Este artículo se publicó hace 15 años.
Las máscaras reducen el contagio gripal hogareño: estudio
Por Anne Harding
Usar una máscara facialpodría prevenir el contagio de la gripe dentro del hogar,sugirió un estudio realizado en Australia.
El equipo dirigido por la doctora Raina McIntyre, de laUniversity of South Wales, en Sidney, halló que los adultos queusaban constantemente una máscara después de que un niño secontagiara eran cuatro veces más propensos a evitar contraer laenfermedad respiratoria que los participantes a los que no seles había indicado usar máscara.
El 21 por ciento de los adultos que usó máscara dijo que lohabía hecho "a menudo o siempre" durante el período recomendadode protección.
"Usar una máscara es algo simple y económico que deberíaser práctico para las familias. No es necesario consultar almédico ni tener una receta; las familias pueden comprarlas enuna farmacia", dijo McIntyre a Reuters Health.
"Para algunos puede ser incómodo, pero es cuestión decomparar la incomodidad de corto plazo con el riesgo deenfermar y no poder trabajar", añadió McIntyre.
Los investigadores estudiaron la efectividad de lasmáscaras en la prevención del contagio de la gripe en 145hombres y mujeres mayores de 16 años. Todos convivían con unniño menor de 15 años que había consultado a un médico porfiebre, tos o dolor de garganta.
Al azar, los adultos debieron usar una máscara quirúrgicaestándar, una máscara P2 más compleja y costosa, que incluye unrespirador y está diseñada para filtrar las partículaspequeñas, o ningún tipo de dispositivo de protección facial.
Las pruebas de laboratorio confirmaron la existencia devirus respiratorios en casi dos tercios de los niños.
En el grupo que usó las máscaras como se les habíaindicado, el riesgo de enfermar fue un 74 por ciento más bajoque en la cohorte que no empleó máscara. El estudio fuedemasiado pequeño como para determinar si un tipo de máscaraera más efectiva que la otra.
Pero hacer que las personas la usen fue un desafío. Elprimer día del estudio el 38 por ciento de los adultos a losque se les había asignado usar máscara quirúrgica dijo que lahabía utilizado la mayoría o todo el tiempo, como el 46 porciento de los usuarios de la máscara P2.
Pero el quinto día, sólo el 31 por ciento de los usuariosde la máscara quirúrgica y el 25 por ciento de los que secolocaban la P2 usaban las máscaras la mayoría o todo eltiempo.
El motivo más frecuente por el que los participantes nousaban la máscara era la incomodidad; algunos dijeron que sushijos no querían que ellos la usaran, mientras otros aseguraronque se olvidaron de hacerlo.
El hecho de que las máscaras disminuyeran la diseminaciónde la influenza y otras enfermedades respiratorias dentro delhogar tuvo consecuencias más allá de la línea de edificación,en especial en el caso de un brote de enfermedadesrespiratorias graves, destacó McIntyre.
"Los fármacos y las vacunas no son necesariamente unapanacea para los brotes de enfermedades infecciosas. En algunoscasos, como el SARS, no habría medicamentos ni vacunasefectivas y en una pandemia seguramente habría demoras yescasez de suministros", escribieron los autores.
"Por lo tanto, necesitamos estudiar medidas simples y nofarmacológicas, como las máscaras y el lavado de manos, quepueden proporcionarle protección efectiva a la población",finalizó el equipo.
FUENTE: Emerging Infectious Diseases, febrero del 2009
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