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De Naim Darrechi a Marina Yers: 'influencers' que ganan la partida a los medios de comunicación

El poder que amasan los influencers pone de manifiesto la influencia que tienen sobre los menores y los jóvenes, sobre sus hábitos y consumo de información. Los medios de comunicación en su conjunto son incapaces de competir en usuarios con los creadores de contenidos en redes sociales y plataformas.

Imagen de Naim Darrechi y Marina Years
Imagen de Naim Darrechi y Marina Years.

Las polémicas declaraciones de Naim Darrechi, el tiktoker que aseguró en una entrevista con Mostopapi en su canal de YouTube que mantiene relaciones relaciones sexuales sin preservativo y eyacula dentro de las chicas, a las que engaña diciéndoles que es estéril, llevaron al Ministerio de Igualdad, liderado por Irene Montero, a denunciar el caso en la Fiscalía porque se podrían estar traspasando los límites.

Como viene ocurriendo desde hace años, cuando una (o un) influencer la lía en las redes sociales, la sociedad se acuerda que existen y que, además, tienen millones de seguidores entre el público joven; pero cuando ese boom mediático desaparece, las instituciones, los colegios y los mismos padres vuelven a olvidarse de que existe ese poderoso grupo que tanta influencia tiene sobre los adolescentes y jóvenes.

Más seguidores que los periódicos

El alcance de muchos influencers es tal que algunos de ellos acumulan más seguidores en redes sociales que el sumatorio de seguidores de los principales medios de prensa en España. En Público hemos seleccionado 15 medios generalistas con presencia en internet (El País, El Mundo, ABC, La Razón, Público, La Vanguardia, Ok Diario, El Diario, El Confidencial, La Voz de Galicia, Vozpòpuli, 20 minutos, El Huffpost, El Español y El Periódico) y hemos comprobado que los seguidores de estos medios en Twitter alcanzan los 22,7 millones, una cifra casi cuatro millones inferior al número de personas que siguen a Naim Darrechi, que tiene 26 millones.

El número de visualizaciones de contenidos también es considerable. Por ejemplo, algunas de las publicaciones de Julia Menu García (la segunda tiktoker española con más seguidores después de Darrechi) superan los 16 millones y solo uno de sus vídeos ha recibido más de 96 millones de clics, unas cifras inimaginables en los medios de comunicación. Sirve de ejemplo la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que anunció el estado de alarma en marzo de 2020, que registró una audiencia total (todas las cadenas que lo emitieron) de 18 millones de espectadores, lo que supuso un 80,9% de cuota de pantalla.

Una fuerte brecha generacional

En cuanto a consumo de contenidos por edades, en el caso de TikTok (la red más puntera entre la juventud), el 41% de los usuarios tienen entre 16 y 24 años y, si nos centramos en España, la edad de los usuarios oscila entre 16 y los 25 años, según Globalwebindex, una compañía especializada en el análisis de audiencias. En el caso del perfil de usuario de Instagram tiene una edad promedio de 35 años, pero son los más jóvenes —entre 16 a 30 años— los que más utilizan esta red social, de acuerdo con datos de la agencia IAB Spain.

Las edades de los usuarios de redes sociales contrastan con las de los consumidores de televisión, radio o prensa. En la franja de edad entre 35 y 64 años, el 51% se informa y consume contenidos a través de la televisión; el 57% usa la radio, el 55% diarios no digitales y el 56,6 medios digitales (incluidos Facebook y Youtube), según datos del Estudio General de Medios (EGM). Esto pone en evidencia que muchos padres no saben qué tipo de contenidos consumen sus hijos.

El sociólogo Iago Moreno, especializado en fenómenos digitales y cambio social, explica a Público que los adultos, especialmente la generación del llamado 'baby boom', no son conscientes del papel tan importante que juegan las redes sociales en la vida de los niños, adolescentes y jóvenes. El experto llama la atención sobre el hecho de que, además, existen sesgos en el consumo por internet: "Entre la gente joven hay grandes muros y a muchos les resulta difícil darse cuenta de que existen estos fenómenos; hay gente que vive con los ojos tapados ante el auge de youtubers de extrema derecha, mensajes de odio, casas de apuestas o influencers deportivos. Estos fenómenos sólo son visibles para la gente que ocupa ese lugar en la red y hace que ni siquiera los mismos jóvenes puedan identificar el problema", advierte.

El caso de Naim Darrechi no es aislado

El pasado noviembre, otro famoso tiktoker que cuenta con casi cuatro millones de seguidores, el mexicano Werevertumorro, recibió duras críticas por un vídeo que subió a TikTok en el que se le ve fingir que tiene relaciones sexuales con una persona inconsciente o dormida, y aparentemente con síntomas de ebriedad.

Si bien la apología de los abusos sexuales está presente en las redes, no todo tiene que ver con aspectos que traspasan la frontera de lo lícito, hay influencers que juegan con los trastornos de alimentación (TDA). Un ejemplo es Marina Yers, quien —con un millón y medio de seguidores—- afirmó hace varias semanas en una storie de Instagram: "No sé si os pasa, pero últimamente me encanta vomitar. Lo hago cada dos días y siento que me limpio por dentro". Aunque posteriormente pidió perdón y explicó que eran unas pastillas para dormir las que le provocaban náuseas, no es la primera vez que esta joven genera una polémica en su perfil de esta red, también había ocurrido en enero pasado cuando renegó de las mascarillas.

"Hay una desprotección muy importante de la que somos poco conscientes. Es una desprotección que parte de las familias, de la Administración y de los proveedores de contenido ya que deberían verificar la edad de los consumidores de estos servicios y la verificación es escasa. El móvil es una puerta más dentro del domicilio, es una puerta de salida a la calle y de la misma manera que los padres controlarían lo que hacen sus hijos cuando salen de casa deberían hacerlo con los dispositivos", advierte Roger Ballescà, coordinador del Comité de infancia y adolescencia del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya.

Los buenos ejemplos

Más allá de los casos polémicos, hay multitud de influencers que producen contenido de calidad y que son conscientes del fuerte impacto que tienen sobre los jóvenes, como es el caso de Ibai Llanos. Este joven, que cuenta con cuatro millones y medio de seguidores en Instagram y casi cinco en Twitter, se muestra cercano y busca concienciar a los adolescentes y jóvenes de los peligros de internet. Aún así, por las propias dinámicas de la red, donde contenidos y creadores están interconectados, es difícil evitar que aquellos influencers que juegan papeles positivos terminen dirigiendo a los usuarios a otros que no tienen cuidado con lo que publican. De hecho, Ibai se vio obligado a condenar la polémica entrevista que le hizo Mostopapi a Darrechi, en la que generó la polémica sobre el sexo sin condón y sin consentimiento, porque el entrevistador ha colaborado en alguna ocasión con Ibai.

Los influencers llegaron para quedarse. Su capacidad de comunicación y su alcance podrían no tener límites y el mal uso de su poder sería un factor determinante en la construcción de las nuevas generaciones. Es importante poner el foco y posiblemente analizar si un organismo de control sería factible, como existe en las esferas de la publicidad y los medios. El objetivo es evitar más casos como el de Darrechi. 

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