Este artículo se publicó hace 17 años.
Mateo Díez reflexiona sobre la infancia en "La gloria de los niños"
El escritor Luis Mateo Díez reivindica los valores de la inocencia y la bondad en su novela "La gloria de los niños", una obra en la que reflexiona sobre la infancia, "esa edad misteriosa que deja una huella indeleble" en el ser humano y para la que el autor pide el máximo respeto.
"No hay mayor maldad que la que pervierte o maltrata la infancia", ha afirmado hoy el escritor en una entrevista con Efe, en la que desgrana las claves de este libro, narrado con "la aureola de los cuentos populares" y en el que rinde "un cierto homenaje al neorrealismo" y a la novela picaresca.
La infancia y la adolescencia han estado siempre muy presentes en la amplia obra de Mateo Díez (Villablino, León, 1942), situada buena parte de ella en esa provincia imaginaria que el escritor ha ido dibujando libro a libro y que le da "la posibilidad de romper con el tiempo".
"Me gustaría escribir novelas eternas. Yo en eso sí que soy ambicioso", asegura este novelista que habla en sus libros de "las cosas sustanciales que le suceden al ser humano" y que se considera "un escritor absolutamente contemporáneo", aunque sus novelas no reflejen "la actualidad político-histórica".
Publicada por Alfaguara, "La gloria de los niños" cuenta "una fábula" protagonizada por Pulgar, un niño heroico al que Mateo Díez convierte en símbolo de los niños de la posguerra, de la española y de las que pueda haber en cualquier parte del mundo.
"Es un niño del desamparo, un niño de la orfandad, de la desgracia, que me gustaría que se pudiera ver un poco con el rostro de tantos otros niños actuales que están sufriendo en el mundo", señala el escritor, que ha merecido, entre otros, el Premio Nacional de Narrativa con "La fuente de la edad" (1986) y "La ruina del cielo" (2000), obras que también fueron galardonadas con el Premio de la Crítica.
Ese niño, cuya madre ha muerto a causa de una bala perdida en la guerra, se ve obligado a cumplir la encomienda final que le hace su padre, poco antes de fallecer: buscar a sus tres hermanos que fueron repartidos entre los vecinos tras los bombardeos que asolaron Larmina, una ciudad situada en el noroeste peninsular, en un lugar próximo al de "El reino de Celama", la aclamada trilogía de Mateo Díez.
Con claras resonancias del "Lazarillo de Tormes" y de cuentos como el de Hansel y Gretel, la historia de Pulgar podría resultar dramática y desoladora si no fuera porque Mateo Díez la ha impregnado de "una mirada luminosa" y de "una tonalidad un poco onírica", para que sea más fácil transitar por "ese mundo destruido, de escombros y de noches eternas" que refleja la novela.
Pulgar, cuyo rostro podría ser similar al de Bruno, el niño que aparece en la portada del libro y que es uno de los personajes de "Ladrón de bicicletas", la magnífica película de Vittorio de Sica, "aprende de la vida lo a que a los demás tanto les cuesta ver" y su poder reside en la inocencia y en la necesidad.
"El niño es más poderoso que el hombre", se afirma en el libro, pero esa etapa de la infancia "es un reino cerrado" y cuando se crece "se pierde el poder de la inocencia". "Cada hombre será un huérfano del niño que fue", le dice Mateo Díez a Efe.
El escritor reivindica "ese bien maravilloso que es la infancia", una edad "poderosa e imprescindible", y de ahí "el dolor que te dan los niños maltratados y esos niños a los que la Historia ningunea y los convierte en seres extraviados".
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