Este artículo se publicó hace 15 años.
La oposición tilda el plan de señuelo publicitario
"Al acuerdo se puede llegar desde el escepticismo", dice el presidente
Gonzalo López Alba
La oposición parlamentaria acogió ayer con unánime y profundo escepticismo la estrategia del Gobierno para impulsar el cambio económico. Lo que para José Luis Rodríguez Zapatero es un "ambicioso plan", que articula una veintena de "grandes reformas modernizadoras", para la oposición es sólo una operación "propagandística" y el "envoltorio" de una "amalgama inconexa" de medidas, en el mejor de los casos "necesarias, pero insuficientes". Aunque en el tono no fueron menos duros que el resto, los portavoces del PNV, ICV, BNG, Coalición Canaria, UPN y NaBai dejaron abierta la puerta para la búsqueda de acuerdos, todo lo contrario que el presidente del PP, Mariano Rajoy. En medio, aunque más cerca del PP, se situaron CiU y ERC.
Ante el nulo entusiasmo y confianza que provocó el plan gubernamental, salvo en las filas socialistas que aplaudieron en las seis ocasiones en las que Zapatero se reafirmó en la negativa a abaratar el despido, el presidente se esforzó en el turno de réplica por identificar áreas de posible entendimiento con los distintos grupos, incluido el PP. "Al acuerdo se puede llegar desde el escepticismo. No desaprovechemos la oportunidad de la coincidencia", subrayó.
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El presidente, que comparecía a petición propia, presentó la Ley de Economía Sostenible como una palanca para el cambio económico y también como una plataforma para el consenso. "No podemos seguir con un modelo en el que la vivienda ha aportado más de un 12% del crecimiento en la última década, con una tasa de fracaso escolar por encima del 29%, con una tasa de temporalidad por encima del 25% y, sobre todo, con una brecha de desempleo tan elevada respecto al promedio de los países europeos", argumentó.
Frente a estas rémoras, destacó que España goza de ventajas comparativas con el resto de Europa para afrontar la próxima década: una población menos envejecida y mejor formada, un capital productivo más moderno y mejores infraestructuras.
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Y concluyó con un gesto de humildad. "Les pido encarecidamente su colaboración", dijo, para acometer "el apremiante objetivo nacional" de suturar "la herida social" que representan los más de 4,1 millones de parados.
De nada sirvió, al menos con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, con quien el único punto de consenso manifiesto fue la declaración de que es "perentorio acabar con el paro". Rajoy enjaretó decenas de adjetivos descalificatorios del plan del Gobierno: "Un modelo económico de diseño, truco propagandístico, luces de neón, fuegos artificiales, deseos seráficos... Se ha presentado como el heraldo de un nuevo amanecer y lo que nos trae no es más que una tramoya teatral".
Todo ello, a juicio del presidente del PP, con "ninguna influencia apreciable en la economía". En su lugar, enunció como "alternativa" el epígrafe de siete reformas, empezando por el recorte del gasto público, lo que dio pie a Zapatero para pedirle que empiece a dar ejemplo en el Ayuntamiento de Madrid, el más endeudado de España.
"No me provoquen"La tensión entre ambos dirigentes fue subiendo de temperatura a medida que avanzaba el debate, con un intercambio de acusaciones sobre quién tiene más culpa de la burbuja inmobiliaria. Y, tras avisar Zapatero a la bancada conservadora que "no me provoquen para hablar de otras consecuencias de la especulación urbanística", el presidente acabó desvelando que el PP mantiene congeladas las negociaciones para un pacto sobre energía desde el 6 de octubre, cuando el ministro de Industria le remitió "un texto de consenso" al que no ha dado respuesta.
El presidente adoptó un tono más conciliador con el resto de los portavoces, aunque estos no fueron menos duros en la crítica, sobre todos los de CiU y ERC. "Mi grupo no comparte ni los criterios, ni las formas ni el contenido", afirmó Josep Sánchez Llibre. "Este nuevo señuelo propagandístico tendrá nulo impacto en la realidad económica", dijo Joan Ridao. La crítica no impidió tender la mano al portavoz del PNV, Josu Erkoreka, para quien "en el mejor de los casos, es un primer paso".
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