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No con mi música

Pearl Jam, Rage Against The Machine y R.E.M. exigen a la Administración de EEUU la lista de las canciones utilizadas en los interrogatorios de Guantánamo

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Una coalición de estrellas del rock ha dicho que no al Gobierno de Barack Obama. No al uso de la música, de su música, para torturar a prisioneros. Pearl Jam, R.E.M y Nine Inch Nails, entre otros, se han unido a la Campaña Nacional para Cerrar Guantánamo, un grupo que pide a Obama que cumpla el plazo, cada vez más improbable, en el que se comprometió a cerrar la prisión militar: el 22 de enero de 2010.

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Para ello, el National Security Archive, una organización independiente con sede en Washington, ha pedido al Gobierno, al amparo del Freedom of Information Act, que desclasifique todos los archivos relacionados con el uso de la música para torturar a los presos sospechosos de terrorismo.

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Según documentos ya publicados y testimonios de antiguos detenidos, los responsables de la cárcel usaron música a todo volumen, sobre todo metal y hip hop, para romper la voluntad de los prisioneros y evitar que se comunicaran entre ellos.

Entre los grupos y canciones que figuran en la demanda están incluidos AC/DC, Aerosmith, Bee Gees, Britney Spears, Bruce Springsteen, Christina Aguilera, Dope, Drowning Pool, Eminem, James Taylor, Marilyn Manson, Metallica, Neil Diamond, Queen , Rage Against the Machine, Tupac Shakur, y, lo más sorprendente, la canción de Barrio Sésamo.

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"El sonido, a un nivel muy alto, crea una saturación sensorial que rompe la subjetividad"

Un portavoz del Pentágono aseguró que este tipo de tácticas no se utilizan desde 2003. El uso prolongado de música para controlar o coaccionar a los detenidos viola expresamente la Convención de la ONU contra la Tortura, que Estados Unidos ha firmado.

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"El sonido, a un nivel muy alto, crea una saturación sensorial que rompe la subjetividad y puede llegar a una regresión y un comportamiento infantil", explicó ayer al Washington Post, Suzanne G. Cusick, profesor de música de la Universidad de Nueva York (NYU) . "Su efectividad depende de la constancia del sonido, no de la calidad de la música", subrayó.

Un prisionero mauritano, Mohamedu Uld Slahi, que pensaba que la música era pecado, tuvo que escuchar durante días Let the Bodies Hit the Floor, de la banda Drowing Pool. Otro, Binyam Mohamed, declaró a Human Rights Watch que durante casi tres semanas padeció The Real Slim Shady, del rapero Eminem.

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"La petición es esencial para entender cómo EEUU en el pasado, el presente e incluso el futuro, utiliza la música como instrumento de tortura", declaró al Washington Post, Jayne Huckerby, directora del Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la NYU.

La música puede tener consecuencias inesperadas

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"El Gobierno usó regularmente" altos volúmenes de música en las cárceles secretas de la CIA, declaró Huckerby, cuya organización representa a Mohamed al-Asad y Mohamed Bashmi-lah, dos ex prisioneros, liberados en 2005, que declararon haber sido sometidos a este tratamiento durante días y a veces semanas.

Algo más de 200 prisioneros siguen todavía en Guantánamo. Washington los ha dividido en tres categorías: unos 80, la mayoría yemeníes, ya pueden ser liberados y transferidos a otros países; entre 40 y 60 serán juzgados; el resto, algo menos de cien, permanecerán encerrados indefinidamente, al ser considerados demasiado peligrosos.

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La música puede tener consecuencias inesperadas. En el espeluznante relato que el periodista del New York Times, David Rhodes, secuestrado por los talibanes en Afganistán, publica estos días sobre sus meses de cautiverio, recuerda cómo en las largas veladas de invierno, sus carceleros, para matar el tedio, le pedían que cantara todo tipo de canciones "occidentales".

Rhodes se encontró de repente entonando She Loves You, de los Beatles, con sus tres guardias talibanes siguiéndole a coro, "yeah, yeah, yeah".

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