La ofensiva paquistaní causa 2,4 millones de desplazados
La ONU denuncia que es el mayor éxodo desde el genocidio de Ruanda
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Casi 2,4 millones de paquistaníes han huido de sus hogares en las últimas tres semanas por miedo a perder la vida en los intensos combates entre el Ejército y los talibanes en el noroeste del país. El Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (ACNUR) denuncia que podría tratarse del mayor éxodo de población civil desde el genocidio de Ruanda en 1994.
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"Hemos registrado 2,38 millones de desplazados desde el 2 de mayo procedentes del valle de Swat, Bajo Dir y Buner", anunció ayer la portavoz de ACNUR, Ariane Rummery. "La cifra no es definitiva", matizó, señalando que tienen que verificar si hay personas registradas en dos sitios distintos.
La mayoría de los desplazados han sido acogidos por familiares o amigos, pero aun así los campos gubernamentales se encuentran desbordados y las autoridades paquistaníes han pedido ayuda a la comunidad internacional para hacer frente a la crisis humanitaria.
Visita de senadores de EEUU
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"A pesar de que Pakistán está librando su propia guerra contra el terrorismo, el mundo será el máximo beneficiario de este éxito", dijo ayer en un comunicado el primer ministro, Yusuf Raza Guilani.
El dirigente paquistaní detalló la ofensiva militar contra los talibanes a un grupo de senadores estadounidenses de visita en el país asiático.
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En las últimas 24 horas, el Ejército ha tomado varios puntos estratégicos de Mingora, la capital del valle de Swat, y ha matado a cuatro insurgentes. Sin embargo, el portavoz de las Fuerzas Armadas, Athar Abbas, alertó de que "se podrían necesitar hasta 10 días para limpiar Mingora de insurgentes". Según Abbas, la operación puede ser más lenta de lo deseado "para evitar bajas civiles y la destrucción de viviendas". El portavoz militar explicó que quedan entre 300 y 400 integristas atrincherados en la ciudad y cuentan con explosivos.
Escasez de agua y medicinas
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Pese al éxodo de las últimas semanas, aún quedan decenas de miles de civiles atrapados en las zonas de combates, denuncian las ONG. Personas mayores que no han podido cruzar las montañas hacia lugares seguros ni tienen dinero para pagar un billete o granjeros que no pueden permitirse perder su cosecha permanecen en Swat. La ofensiva militar ha empeorado aún más sus precarias condiciones de vida.
"Desde el 29 de abril, no hay electricidad, ya que los generadores no tienen combustible para funcionar, las líneas telefónicas no funcionan, las reservas de alimentos y agua potable se están acabando, y las medicinas escasean", advierte Ali Dayan Hasan, investigador de Human Rights Watch.
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El personal médico de Swat explica que parte de la plantilla de los hospitales ha huido y los que quedan se están quedando sin medios para tratar a pacientes que requieran intervenciones quirúrgicas complejas.
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