El papa Benedicto XVI pidió hoy la solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional para la población afectada por catástrofes naturales en el Océano Pacífico, en los países del sureste asiático y en la isla italiana de Sicilia.

Durante su habitual rezo del Ángelus dominical, desde su balcón de San Pedro del Vaticano, el Pontífice instó a rezar por las víctimas y por sus seres queridos, así como por aquellos que han sido evacuados de sus hogares.

"Mi pensamiento va, en este momento, a la población del Pacífico y del sureste asiático, golpeada en los últimos días por violentas calamidades naturales: el tsunami en las Islas Samoa y Tonga; el tifón en Filipinas, que posteriormente ha afectado también Vietnam, Laos y Camboya; el devastador terremoto de Indonesia", dijo Benedicto XVI.

"Estas catástrofes han causado graves pérdidas en vidas humanas, numerosos desaparecidos y sin techo, e ingentes daños materiales. Pienso, además en los que sufren a causa de las inundaciones en Sicilia, especialmente en la zona de Messina", añadió.

El Papa quiso mostrarse "cercano" con los evacuados y todos aquellos que se hayan visto afectados por estas tragedias e hizo un "llamamiento para que no falte a estos hermanos y hermanas nuestra solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional".

En el día en el que el Pontífice abrió con una misa solemne en la Basílica de San Pedro el II Sínodo de Obispos para África, Benedicto XVI tuvo también un especial recuerdo para la población afectada por conflictos en el continente africano.

"No puedo olvidar los conflictos que actualmente ponen en riesgo la paz y la seguridad de los pueblos del continente africano. En estos días he seguido con aprensión los graves episodios de violencia que han sacudido a la población de Guinea", comentó el Obispo de Roma.

"Expreso mi condolencia a las familias de las víctimas, invito a las partes al diálogo, a la reconciliación y estoy seguro de que no se escatimarán esfuerzos en alcanzar una justa e igualitaria solución", agregó.

El Papa definió África como una tierra "fecunda de vida humana", que, desafortunadamente, está marcada por mucha pobreza y pesadas injusticias, algo contra lo que la Iglesia Católica, dijo, se compromete a luchar.