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Una mujer al frente de la defensa del pueblo europeo

En una Unión Europea dirigida principalmente por hombres, el nombramiento de Emily O'Reilly supone un paso más para igualar la presencia femenina en puestos directivos

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Los europeos tienen un nuevo Defensor del Pueblo y, por primera vez, este cargo será asignado a una mujer. Emily O'Reilly será desde el 1 de octubre la primera Defensora del Pueblo europeo en la historia de este órgano, considerado como una de las principales instituciones de la Unión.

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Se trata de un avance mas en la designación de mujeres en altos cargos de representación a nivel europeo, que todavía hoy plantea desigualdades preocupantes entre ambos sexos.

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O´Reilly era la actual Defensora del pueblo de Irlanda, puesto que ocupaba desde 2003 cuando su nombramiento la convirtió en la primera mujer en ostentar este cargo en su país. Periodista de profesión, ha relevado a Nikiforos Diamandouros en el cargo europeo con el apoyo, tras tres votaciones secretas, de 359 eurodiputados.

La figura del Defensor del Pueblo europeo se creó en 1995 y se encarga de recoger las quejas de los ciudadanos por mala administración de la UE e investigarlas. Esto incluye cuestiones como la falta de transparencia, la negativa de acceso a los documentos, casos de discriminación, problemas de convocatorias o pagos tardíos de proyectos comunitarios. Una vez investigados los casos que le plantean, propone recomendaciones de forma amistosa con el fin de buscar una solución amigable para las partes.

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Con una media de 3.000 quejas anuales, la media para resolverlas es de nueve meses. Hay casos excepcionales en los que la Defensora puede emitir un informe especial dirigido a la Eurocámara.

El nombramiento de O`Reilly sigue siendo, sin embargo, una excepción. A pesar de que las mujeres suponen más de la mitad de las personas que viven en el continente (380 millones de los 734 totales), la representación política de la Unión Europea sigue estando mayoritariamente en manos de los hombres.

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En las principales instituciones europeas, la Eurocámara, la Comisión o el Consejo, apenas un tercio de los puestos están ocupado por mujeres y rara vez son cargos directivos. La paridad aparece en puestos intermedios de menos responsabilidad, niveles en los que en algunos casos superan a los hombres.

La designación de los altos cargos en la Unión Europea tras la reelección de Durao Barroso en 2009 ya levantó polémica precisamente por la escasez de candidaturas femeninas a los principales puestos. Varias dirigentes de la Comisión y el Parlamento alertaron de que era necesario un mayor porcentaje de mujeres y que de no aumentar, el Parlamento rechazaría dar su voto de confianza a un Ejecutivo poco igualitario.

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En la primera legislatura de Barroso ocho mujeres ocuparon asiento entre los veintisiete miembros del Ejecutivo europeo y ante la reelección del portugués y la designación de los principales puestos de la UE en 2009, exigieron que ese número fuera al menos igualado, sino superado.

"Ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos y nombrar a mujeres para los puestos claves" alertaron Margot Wallstrom, vicepresidenta de la Comisión en aquel momento, Neelie Kroes, comisaria de Competencia en 2009 y actual vicepresidenta de la Comisión Europea como comisaria de Agenda Digital y Diana Wallis, vicepresidenta del Parlamento.

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"Ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos y nombrar a mujeres para los puestos claves"

La reacción no se hizo esperar y Barroso tuvo claro que sin más mujeres en los cargos políticos y de toma de decisión europeos, su presidencia podía complicarse mucho. Los nombramientos de Viviane Reding como vicepresidenta de la Comisión Europea y Comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía; y de Catherine Asthon como Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad fueron un paso importante en esa línea.

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También hubo un incremento en la presencia femenina en la Comisión Europea . Según datos de la propia institución, actualmente hay 18 hombres en la comisión y nueve mujeres. Esto supone un 33%, es decir, el máximo alcanzado para este órgano desde 1994, cuando apenas un 5,4% de los puestos eran femeninos.

El Parlamento europeo es, de lejos, la institución con más equilibrio de género. Un 35% de los escaños los ocupan mujeres y un 65% hombres.

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A pesar del incremento, el número de mujeres en puestos de responsabilidad sigue siendo insuficiente. Viviane Reding, que ha convertido la lucha por la igualdad de género en las instituciones europeas en su principal caballo de batalla, se ha expresado en varias ocasiones en este sentido. Considera que la situación de la presencia de trabajadoras en los puestos de más rango de la UE "puede mejorar todavía", aunque está satisfecha de que "en los últimos años ha habido una tendencia muy positiva en los puestos sénior de la CE, pasando del 4 % en 1995 al 24 % en 2011".

Una de las claves para esta mejora ha sido la Estrategia Europea sobre Igualdad entre hombres y mujeres 2010-2015, presentada por Reding en 2010 con el fin de establecer iniciativas y directivas que consigan mayor igualdad entre géneros a nivel salarial, en oportunidades y toma de decisiones.

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La Estrategia ha señalado unas cuotas de género para equilibrar el número de hombres y mujeres en los altos cargos y los medios, así como los puestos políticos no directivos. También ha establecido que la Comisión debe considerar iniciativas que conduzcan a un mejor equilibrio de género, supervisando un progreso que debe alcanzar el 40% de miembros de un determinado sexo en sus comités y grupos de expertos, así como promover una participación mayor de las mujeres en la elecciones europeas, sobre todo como candidatas. De hecho, para las elecciones de 2014 se prevee un aumento considerable de la presencia femenina en las candidaturas presentadas por los países de la UE.

La lucha por la equidad de género en Europa no sólo ha afectado a las instituciones públicas. El año pasado el Consejo y el Parlamento europeo propusieron una directiva para mejorar el equilibrio de género. El objetivo de la misma era lograr que el 40% de los consejeros no ejecutivos fueran del sexo menos representado.

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La medida fue respaldada por 24 empresas que se comprometieron a que a partir de 2015 al menos el 30% de sus directivos serían mujeres y que en 2020 alcanzarían el 20%. Sin embargo, la mayoría de los países de la Unión Europea rechazaron la medida. Aunque todos admitieron el problema de la baja presencia femenina en los puestos de máxima responsabilidad, no aprobaron el sistema de cuotas que debían fijarse en los órganos directivos de las empresas.

De 100 empresas, aquellas que contaban con 3 o más mujeres en altos cargos  obtenían un índice más alto que el resto. 

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"Todos los ministros están de acuerdo en que hay un problema, y todos consideran que la presencia de las mujeres es un beneficio económico para las empresas", dijo Viviane Reding en aquel momento, y recordó que a pesar de la negativa, la situación había cambiado considerablemente en pocos años, aumentando casi cuatro puntos el porcentaje de participación femenina desde 2003.

El leve incremento puede deberse a que, a pesar de que los representantes de países de la Unión no quieran verlo, tener mujeres al mando resulta beneficioso. Y no es una mera opinión, los datos lo confirman.

Según el índice de Salud Empresarial elaborado recientemente por McKinsey en 2012, de 100 empresas, aquellas que contaban con 3 o más mujeres en altos cargos (Comité Ejecutivo o Consejo de Administración) obtenían un índice más alto que el resto.

La Consultoría Grant Thornton, que elabora un informe anual sobre la presencia de mujeres en puestos directivos, destaca en el mismo varios estudios que refuerzan la idea de que la presencia femenina en los puestos de responsabilidad a nivel empresarial reporta beneficios.

"La proporción media de mujeres directivas era de 7,1% en el grupo de las mejores empresas y de 3,1% en la peores compañías, demostrando el valor potencial de incluir a más mujeres en los equipos directivos. En empresas recién creadas con 5 o más mujeres, el 61% tuvieron éxito y sólo un 39% fracasaron" resalta uno de los informes examinados por la consultoría.

En la misma línea, un informe elaborado en 2012 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) expresaba que "las empresas que cuentan con mujeres en cargos directivos logran mejores beneficios en relación a la inversión que aquellas cuyos consejos de administración están formados sólo por hombres". El documento destacaba que a pesar de que "las mujeres constituyen cerca de 50% de la población mundial, muy pocas llegan a ser directoras o miembros de los consejo directivos de las empresas".

Al amparo de los estudios y datos que confirman la mejoría tanto en diversidad y talento como en rentabilidad para las instituciones públicas o la empresa privada, parece incomprensible que hoy en día la presencia femenina en puestos de dirección y toma de decisiones sea tan escasa.

Choca más aun si tenemos en cuenta que en la actualidad la mayoría de licenciados universitarios en la Unión Europea son mujeres (un 60%) y sin embargo sólo representan el 12% de los consejos de administración de las empresas europeas más importantes.

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