Desde que era un adolescente, Jesús Ferrero (Zamora, 1952) quería escribir novela negra. Sin embargo, la historia no debía seguir las reglas del género al uso, sino otros parámetros: personajes complejos, sexo, intensas pasiones y juegos entre el bien y el mal. 'Si no fuera así, sería literatura basura, a la que es muy propicia este género', afirma el escritor.
Ahora acaba de terminar El beso de la sirena negra (Siruela), y, por supuesto, aunque se encuadre en el género policiaco, Ferrero sabe que ha cumplido su promesa. La culpa la tienen los dos personajes principales, la detective Ágata Blanc y la joven médica Alize, que, a partir de una trama de desaparición, establecen una relación de amor-pasión con bastantes rasgos sadomasoquistas. Ferrero se muestra así cercano al joven escritor de Belver Yin.
Para el autor de Las trece rosas, no ha sido nada difícil ponerse en la piel de dos personajes femeninos tan al límite. Según señala, no quería un alter ego y buscaba distancia con respecto al protagonista, 'aunque todo es siempre deducible, ya que todos llevamos incorporado al otro sexo', mantiene.
Este laberinto del deseo que recorren las dos mujeres no es ningún artificio con el que renovar la estructura negra tradicional. 'Es un argumento muy justificado, ya que Alize es una mujer que cada vez odia más a los hombres, y eso hace posible que cierna la mirada sobre otra mujer. A Ágata le subyuga esa zona oscura de Alize y su amoralidad completa. No en vano, el mal nos atrae lo mismo que el bien', sostiene.
A Ferrero lo que le fascina es el propio deseo. 'Es que es el vínculo más poderoso con la vida. Está el deseo sexual, pero también el de conocer nuevas cosas', explica. Este interés, que ya ha volcado en casi todas sus obras de ficción, le ha llevado incluso a establecer su propia teoría en el texto Eros y Miso, ganador del reciente premio Anagrama de Ensayo. Ahí analiza cómo la censura a nuestros deseos nunca parte de la conciencia, sino que es social. 'Por dentro somos capaces de todo', reconoce.
Un discurso moral
La adicción a las emociones fuertes de los personajes de El beso de la sirena negra es para el escritor uno de los pilares de la sociedad contemporánea. Ni Alize ni Agata están tan alejadas de la realidad. 'Hace tiempo que decidimos recorrer ese laberinto del deseo y hoy en día, los adictos a las sensaciones fuertes abundan', explica. Por supuesto, Ferrero no ve en esto ningún discurso libertino y amoral: 'Yo no creo que vayamos a peor. El verdadero infierno era la España de los cincuenta dominada por el miedo y la represión'.
Ágata Blanc no va a descansar después de esta novela. El escritor quiere crear una trilogía porque 'el personaje no está completo todavía'. Sus investigaciones serán, por supuesto, las pasiones más oscuras del alma.
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