Este artículo se publicó hace 13 años.
Algo pasó con Ruth y José, ¿pero qué?
Hace dos meses, algo pasó con Ruth y José Bretón, los dos hermanos de seis y dos años que desaparecieron en Córdoba, ¿pero qué? Esa es la pregunta que inquieta a la Policía y la Justicia, que asusta a la familia de los niños y que mantiene en vilo a la opinión pública. Y es una pregunta que dos meses después no tiene respuesta.
José Bretón, el padre de los dos pequeños, parece que es el único que puede resolver la incógnita. Desde la cárcel, sigue sosteniendo que perdió a sus hijos en el parque Cruz Conde aquel 8 de octubre. El juez José Luis Rodríguez Laín envió a Bretón a prisión el 21 de octubre después de considerar que había indicios en su contra de que mentía, de que los niños nunca habían llegado al parque Cruz Conde y de que sólo él sabía lo que había pasado. Semanas después, la Policía reconstruyó el viaje de Bretón desde su finca de Las Quemadas (donde una cámara grabó a los niños entrando dentro del coche pero no saliendo) hasta el parque. Con el mismo coche de Bretón, un Opel Zafira de color verde, y usando dos muñecos y hasta dos niños de similares características a Ruth y José, la Policía pudo probar que los pequeños nunca llegaron al parque. La misma cámara que grabó a Bretón llegar al parque Cruz Conde no pudo apreciar si los pequeños viajaban en la parte de atrás del coche pero sí que pudo constatar la presencia tanto de los muñecos como de los niños que imitaban a Ruth y José.
De momento, es lo único que tanto el juez como la Policía tienen claro. Los niños llegaron a la finca de las Quemadas pero no al parque donde su padre dice que los perdió. Por eso, José Bretón está en la cárcel.
Cinco registros
Todo lo demás son hipótesis. Al principio, la Policía sospechó que los niños nunca salieron de la finca de las Quemadas. Por eso, los agentes registraron hasta en cinco ocasiones distintas la parcela, con una extensión cercana a la hectárea. Con perros, con un georradar, con la Unidad de Subsuelo, con todos los dispositivos tecnológicos posibles, los agentes rastrearon la finca sin éxito. “Si tenemos que tirar la casa abajo, la tiramos”, llegó a confesar a Público uno de los agentes, seguro de que los niños no habían salido de allí.
Pero al final, y desesperados ante el inquietante silencio de Bretón, los agentes optaron por buscar fuera de la finca. Han mirado en graveras, en antiguas canteras abandonadas y en pozos y alcantarillas. Siempre sin éxito. La principal hipótesis policial es que Bretón pudo trasladar a sus hijos en el maletero de su coche y en el viaje entre su finca y el parque Cruz Conde (separados por 13 kilómetros) se deshizo de ellos en algún momento. Por eso, la Policía busca ahora en todo el sistema de alcantarillado de la ciudad de Córdoba. Y por eso tiene previsto un rastreo con una cámara térmica instalada en un helicóptero que revisaría todo el recorrido en busca de alguna prueba.
Pero la incógnita sigue sin resolverse. Algo pasó con Ruth y José el 8 de octubre, ¿pero qué? La Policía está convencida de que lo que pasó ocurrió en la finca de las Quemadas en los 259 minutos que Bretón estuvo con sus hijos en la parcela y lo justifica por las imágenes que ha logrado de José Bretón en distintas cámaras de seguridad. La primera, obtenida por un centro penitenciario muy próximo a la finca, grabó a las 13.37 horas de aquel 8 de octubre cómo Bretón llegaba en su vehículo a los terrenos de su familia con los niños a bordo. Ese mismo dispositivo volvió a grabar al automóvil a las 17.30, cuando salía de la finca rumbo al centro de la ciudad. En estas imágenes no se puede observar si los niños viajan en el coche. A las 17.56, otra cámara, situada en el Parque Cruz Conde, volvió a grabar al vehículo del padre. Minutos después, Bretón realizó la llamada en la alertaba del supuesto extravío de los menores.
Lo único que la Policía sabe que pasó durante esos 259 minutos es que Bretón hizo al menos dos llamadas. La primera, a la media hora de llegar, a su esposa, Ruth Ortiz, de la que está en trámites de separación. La mujer, aconsejada por los psicólogos que ya entonces la atendían, no descolgó, según confirmaron fuentes de su entorno. La segunda la realizó a su hermana poco antes de salir para quedar con ella en el parque y que supuestamente pudieran jugar Ruth y José con los hijos de ésta, de edades similares.
Los cuatro niños ya habían estado juntos aquel día por la mañana, cuando el ahora encarcelado hizo de ‘canguro’ y cuidó de sus sobrinos y sus hijos para que su hermana y su cuñado salieran a hacer una compras. Cuando éstos regresaron sobre las 13.00, Bretón estaba muy nervioso. Insistía en que había quedado con un amigo para comer e iba a llegar tarde.
Minutos después, el única encausado recogía su coche en casa de sus padres, de los que se despidió en la puerta, y se iba con sus hijos a la finca. Allí llegó a las 13.37. Comenzaba entonces un misterio que aún no se ha resuelto.
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