El Parlament rechaza las "lecciones morales" de Pujol
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Jordi Pujol debía comparecer esta tarde en el Parlament de Catalunya para dar explicaciones sobre dos asuntos: la herencia que su familia ha mantenido en el extranjero durante más de 30 años y su comportamiento durante el ejercicio en la presidencia de la Generalitat. La primera cuestión la ha convertido en una defensa de su honradez política, donde se ha servido de un relato intencionadamente emocional; la segunda, directamente, la ha obviado sin reparos, ante la sorpresa de algunos diputados y el alivio de muchos otros.
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Jordi Pujol llegó sereno y relajado, realizó su discurso y escuchó con atención las réplicas. Pero se marchó visiblemente alterado, después de abroncar a la oposición del Govern y dejando claro que su registro más vehemente sigue sigue siendo igual de efectivo a los 84 años de edad. En el Parlament, Pujol sigue sintiéndose poderoso y así lo ha demostrado este viernes tanto por lo que ha dicho como por lo que ha omitido. Sin embargo, la mayoría de diputados le han recriminado que les abroncara y han rechazado sus "lecciones de moral".
De esta comparecencia se esperaba que Jordi Pujol revelara detalles sobre el origen de la fortuna no declarada; los motivos por los cuales no la regularizó durante su mandato y el objetivo por el que decidió confesar el fraude fiscal el pasado 25 de julio. Los más ilusos pensaban incluso que dedicaría algunos minutos a explicar la situación de algunos de sus hijos o que levantaría las alfombras. Nada de eso. A ninguna de estas cuestiones se ha referido el expresidente, que ha optado en su discurso inicial de 30 minutos —leído, estudiado y cuidadosamente mimado por sus abogados— por defender su integridad política. "No he sido un político corrupto. Nunca he cobrado más que mi sueldo como presidente", ha reiterado en hasta dos ocasiones. Luego ha dedicado su intervención a relatar quién fue su padre y porqué decidió dejarle en herencia "140 millones de pesetas".
Según su versión, Florenci Pujol hizo fortuna en el sector del algodón y el de la bolsa, convirtiéndose en un hombre muy rico. Pero nunca acabó de ver con buenos ojos la deriva política de su hijo, así que decidió "conservar el dinero" por si la familia Pujol debía dejar el país. "Me veía demasiado arriesgado y tenía miedo de que lo perdiera todo", resumía con condescendencia. "Cuando mi padre falleció no me preocupé de aquel dinero, ni quise saber cómo evolucionaba", ha seguido el expresident, quien también ha recordado que aquel montante fue dejado en testamento a su mujer, Marta Ferrussola, y que él nunca quiso ser político "para ganar dinero".
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Jordi Pujol cerraba su discurso aludiendo tímidamente a los motivos por los cuales nunca dijo nada sobre su fortuna oculta. "Cuando accedí a la presidencia [tras la muerte de su padre] estaba muy presionado políticamente". Y ha tirado de retórica para inculparse nuevamente de un error que, asegura, deja en manos de la justicia: "Hay veces que las decisiones se toman en un segundo y este segundo puede condicionarte toda una vida".
Jordi Pujol llegaba al Parlament a las 14.00 de la tarde, dos horas antes de que empezara su intervención. Lo hacía para comer con Núria de Gispert, presidenta de la cámara catalana, pero también para evitar encontrarse en los aledaños del histórico recinto a las decenas de personas que se han reunido para atizar verbalmente al expresidente. A las 15 horas, con Pujol terminando los postres, hacía acto de presencia una representación del partido de ultraderecha Plataforma x Catalunya. Pujol, vestido de traje azul y visiblemente envejecido, sabía que tras su intervención de media hora los representantes de los grupos parlamentarios intentarían dejarle de color morado. Y así ha sido, pero con algunos matices.
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Gemma Calvet, la portavoz de ERC, era la encargada de iniciar el turno de preguntas, tasado en 10 minutos por grupo parlamentario. Su discurso, de tono conciliador, ha sido tierno en las formas pero contundente en el fondo. Calvet ha recordado en clave soberanista que "Catalunya está comprometida con un proyecto de política honesta". Algo así como que en la Catalunya independiente no habrá más Pujols pero que, hasta que esto no suceda, "hay que hacer limpieza". Sorpredentemente, el PSC ha optado también por un tono amable y educado. Miquel Iceta, líder del PSC, le ha recordado a Pujol que su engaño "ha hecho daño a la política, al catalanismo y al país" y que por su culpa ahora planea "una sombra tóxica e insoportable de corrupción en Catalunya". Seguidamente, ha subido un par de marchas para atizarle a través del Cas Palau, el 3% y la quiebra que sufrió Banca Catalana a principios de los ochenta y de la cual Pujol era accionista. "¿Puede desmentir que el origen de su fortuna pueda provenir de la venta de acciones de Banca Catalana antes de su quiebra?". Pujol, mientras tanto, hacía ver que tomaba notas.
ICV-EUiA, a través de Joan Herrera, se ha perdido en disyuntivas del pasado pero ha sido también muy crítico con Pujol. De hecho ha tenido que solicitar más tiempo para cerrar su intervención. Herrera le ha recriminado al expresidente su actitud "moralizadora" cuando gobernaba y se ha lamentado de que "Catalunya no haya generado mecanismos para evitar lo que se debería haber evitado". Pero sin duda, han sido las intervenciones del PP, Ciutadans y la CUP las más duras contra la figura de Jordi Pujol.
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El expresidente ha aguantado estoicamente, incluso ha bajado la mirada en alguna ocasión, pero las balas le han llegado de todos los lados. Alicia Sánchez-Camacho, líder de los populares catalanes, se ha referido a Pujol en un tono muy agresivo: "Usted no tiene credibilidad para decir si es o no un político corrupto". Luego le ha recordado que su proyecto nacional "no era para hacer país, era para hacer dinero". Camacho no ha desaprovechado la ocasión para sacar a relucir el mensaje de la unidad. "Usted, señor Pujol, ha impulsado una Catalunya independiente para perpetrar la impunidad", ha rematado.
Por su parte, Albert Rivera le ha acusado en un tono sarcástico e intimidatorio de "jugar a ser un líder moral" y también ha hecho sonar varias veces el nombre de Artur Mas para meter a CIU en el ajo. "Su partido lleva diciéndonos que España nos roba. Pues ahora se lo comen con patatas porque el que nos roba es usted", ha subrayado. David Fernández, de la CUP, se ha servido de sus habituales referencias históricas para acabar la intervención anunciando la "muerte del pujolisme" y advirtiendo al expresidente, a quien ha definido como "delincuente de cuello blanco", que "el proceso catalán enterrerá su figura pero en el viaje a Ítaca [la independencia] usted no tiene asiento reservado". Seguidamente, y sabiendo que Pujol no iba a contestar ninguna pregunta, se ha levantado y ha salido de la cámara.
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Para CiU, tener que rendir cuentas delante del hombre que fundó su partido ha sido especialmente difícil. Su intervención para formular preguntas a Jordi Pujol, liderada por el presidente del grupo, Jordi Turull, ha sido la última de las siete y, casualmente, no ha servido para formular ninguna pregunta y sí para alabar la valentía de Pujol. Ante el ambiente hostil que ya se estaba cociendo en la cámara, Turull ha preferido reforzar el mensaje que el Govern mantiene desde que saltó a la luz pública el caso Pujol: "Este caso afecta a la esfera personal del político, no a su acción política" y ha utilizado el resto de minutos para reprochar a la oposición su actitud "visceral y difamatoria contra Pujol y CIU". En este aspecto, ha reconocido que "esto no es un plató de televisión para desacreditar a un referente de este país". Así, sin hacer ruido, CIU ha evitado mojarse ante el hombre que puso al actual president, Artur Mas, como conseller en cap.
Terminadas todas las intervenciones, Jordi Pujol ha vuelto a tomar el protagonismo pero no para contestar a ninguna de las preguntas formuladas. Ha alzado la voz, se ha quejado agriamente de las palabras que ha escuchado de la oposición y, a voz en grito, ha recordado que "si hoy estoy aquí, es por la consideración que le tengo al Parlament. Me he desnudado ante la opinión pública y no tengo ninguna causa abierta. Adiós". Dos horas y media de comparecencia para no conocer ni una sola respuesta sobre su evasión fiscal.
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Con más o menos crudeza, Jordi Pujol ha vivido esta tarde en el Parlament una acusación pública que ha servido para más bien poco. Sea como sea, ni Artur Mas ni Oriol Junqueras han asistido a la comparecencia. Las prioridades de CiU y ERC, como se ha demostrado en sus intervenciones de este viernes, están orientadas a otro proceso, el soberanista. Lo sabe también Pujol.