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Nobel para una de las teorías puestas en solfa por la crisis

Sargent y Sims aportaron un modelo revolucionario en los setenta para calcular el efecto de la política económica en el mercado

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El Premio Nobel de Economía recayó ayer sobre Thomas Sargent y Christopher Sims, ambos estadounidenses de 68 años, y estudiosos de la macroeconomía y de sus mecanismos de actuación. Sargent es uno de los padres de la teoría de las expectativas racionales, un modelo económico fuertemente criticado a raíz de la crisis. Según esta teoría, los ciudadanos y los mercados disponen de una información perfecta que les lleva a anticipar su toma de decisiones a las medidas que puedan hacer los gobiernos y bancos centrales.

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Una explicación muy simple de la teoría viene a decir que los individuos (la suma de las decisiones de todos ellos es la economía) se adelantan a, por ejemplo, una subida de tipos de interés o una subida de impuestos de forma que cuando esta ocurre, ya no surte efecto porque está neutralizada.

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Su modelo no recoge el papel de los bancos en las crisis

Sargent, que trabaja como profesor en la New York University, es conocido por ser de la corriente de "agua dulce". Esto es, de las Escuelas de Chicago y Minnesota se les llama así porque estos campus se encuentran alrededor de lagos de agua dulce que a su vez beben de la tesis del "equilibrio general dinámico", lo que algunos ven como una inspiración para los neoliberales, aunque no tienen una adscripción ideológica concreta. En España, por ejemplo, el grupo de los cien estaría próximo a este pensamiento. Por su parte, Sims es más "agua salada", como corresponde a su actual Universidad, Princeton, que está en el estado de Nueva Jersey. Uno de los precursores de esta corriente es el también Nobel Paul Krugman.

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Ambos son extremadamente conocidos en su gremio porque la aportación que hicieron a la forma de estudiar la macroeconomía en los setenta se consideró una revolución, ya que proporcionaron modelos para medir la efectividad de la política monetaria y la acción de Gobierno. El propio Sims reconoció ayer en rueda de prensa que sus estudios pretenden "encontrar la salida para este lío en el que estamos metidos", en referencia a la crisis. Con todo, ayer se elevaban algunas críticas porque la parte más pura de su teoría, la de la racionalidad y la información perfecta, ha sido puesta en cuestión en la crisis. Así, estos modelos no introducen el factor de la banca para su estudio. Con todo, la Academia sueca ha resaltado que es su aplicación práctica lamerecedora del premio.

El catedrático de la Universidad de Granada, Santiago Carbó asegura que sus estudios se pueden leer también como una llamada a ser "más imaginativos. Tomar decisiones que generen una sorpresa y que nos altere las expectativas".

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Hay varias interpretaciones de cómo aplicar sus estudios

Por su parte, Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, cree que los premiados son "dos grandes economistas, pero es sorprendente que premien ahora la política de las expectativas racionales con el fracaso de la actuación de los bancos centrales". Según Torres, la política monetaria que se ha seguido durante la crisis encaja con lo propugnado por las expectativas racionales, lo que la desligitima. "El premio es justo porque es una aportación importante, pero ha dado pie a creer que cualquier intervención es innecesaria y ha sido caldo para la ortodoxia", concluye.

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Alberto Montero, profesor de la Universidad de Málaga, es más radical y cree que "no tiene ningún sentido que le concedan el premio porque lograron un avance importante pero alejado de la realidad". En su opinión, "es una aportación intelectual que ha sido sobredimensionada dentro de la corriente dominante en la economía", que se liga a la ortodoxa.

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