Este artículo se publicó hace 15 años.
Modernistas y en botella
Un viaje por las bodegas catalanas que han hecho de un estilo arquitectónico su seña de identidad.
Embotellado y abierto a los ojos del visitante curioso que sepa ir localizándolo, el Modernismo se hace presente en toda una serie de bodegas catalanas en las que este estilo arquitectónico adquiere sabor a vino (o a cava). Lejos de ser únicamente lugares para guardar los derivados de la uva, las bodegas modernistas han llegado a ser definidas como auténticas "catedrales del vino" y a constituirse como parte del patrimonio cultural de ciertas comarcas, al más puro estilo de edificios concebidos con un destino mucho más monumental. Recorrerlas es acercarnos a una parte de la historia agrícola de Cataluña en la que se aúnan arte y pragmatismo.
Los arquitectos Pere Domènech i Roura y Cèsar Martinell i Brunet fueron los principales artífices de estas construcciones, erigidas con la finalidad básica de impulsar la modernización agrícola y técnica en la elaboración del vino. Las influencias artísticas del momento hicieron el resto y configuraron auténticos itinerarios de bodegas modernistas de alto valor arquitectónico, muchas de ellas, promovidas por cooperativas agrícolas.
Para asegurarnos de ver algunos de estos peculiares edificios deberíamos optar por acercarnos a las comarcas que albergan un mayor número de ellos: l´Alt Camp, La Conca de Barberà y el Alt y el Baix Penedès. Las tres zonas se encuentran muy próximas entre sí, lo que facilita los desplazamientos del viajero. L'Alt Camp y la Conca de Barberà, en concreto, reúnen cerca de cincuenta construcciones vinculadas al estilo Modernista, y entre ellas podemos encontrar dos de las joyas del peculiar recorrido bodeguero: Rocafort, la primera construcción agraria de Cèsar Martinell y su obra más emblemática, erigida en 1918 con tres naves de esbeltos arcos, y la cooperativa de L´Espluga de Francolí, una de las primeras en estilo modernista de toda Cataluña, realizada por Pere Domènech. Cèsar Martinell fue el artífice de otras tres bodegas que también sobresalen en estas dos comarcas: Vila-Rodona, Barberà (que alberga la primera cooperativa fundada en España, en 1898), y Nulles, que combina el Modernismo con la austeridad del Novecentismo.
El viaje puede continuar por el Penedès, el auténtico reino del cava. En Sant Sadurní d´Anoia se encuentran dos de las bodegas más emblemáticas de España que, además, son verdaderos dechados de arquitectura modernista: Codorníu y Freixenet. La bodega que alberga las cavas Codorníu, de Josep Puig i Cadafalch, es un fantástico complejo de inspiración gótica integrado por cuatro edificios y declarado monumento-histórico artístico. Por su parte, Josep Ros i Ros fue el artífice de la cava de Freixenet, construida en el año 1922 y que destaca por su fachada modernista. Muy próxima a Sant Sadurní queda Vilafranca del Penedès, capital de la comarca, bautizada como "Ciudad del vino", y en la que el recorrido se detiene en las instalaciones de Antonio Mascaró.
Falset, Gandesa, Portell... Las localidades catalanas con bodegas modernistas se suceden y nos hablan del esfuerzo del campesinado local por levantar edificios novedosos en su arquitectura y en su capacidad para renovar la industria. De Modernismo con sabor a cava y vino.
No se puede entender la arquitectura de las bodegas modernistas sin hacer referencia a sus dos principales artífices, Cèsar Martinell i Brunet y Pere Domènech i Roura. Ambos vivieron en un espacio temporal similar y trabajaron a medio camino entre el Modernismo y el Novecentismo, el estilo que lo acabaría sustituyendo.
Martinell (1888-1973), que fue decano del Colegio de Arquitectos de Barcelona y discípulo de Gaudí, proyectó y construyó a lo largo de su vida cerca de cuarenta bodegas y otros edificios agrícolas, que por su magnificencia han recibido el calificativo de "catedrales del vino". Su actuación no se limitaba a diseñar los edificios, sino que también organizaba los espacios para el desarrollo de la producción, los almacenes y la distribución de la maquinaria. Entre las características modernistas de las construcciones que proyectó destacan la profusa utilización del "totxo" o ladrillo catalán y el uso de la cerámica en la decoración. Personaje polifacético, además de escritor fue también investigador, divulgador e historiador del arte.
Por su parte, a Pere Domènech (1881-1962) el Modernismo le venía de familia: su padre, Lluis Domènech i Montaner, era un reconocido arquitecto en este estilo. Él terminó algunas de sus obras y fue evolucionando posteriormente hacia postulados más innovadores, como el estilo art-decó. Domènech dirigió además las obras de la Exposición de Barcelona de 1929. Por lo que se refiere a las construcciones vinculadas al vino, una de las que más fama le daría es la bodega cooperativa de l'Espluga de Francolí, edificada en 1913.
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