo, hasta el Neolítico. Gracias al Instituto de Estudos Galegos Padre Sarmiento (del CSIC) es posible disfrutar del paisaje megalítico de la sierra de O Barbanza (A Coruña). La mejor forma de efectuar el trayecto, con un recorrido total de cinco kilómetros, es afrontarlo como un juego, a la búsqueda de mámoas. El paraje serrano, con las vistas del mar de fondo, hacen el resto.
“Las mámoas son enterramientos de las gentes que vivieron en el lugar entre el año 4500 y el 2800 antes de Cristo”, explican en el Instituto. “En la mayoría de ellas se enterraban varias personas, con independencia de su sexo o su edad”, precisan. Herramientas, adornos y pertenencias propiedad del fallecido también iban a la tumba, motivo por el que los “buscadores de tesoros causaron muchos destrozos”, aclaran desde este centro del CSIC. La ruta está convenientemente señalizada e incluso existen paneles con nociones básicas explicativas.
Más de 30 mámoas se conservan aún hoy en O Barbanza y se encuentran en colinas, puertos o pastos. La ruta que propone el Instituto de Estudos Galegos Padre Sarmiento sigue el modo en el que se organizó la sierra coruñesa en el Neolítico. “Se arranca en el norte, allí donde es visible el mar y se avanza hacía el sur, en un espacio aislado, rodeado de cumbres”, explican.
Se trata de una ruta de tránsito natural atravesando suelos y valles, alternando puntos elevados, de máxima visibilidad, con depresiones. El objetivo es buscar la mámoa para seguir en el camino correcto, evitando zonas escarpadas o encharcadas. Buena ruta.
Alejar a los viajeros de los habituales puntos de interés es el objetivo de un proyecto financiado por la Unión Europea en varias regiones de España, Reino Unido, Irlanda, Francia y Portugal que lleva por nombre Cantata y que en sus inicios, en Inglaterra, se denominó Live the life (es decir: vive la vida).
Partiendo de la premisa de que los turistas cada vez son más exigentes y que huyen de las zonas adulteradas, los promotores del programa pretenden “brindar experiencias genuinas y auténticas”.
Esto es, llevar el turismo a comarcas rurales donde se pretende conquistar a los visitantes con la oferta de sus mejores productos agroalimentarios, la cultura local y la ecología en rutas en torno al patrimonio, el vino o el Camino de Santiago, por sólo citar algunos ejemplos.
Las comarcas participantes en España en esta experiencia están en las provincias de A Coruña (Eume), Lugo (A Ulloa) y Ourense (O Ribeiro). A las rutas gastronómicas se le unen experiencias innovadoras: campamentos de inmersión lingüística en inglés para niños, cursos de cocina con instrumental solar, cultivo de productos ecológicos…
Si pese a todo, en vacaciones el lector prefiere descansar, en la tierra del ribeiro se puede efectuar la ruta de las bodegas.
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