Este artículo se publicó hace 15 años.
Marruecos responde con represión al retorno de Haidar
Los vecinos responden a pedradas ante la invasión de los antidisturbios
Las calles cubiertas de piedras del barrio de Aminetou Haidar en El Aaiún, la capital del Sahara Occidental, fueron ayer el rastro que quedó tras la actuación de la policía y los antidisturbios marroquíes, que tomaron las calles adyacentes a la casa de la activista, para evitar que nadie se acercara a ella. Una invasión a la que los vecinos del barrio respondieron a pedradas.
El objetivo de la policía quedó claro: impedir la celebración por el regreso de quien se ha convertido en un símbolo para los saharauis y, por encima de todo, cerrar el paso a los periodistas que se habían acercado a la zona para evitar que informaran de la alegría popular por el regreso de Haidar y de la represión que siguió a los gritos en su favor, los yuyus de las mujeres y las bocinas de los coches, que no dejaban de sonar.
Pero la presencia de un pequeño grupo de informadores bastó para atraer a un grupo de adolescentes que al grito de ¡Viva el Polisario! y ¡Fuera Marruecos! hicieron la señal de la victoria frente a las cámaras, mientras a pocos metros los agentes de las Compañías Móviles de Intervención, los brutales antidisturbios marroquíes, se preparaban para cargar blandiendo las porras.
No hizo falta, los jóvenes saharauis, ya muy bregados en cuanto a la brutalidad policial marroquí, se disolvieron antes de que empezaran a llover los golpes. En medio de la confusión, y mientras el tono de la policía para con los periodistas se iba volviendo más agresivo, dos enviados especiales españoles recibieron una pedrada en la cabeza, por lo que tuvieron que ser atendidos en el hospital de la ciudad. Pedro Guerra, periodista del diario canario La Provincia, necesitó dos puntos de sutura en una oreja.
En el hospital Moulay Hassan Ben El Mehdi, un joven de 23 años cuya inicial es A. esperaba también ayer a que un médico curara sus heridas. Su brazo, muy hinchado, estaba fracturado por dos sitios, estaba descalzo y las señales de que había sido molido a palos eran más que evidentes. "Ha sido la policía. Ha sido la policía!, gritaba su prima a su lado, mientras otro joven que les acompañaba explicaba cómo fue la agresión.
"Mis dos amigos y yo estábamos caminando tranquilamente por Casa Piedra cuando unos policías nos metieron a golpes en una furgoneta", explica. "Cuando estuvimos dentro, -relata este joven- nos apalearon con las porras. Nos dieron golpes hasta que se cansaron y después nos abandonaron en un vertedero fuera de la ciudad, adonde llevan a la gente que participa en las manifestaciones, para que así tengan que volver a pie."
Las autoridades marroquíes se obsesionaron por evitar que se difundiera la imagen de una Aminetou triunfante en su vuelta a casa
"Siempre es así, dice este joven, y seguro que ahora nos van a detener, pero nos da igual. En la calle había mucha gente herida, tirada por el suelo, y en el vertedero habían llevado a un montón de gente", explica el amigo del joven del brazo roto, que también ha perdido los zapatos y parte de su ropa en la refriega.
En la calle, en el hospital, junto a la casa de la activista, la policía intentaba sistemáticamente impedir que se hicieran fotos, que se hablara con la gente. Un esfuerzo inútil, pues incluso desde los coches, los saharauis hacían la señal de la victoria y gritaban Viva Aminetou en la cara a los policías.
La obsesión de las autoridades marroquíes por evitar que se difundiera la imagen de una Aminetou triunfante en su vuelta a casa fue tal que incluso utilizaron la estratagema de parar al grupo de periodistas que seguía a la comitiva en la que viajaba la activista, que llegó al aeropuerto a las 11: 30 locales, una hora más en España- con la excusa de una inexistente infracción de tráfico.
Haidar se desplazó a su casa en un coche particular de un familiar, pese a que al principio se creyó que viajaba a bordo de una ambulancia que salió a toda velocidad del aeropuerto, quizás con la intención de despistar a los informadores, que ya habían sido desalojados de una explanada cercana al aeropuerto, al que no se les permitió entrar.
Con la excusa de la supuesta infracción, un agente que recibía órdenes de sus superiores por radio, detuvo los dos coches en los que viajaban los periodistas, en teoría para ponerles una multa y de paso apuntar sus nombres y las matrículas de los vehículos. Esta estratagema evitó que el reencuentro de Haidar con su familia quedara plasmado por las cámaras, al igual que las cargas policiales que en ese momento se estaban produciendo.
Casa Piedra, el barrio de Haidar, no fue anoche el único sitiado por las fuerzas de seguridad marroquíes. Según Bachir Lekjauni, pareja de Haidar, en otros barrios de la ciudad como el de Maatala, la policía golpeó a los manifestantes que gritaban consignas en favor de la libertad del Sáhara Occidental.
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