¿Cuándo dejó Warner?

El verano pasado. Tenía contrato por dos discos más, pero no nos pusimos de acuerdo.

¿Era su primer contrato?

No, antes tuve uno con Virgin que era una basura, rozaba la ilegalidad. El de Warner no: ahí estuve muy cómodo.

¿Y por qué dejó Warner?

Sentía que teníamos objetivos distintos. Yo quería seguir haciendo música a mi libre albedrío y ellos, cumplir unos objetivos económicos a final de año. Pretendían que el grupo apretara en esa dirección, mientras que yo cada vez tengo más ganas de hacer las cosas a mi manera. Así que decidimos terminar, pero de forma amistosa.

¿Tan incompatibles eran las posiciones?

Sí. Las multinacionales han apostado por crear un negocio basado en el arte, pero donde el arte tiene cada vez menos importancia. Y si te olvidas de que lo más importante son las canciones, mal asunto. Además, no trabajan con ilusión. Yo iba al sello y estaban desanimados, algo que es comprensible, porque estaban grabando discos para que la gente luego se los descargara.

¿Le pidieron un porcentaje de los conciertos?

Sí, un 5%, pero eso es un detalle menor. En realidad, va un poco en su contra, porque en lugar de buscar otro negocio, como los conciertos, lo que tendrían que hacer es arreglar el suyo, que es vender discos. Una discográfica sabe vender discos, no organizar giras ni escribir canciones, aunque a veces intenten hacerlo.

¿Cree que más artistas seguirán su camino?

No lo sé, pero creo que es una buena apuesta. En todo caso, lo que les recomendaría a los grupos que tienen el sueño de fichar por una multinacional es que revisen muy bien los contratos que firman.