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"Se nos multa por vender"

La Ordenanza de Civismo de Barcelona prohíbe la venta ambulante. La norma afecta a los músicos callejeros, que piden que se les permita el comercio de sus discos. 

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Caminar por Ciutat Vella bajo el sonido de la música es una escena ya habitual para muchos barceloneses. También para la mayoría de turistas, que ven como artistas anónimos interpretan en directo la banda sonora de sus vacaciones. Al lado del sombrero o la funda del instrumento suele haber también algunos ejemplares de los discos que los propios artistas editan y ofrecen a su público improvisado. Esta estampa, aunque habitual, no cuadra con la ordenanza del civismo que prohibe la venta ambulante.

Un colectivo de estos músicos callejeros reclama al Ayuntamiento que deje de multar y requisar sus discos: 'No somos vendedores ambulantes, se nos multa por vender nuestra obra. No somos ‘top manta' ni copiamos la obra de otros. Queremos que el Ayuntamiento nos legalice', explica Juan López, un artista que forma parte de la treintena de músicos que se han dirigido por carta al Ayuntamiento para buscar una solución a su problemática. 'Se nos utiliza para vender una imagen plural, cultural y cosmopolita de Barcelona. Añadimos valor a la ciudad pero también se nos persigue y se nos multa'.

Artesanos de la música

Desde el Ayuntamiento se recuerda que cuando se creó la normativa que, actualmente regula dónde y cuándo se puede tocar en la calle, se pretendía dar una amparo legal a la práctica de la música, no a su venta. Aunque no se persigue a los músicos que piden la voluntad, el proyecto no fue diseñado para que la gente se ganara la vida en la calle.

La ordenanza de civismo prohibe explícitamente la venta ambulante de alimentos, bebidas y otros productos en espacios públicos. Una medida pensada para luchar contra los ‘top manta' o los famosos ‘lateros' que pululan por la noche barcelonesa. La propia ordenanza permite excepciones con autorización previa. Es el caso de las ferias artesanas o los caricaturistas de las Ramblas.

Los dibujantes son el ejemplo más citado por los músicos, ya que consideran sus discos como un trabajo artesanal que en algunos casos no se distribuye por ningún otro canal. Pero para el Consistorio las diferencias son notables. Los dibujantes realizan su actividad en un espacio pequeño y, además, han pasado una valoración previa. En cuánto a los músicos, hay más de 400 apuntados a los sorteos. Desde el área de Cultura piden un interlocutor. Aunque esto no es fácil para un colectivo tan heterogéneo y competitivo. 

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