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Los niños de Laudrup

El danés sortea la falta de dinero en el Mallorca con jugadores de gran rendimiento

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En agosto, Pereira mostraba 30 euros en el banco: el Mallorca no le había abonado las nóminas de junio y julio y no tenía ni para pagar el alquiler de su apartamento. Kevin cobraba 1.000 euros al mes. Joao Víctor acababa de llegar a prueba desde Uzbekistán, y para el filial. De Guzmán venía del Feyenord tras dos años lesionado. Y de Nsue se dudaba que llegase al nivel de los que acababan de marcharse: Aduriz, Borja Valero o Mario Suárez. Pero no quedaba otra que esperar. Serra Ferrer, en la jerarquía deportiva del club, insistía en que "un equipo, que sólo es capaz de recaudar 30 millones de euros, no puede tener un presupuesto de 48".

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El danés sortea la falta de dinero con jóvenes jugadores de gran rendimiento

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Cinco meses después, esos futbolistas han visto caer las estrellas del cielo y han instalado al Mallorca a solo dos puntos de la Liga Europa. Pereira (París, 1987) ha devuelto a su representante Franco Nicola los 2.000 euros que le prestó para pagar el alquiler y ha firmado un espléndido contrato con una cláusula de 18.000 millones. Desde el día en el que hizo un túnel a Iniesta en el Camp Nou no ha parado de crecer. Comenzó como jugador número 12 y ahora es el primero, porque su trabajo "es marcar la diferencia". Ha logrado cinco goles , "pero hasta que no sean diez no podemos hablar de algo importante".

Vino gratis del Alfortville, un club amateur de la quinta división francesa, y ahora lo comparan con Drogba. El año pasado jugó en el filial y era uno más de esa factoría de Son Bibiloni, llena de desertores y promesas frustradas. Y, naturalmente, Pereira veía a Webo, Keita o Aduriz a años luz.

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Nsue (Palma, 1989) lo sentía desde niño, cuando hacía de recogepelotas en el Luis Sitjar. A los 15 años, ya se decía que lo quería el Arsenal de Wenger. Después, ha sido internacional en todas las categorías, excepto en la absoluta, pero los dos últimos años fue cedido a Castellón y Real Sociedad. Laudrup, en vez de pedir fichajes, se acordó de gente como él: "Hay que sacar jugadores; si sale uno cada seis años, la economía del club no va a mejorar. Los jóvenes son los únicos que pueden sanearla". La promesa inspiró a Nsue, que marcó el gol del empate en el Camp Nou.

En agosto, la cuenta de Pereira mostraba 30 euros, no tenía ni para el alquiler

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Y allí también apareció el jovencísimo lateral Kevin (Paguera, Mallorca, 1989), que fue capaz de detener a Messi sin necesidad de patadas. Hasta entonces, jugaba en el filial y, a lo máximo, aspiraba a ir convocado en algún partido de Copa. Kevin suma ya 908 minutos y, aunque ahora el dinero le parece "secundario", ya cobra como un ejecutivo. "Llevo desde los 11 años en el club y quiero durar otros diez", le decía a Serra Ferrer el día que renovó hasta 2014.

Jonathan de Guzmán (Toronto, 1987), ausente hoy por sanción, no es de la tierra, pero este verano, cuando llegó, también era un futbolista en transición. Los dos últimos años había estado parado por una grave lesión de rodilla. Pero en los 1.729 minutos que ha jugado esta Liga ya ha venido a verle el seleccionador holandés. De Guzmán, en realidad, es canadiense, pero a los 12 años emigró a Rotterdam para jugar en el Feyenoord. Se lo dijo a sus padres: "No quiero estudiar más y es la edad perfecta para irme". A los 18, debutó en la Eredivise holandesa, tenía la doble nacionalidad y participó en los Juegos de Pekín con Holanda y, hasta que se lesionó, casi ficha por el Valencia. Ahora, se ha rehabilitado. Hay quienes comparan su último pase al que tenía Laudrup y es un futbolista encantador, una mezcla de culturas ("soy hijo de jamaicano") que se refleja en su infinidad de recursos con la pelota.

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El último es Joao Víctor (Olinda, Brasil, 1988), miembro de la iglesia evangélica y quizá el menos propagandístico de todos. Un mediocentro ordenado que ni gana ni pierde partidos. Vino en silencio, recomendado por Rivaldo, con el que coincidió en Uzbekistán. Su destino parecía el filial, pero convenció a Laudrup. Le dijo que sólo quería dos cosas de él, que ayudase a los centrales y que moviese rápido la pelota. Desde entonces, no ha fallado y, aunque sea un tipo rebajado con el balón, Joao Víctor ha ayudado a que los objetivos del Mallorca sean similares a los del año pasado.

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