Este artículo se publicó hace 15 años.

Modernistas y en botella

Publicidad
Las comarcas de l´Alt Camp, La Conca de Barberà, el Alt y el Baix Penedès concentran el mayor número de bodegas modernistas de Cataluña. 
Click to enlarge
A fallback.
Publicidad
Los nombres clave
No se puede entender la arquitectura de las bodegas modernistas sin hacer referencia a sus dos principales artífices, Cèsar Martinell i Brunet y Pere Domènech i Roura. Ambos vivieron en un espacio temporal similar y trabajaron a medio camino entre el Modernismo y el Novecentismo, el estilo que lo acabaría sustituyendo.

Martinell (1888-1973), que fue decano del Colegio de Arquitectos de Barcelona y discípulo de Gaudí, proyectó y construyó a lo largo de su vida cerca de cuarenta bodegas y otros edificios agrícolas, que por su magnificencia han recibido el calificativo de "catedrales del vino". Su actuación no se limitaba a diseñar los edificios, sino que también organizaba los espacios para el desarrollo de la producción, los almacenes y la distribución de la maquinaria. Entre las características modernistas de las construcciones que proyectó destacan la profusa utilización del "totxo" o ladrillo catalán y el uso de la cerámica en la decoración. Personaje polifacético, además de escritor fue también investigador, divulgador e historiador del arte.

Por su parte, a Pere Domènech (1881-1962) el Modernismo le venía de familia: su padre, Lluis Domènech i Montaner, era un reconocido arquitecto en este estilo. Él terminó algunas de sus obras y fue evolucionando posteriormente hacia postulados más innovadores, como el estilo art-decó. Domènech dirigió además las obras de la Exposición de Barcelona de 1929. Por lo que se refiere a las construcciones vinculadas al vino, una de las que más fama le daría es la bodega cooperativa de l'Espluga de Francolí, edificada en 1913.
Publicidad

Comentarios de nuestros suscriptores/as