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Múgica investiga el centro de Saray

El Defensor del Pueblo envía de urgencia a dos inspectores a Casa Joven, el lugar donde vivía la joven que falleció tras tirarse del coche para evitar su reingreso

SUSANA HIDALGO

El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, mandó el martes pasado de urgencia a dos inspectores al centro de menores Casa Joven Juan Carlos I, en Azuqueca de Henares (Guadalajara), después de que dos días antes Saray G. M., una niña de 14 años, muriese como consecuencia de las heridas que se hizo al tirarse de un coche en marcha cuando regresaba al centro, gestionado por la Fundación OBelén.

Los dos inspectores revisaron las instalaciones e hicieron preguntas, a solas, a los niños, lo que causó un gran revuelo en la dirección de Casa Joven, que considera que la opinión de los internos no tiene que ser tenida en cuenta a la hora de llegar a una conclusión. En su informe del pasado febrero, Múgica ya había advertido de las irregularidades del centro. De las 28 instituciones analizadas, Casa Joven recibió la peor calificación. El informe recogía que allí 'se abusa cotidianamente de la contención física (reducción en el suelo), poniendo en riesgo al menor'.

Un portavoz de la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha señaló ayer que el organismo está cumpliendo los requerimientos de control exigidos por el Defensor del Pueblo a las comunidades autónomas. 'Desde que se publicó el informe, los menores de Casa Joven han recibido al menos una visita semanal por parte de técnicos del Servicio de Menores. También, en febrero de este año la Delegación de Salud y Bienestar Social de Guadalajara ha llevado a cabo visitas al centro durante febrero y marzo', señaló un portavoz. Por su parte, Múgica advierte de que la dirección de Casa Joven prometió que iba a hacer las correcciones necesarias. 'Ahora el problema es saber si ha cumplido con esas correcciones', agregó.

El Defensor instaba en su informe a las comunidades autónomas a que establezcan 'un procedimiento administrativo específico para la derivación de los menores al recurso de protección que mejor se adecue a sus necesidades'. Es decir, que se plantee si un centro de acogida es el mejor sitio al que puede ir un niño con problemas de conducta o procedente de una familia desestructurada.

El informe también señala que, antes de tomar una decisión, el menor debe ser escuchado 'en todo caso'. Joaquín Olmedo, abogado de Cádiz y especialista en menores, cree que ahora la clave está en preguntarse cómo es posible que una niña de 14 años quiera huir del centro donde supuestamente está protegida. 'Son menores que necesitan cariño, y para que estén bien atendidos hacen falta profesionales, plazas y que la gestión de estos lugares sea pública', afirma Olmedo.

Precisamente en contra de los centros de menores, ayer se manifestaron en Madrid medio centenar de personas, en su mayoría jóvenes. La concentración surgió como respuesta al caso de Saray, que estaba internada en un centro de Castilla-La Mancha, pero los manifestantes eligieron el Instituto del Menor de Madrid porque esta comunidad también mantiene acuerdos con la Fundación OBelén.

En el caso de Saray, sus familiares y amigos denunciaron el martes pasado en su funeral que la niña se había quejado en reiteradas ocasiones del maltrato que sufría en el centro, al cual no quería volver. Saray estaba interna en Casa Joven porque sus padres están en prisión por tráfico de drogas. Su abuela, que se había hecho cargo de ella, no pudo con la rebeldía de la chica y tuvo que ceder su tutela a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Dos días antes de volver al centro, Saray dejó de comer y aseguró que, a su regreso, empezaría una huelga de hambre como protesta.

El informe del Defensor resaltaba el deterioro de las instalaciones, particularmente el mal estado de techos, paredes, puertas y ventanas, y, en ocasiones, la falta de limpieza de las habitaciones. Durante su visita a Casa Joven, los menores denunciaron que llevaban dos semanas sin agua caliente. Asimismo, las puertas de los dormitorios 'no se pueden abrir desde dentro, careciendo además las habitaciones de interfonos con contacto directo con el educador'.

Capítulo aparte merece la descripción de la sala de contención: 'Es siniestra, de reducido tamaño y no tiene ventana, estando las paredes recubiertas de una goma negra que desprende un olor muy fuerte y desagradable, casi irrespirable. Tiene, a fin de insonorizarla, dos puertas de seguridad, con sendos ventanucos para poder controlar al menor'.

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