Este artículo se publicó hace 14 años.
El Nobel de Literatura Gao Xingjian lleva a Palma sus pinturas del fin del mundo
El Premio Nobel de Literatura Gao Xingjian (China, 1940) es un "quijote" polifacético que pinta sentimientos y que ha llevado a Palma una muestra de sus cuadros en los que se refleja la tristeza, la soledad y la angustia de la sociedad actual, una obra que presenta bajo el título de "El fin del mundo".
Gao escribe ensayo, poesía, hace cine, ha escrito una ópera y ahora expone sus pinturas sobre los muros del Casal Solleric de Palma, en la que es su octava visita a España, donde ha expuesto en ciudades como Madrid, Barcelona y Santiago de Compostela.
"España es un país de sueño", reconoce mientras sonríe recién levantado de una siesta que le ha hecho llegar tarde a la inauguración de la exposición, y recuerda que fue de niño, con trece o catorce años, cuando se produjo el primer contacto con nuestro país: "Leí el Quijote y lo dibujé con Sancho Panza", detalla.
Para él, todos los intelectuales son un poco "Don Quijotes" que se enfrentan contra los molinos, "luchando siempre pero para nada", matiza.
Esta frustración, la traslada a su relación con China, donde nació y donde está totalmente censurado pues allí no se pueden ni vender ni publicar sus libros, sus pinturas o sus películas, y ni siquiera se puede teclear su nombre en un ordenador sin que el aparato dé error.
En este sentido, este Nobel de Literatura de 2000 trata de sacar la venda que puede cubrir algunos ojos en Europa respecto del gigante asiático y advierte de que el libre mercado no ha llevado la democracia a China. "No hay libertad de expresión y prueba de ello soy yo mismo".
Confiesa que de China ya no le interesa nada, que su mundo actual, su vida está en Europa y, destaca que, de hecho, en sus cuadros no hay ninguna referencia a su país natal, salvo la tinta china con la que pinta sus telas.
Consciente de haberse librado de "toda chinosidad", este Nobel literato considera que la pintura va más allá de la lengua, que es pura visión y por tanto sus cuadros no son descriptivos.
Gao, que vive en París desde hace más de dos décadas, explica que sus cuadros son el resultado de un largo ritual y que son los primeros lienzos de tela pintados con tinta china del mundo, de ahí su gran formato y su singularidad, ya que el resto de artistas pintan sobre papel.
"El papel hace que los formatos sean más pequeños", aclara el Nobel, quien añade riendo que prefiere la tela y los grandes formatos porque su objetivo siempre fue exponer en los museos.
La técnica de pintura es laboriosa debido al gran tamaño de las telas y para trabajar cuenta que ha de hacerlo en el suelo, para evitar que la tinta se escurra, o con una escalera si es realmente grande y ha de estar colgado.
Asimismo el proceso de concentración es duro, y mientras trabaja no lee nada, ni siquiera los diarios, ni escucha música con letra. Sólo música instrumental, clásica del Barroco -nada de Beethoven y el Romanticismo, sino Bach- o contemporánea que sea "pura".
El cuadro central de la exposición, que da título a la muestra, es el fruto de una visión que surgió en 2006 y simboliza la angustia, suya y de la sociedad, ante el problema del calentamiento global: problemas de hoy traducidos en pinceladas de un quijote cargado de sentimiento.
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