Este artículo se publicó hace 15 años.
"Mi familia no me dejó solo, los curas me engañaron"
Moisés Campos. La Iglesia le secuestró cuando era niño
Con 9 años, Moisés Campos se vio de pronto una noche en una celda, acompañado de un catecismo. Los grises le habían ido a buscar a su colegio, El Porvenir, en Madrid, poco antes, sin conocimiento de su familia. Corría el año 1955 y el Tribunal Tutelar de Menores aceptó una denuncia basada en "los ejemplos corruptores que el niño recibía al ser educado por los protestantes y no en la religión católica, única y verdadera". Quedó al cargo del tribunal, que lo dejó en manos de la Iglesia.
"Sin parar de llorar, le tiré al suelo y le dije que no le quería, que no era católico", recuerda Moisés ahora, con 63 años. La monja se enfadó, le hizo recoger el catecismo y le dijo que tenía mucho tiempo para aprendérselo. La Iglesia se puso manos a la obra. En 1956, fue bautizado. "Poco a poco y con astucia, me iban inculcando lo que querían", recuerda.
Juanita, la madre de Moisés, era deficiente mental y fue violada. Al nacer, él quedó al cuidado de su abuela Rosa y su tía Irene. Iba al colegio y recibía clases particulares en casa. Cuando cumplió 9 años, Irene decidió enviarle a Madrid, para que mejorase en sus estudios. "Tan sólo llevaba 19 días en el colegio. La ocasión era inmejorable: yo, en Madrid y mi tía, en Santa Elena [Jaén]. Y se apoderaron de mí. Fue una puñalada trapera".
Irene se presentó de inmediato en el colegio y "cerrando los puños, para contener el coraje", increpó a los gestores. Contactó entonces con amistades para ver si podía localizar al niño: "Cuando esto sucedía, me trasladaban a otro sitio y así se perdía mi pista". Pasó en un solo año por cinco colegios distintos. Moisés relató estas experiencias en un libro.
Maltratos de todo tipoLa Iglesia insistía con el catecismo. "Los maltratos físicos y psíquicos no cesaban, me machacaban con que me habían abandonado", lamenta aún hoy. El pequeño escribía cartas a su tía, que el cura interceptaba. Así que recurrió a un amigo de fuera del colegio, al que le entregó una carta para que la pusiera en el correo. Tres meses después del secuestro, pudo comunicarse con su familia. La consecuencia fue otro cambio de colegio.
En 1956, fue trasladado al colegio jesuita de San José en Valencia. La institución era "una jaula de oro. Todo lo consentían, menos lo principal: no me daban noticia de mi familia". En vacaciones, se lo llevaban a Madrid.
En Valencia, pasó varios años: "Mi mente ya empezaba a olvidar incluso a mi propia familia". Mientras, Irene seguía batallando. Enviaba escritos a todos los tribunales, que eran rechazados. Pero la perseverancia obtuvo recompensa. En 1959, una vez enterada de que el colegio preparaba una procesión, envió a sus sobrinas a ver si localizaban a Moisés. "Vestido de cruzado, escuché una voz familiar y el corazón se aceleró. Era mi prima Rosi. Los curas me habían engañado, mi familia no me había abandonado", rememora. Tras el incidente, fue enviado a Valladolid y, de allí, a Santoña (Cantabria), a Madrid y otra vez a Valencia.
Cuando cumplió 12 años, admitieron visitas de su familia. Pero en verano, a Madrid. A los 14 años, harto ya, pidió en una carta irse con los suyos. Se impuso la condición de que siguiera siendo católico. Su abuela aceptó y cinco años después de su secuestro pasó al fin las primeras vacaciones con su familia.
Moisés ha tenido cuatro hijos y no ha bautizado a ninguno de ellos.
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